Boletín
UNAM-DGCS-229
Ciudad
Universitaria
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Contiene buena parte de la historia de la
literatura nacional de la última mitad del siglo XX
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El acervo contiene los inicios del trabajo de
quienes posteriormente formarían nuestro canon literario, afirmó Vicente
Quirarte, director del Instituto de Investigaciones Bibliográficas
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Se quería que esta memoria de la labor
creativa no se perdiera y nadie mejor para entregarle su contenido que a la
Biblioteca Nacional y la UNAM, recalcó Carlos Montemayor
La
UNAM, a través del Instituto de Investigaciones Bibliográficas (IIB), recibió
en donación el archivo del Centro Mexicano de Escritores (CME), el cual
contiene buena parte de la historia de la literatura mexicana de la última
mitad del siglo XX.
Al
encabezar la ceremonia de entrega, efectuada en el Fondo Reservado de la
Biblioteca Nacional, Vicente Quirarte, director del IIB, destacó que dicho
acervo refleja los inicios del trabajo de quienes posteriormente formarían
nuestro canon literario.
Si
bien es cierto que una de las funciones de esta Biblioteca es la conservación
de la memoria de México, también es verdad que una colección semejante no sería
posible sin la generosidad ni entrega de sus benefactores, aseguró.
Y
agradeció al Consejo Consultivo del Centro Mexicano de Escritores por haber
depositado su confianza en la UNAM, para que el archivo esté custodiado y sea
accesible, de la mejor manera, a lectores, especialistas y estudiosos de las
letras nacionales.
Destacó la gran responsabilidad que
constituye el manejo de este registro. Por ello, “contemplamos hacer un libro
con el magnífico archivo fotográfico, que contiene toda una memoria de la
literatura mexicana a lo largo de medio siglo”.
En su oportunidad, Carlos Montemayor, miembro
del Consejo Consultivo y ex becario del CME, afirmó: “Todo tiene su ciclo y uno
de los aspectos que más nos preocupaba al cerrar el Centro no sólo era
conservar los escritos valiosos con los que se cuenta, sino también otros
documentos, como las solicitudes de becas, donde venía la justificación
literaria por la cual pedían apoyo los becarios y su proyecto de trabajo. Esto
proporciona un autorretrato de los entonces jóvenes literatos”.
Al
ver que el Centro duplicaba funciones que ya hacían otras instancias e incluso
el sistema de ayudas, se decidió cerrarlo, pero preocupaba la custodia,
seguridad, conservación y consulta de esos materiales. Se quería que esta
memoria de la actividad creativa del siglo XX no se perdiera y nadie mejor para
entregarle su contenido que a la Biblioteca Nacional y la UNAM, recalcó.
Al
hablar en nombre del Centro, Clementina Díaz de Ovando, recordó que ese espacio
fue fundado en 1951 por Margaret Shedd, con el auspicio de la Fundación
Rockefeller, y Alfonso Reyes como primer presidente.
Por
más de 50 años, esta institución realizó una notable labor de estímulo a la
creación y crítica literaria. Fue la única en otorgar becas a los escritores de
nuestro país, subrayó.
En
sus sesiones de los miércoles, mencionó, los becarios enriquecieron sus
trabajos con los comentarios de otros compañeros y sus asesores literarios como
Juan Rulfo, Juan José Arreola y Salvador Elizondo.
De
hecho, aseveró, la historia de las letras nacionales de la última mitad del
siglo XX se encuentra íntimamente ligada a esta institución, varias
generaciones de narradores, poetas y dramaturgos transitaron por él: Carlos
Fuentes, Rosario Castellanos, Rubén Bonifaz Nuño, Alí Chumacero, Jaime Sabines,
Vicente Leñero, Elena Poniatowska, Emilio Carballido, José Emilio Pacheco, Juan
García Ponce y Jorge Ibargüengoitia fueron algunos de los beneficiados, cuyas
obras marcaron la portentosa tradición literaria de nuestro país hasta ocupar
un sitio en la literatura mundial. Gracias al apoyo del Centro fueron escritos
títulos como Pedro Páramo, Confabulario y La región más transparente.
La
riqueza que alberga el acervo forma una invaluable evocación. Se pueden
apreciar las solicitudes de becas de los escritores, los convenios firmados por
los recipiendarios con esta casa, comentarios literarios sobre los trabajos
presentados, los originales y fotocopias de los textos; así como una colección
de fotografías que recrean el ambiente cultural que animó este espacio.
En
el expediente de Juan Rulfo, ejemplificó, se encuentra el original de Pedro
Páramo, titulado Los murmullos, con correcciones del autor y un informe fechado
el primero de noviembre de 1953, donde señala que ha realizado ya los primeros
dos capítulos de la novela, aunque no en forma definitiva.
Entre
los becarios del centro se encuentran Daniel Sada, Alberto Blanco, Ignacio
Solares, Silvia Molina, Rosa Beltrán, José Agustín, Carlos Monsiváis, Sergio
Magaña, Héctor Mendoza, Héctor Assad, Luisa Josefina Hernández, René Avilés
Fabila, Marco Antonio Montes de Oca, Ricardo Garibay, Beatriz Espejo y Héctor
Perea, entre otros muchos, concluyó.
Como
una muestra de la riqueza temporal de este archivo, el IIB montó una exposición
temporal en el Fondo Reservado de la Biblioteca Nacional con algunos de los
documentos y fotografías del acervo.
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FOTO 1
Vicente Quirarte, Carlos Montemayor y Rubén Bonifaz
Nuño durante la donación del archivo del Centro Mexicano de Escritores al
Instituto de Investigaciones Bibliográficas de la UNAM
FOTO 2
Aspecto
de la ceremonia en donde se donó el acervo del Centro Mexicano de Escritores a
la UNAM. Contiene textos originales, solicitudes de becas, y proyectos de
trabajo, además de fotografías.
FOTO 3
En el Fondo Reservado de la Biblioteca Nacional se
muestran algunos de los documentos y fotografías que integran el archivo del
Centro Mexicano de Escritores, que fue donado a la UNAM.