11:00hrs.  28 de Marzo de 2006

 

 

Boletín UNAM-DGCS-226

Ciudad Universitaria


Mauricio Pilatowsky

Pies de fotos al final del boletín

 

DEBEN RETROALIMENTARSE LO SAGRADO Y LO PROFANO

 

·        Reconoció Mauricio Pilatowsky, de la FFyL de la UNAM, quien opinó que muchos definen a la época actual por su falta de espiritualidad

·        Mauricio Beuchot, de la misma Facultad, recordó que según Tomás de Aquino, la vida sobrenatural es un regalo gratuito de Dios

·        Julieta Lizaola, también de esa entidad, se refirió al pensamiento de María Zambrano

·        Participaron en la mesa redonda “La espiritualidad entre lo sagrado y lo profano”, en el CEIICH

 

En la época actual, que muchos definen por su falta de espiritualidad y determinada por una economía capitalista, lo sagrado y lo profano deben retroalimentarse para fomentar una espiritualidad de lo concreto, reconoció Mauricio Pilatowsky, catedrático de la Facultad de Filosofía y Letras (FFyL) de la UNAM.

 

Al participar en la mesa redonda “La espiritualidad entre lo sagrado y lo profano”, en el Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades (CEIICH), dijo que lo venerable y lo licencioso se alternan para recrear al espíritu. “Es en la actividad mundana donde éste aletea, y gracias a ello se invierten los tiempos donde el hombre contempla su actividad como algo trascendente”.

 

indicó que el ser humano, inmerso en lo usual, en las acciones definidas como seculares, requiere de una pausa o un distanciamiento para comprender el significado de todo lo que hace. Ello supone un nivel de elevación, no de carácter metafísico, sino más bien relativo a su misma vida.

 

En el auditorio del CEIICH, subrayó que en la tradición hebrea lo sagrado no está divorciado de lo profano, y esta cultura responde a tiempos distintos de una misma existencia. “Es una pausa, una suspensión obligada en la que se detiene el flujo de lo cotidiano, para permitir las preguntas que marcan el sentido de la actividad misma”.

 

Además, la orientación que le da este pueblo al espíritu es activa. “Basta pensar en un ave que aletea sobre su nido en incubación, lo cual nada tiene que ver con lo que transmite el aire, el viento transparente y puro”, agregó.

 

El filósofo universitario refirió que en la metáfora bíblica del génesis lo relativo a ese soplo está dotado de una mundanidad poco etérea. Más  bien la palabra tiene que ver con algo terrenal, con un pájaro que usa sus alas.

 

Al hablar de La vida mística en el cristianismo según Santo Tomás, Mauricio Beuchot, académico de la misma Facultad, explicó que según este pensador, la vida sobrenatural es un regalo gratuito de Dios. Por eso, la mística es gracia, la más cumplida que el hombre podría esperar en lo referente a su deseo de perfección, que es un don.

 

A ninguna otra verdad puede compararse, pues toda bondad  humana concluye donde el hombre acaba. Pero ésta hace al ser superar su naturaleza misma, y así, permanece en el círculo original, las demás condiciones no se pueden comparar con ella, apuntó.

 

Mauricio Beuchot destacó que al individuo lo trastorna esa hambre de ser, que se traduce en deseo de perfección, porque ser mejor le significa ser más. Resulta evidente que nunca estará feliz mientras no lo consiga, dice Santo Tomás, pues la felicidad no nace de la búsqueda misma, sino de la consecución; es decir, la indagación que la origina inmediatamente.

La gracia es considerada como algo divino pero creado. Al estar en el mortal, no se identifica con Dios tal cual, pues al acogerla se recibiría la esencia celestial, lo cual es imposible. “Obtenemos la vida de Dios, no de manera sustancial, sino sólo por participación. El don habitual es la vida divina comunicada al alma humana”, consideró.

 

El filósofo de la UNAM mencionó que el individuo, al cultivar sus atributos, desarrolla virtudes naturales, pues éstas serían resultado de la repetición de ciertos actos, como decía Aristóteles.

 

Son hábitos buenos, detalló, opuestos a los malos, que son vicios.  Pero las virtudes sobrenaturales no se pueden alcanzar, sólo se reciben, son infusas, proceden de Dios, él las infunde a quien quiera recibirlas.

 

Las adquiridas carecen de solidez por falta de conexión. Son, según el doctor de la Iglesia, fácilmente movibles, pero pueden ser verdaderas y estables, y adquirir firmeza y unión. Bajo la influencia de la caridad infusa, llegan a ser el principio de actos merecedores, incluso de una probidad más excelsa.

 

En su oportunidad, Julieta Lizaola, también de la FFyL, se refirió al pensamiento de María Zambrano. “La observación del dolor y la destrucción en la sociedad europea de principios del siglo XX, la impulsaron a considerar la necesidad de buscar y encontrar nuevas preguntas y respuestas”.

 

Así, añadió, la búsqueda de una explicación la llevó a pensar sobre lo que consideró un tema ineludible para su pensamiento: la relación entre el hombre y lo divino. Para ella existe una diferencia sustancial entre lo sagrado y lo eterno, no son sinónimos. Lo primero es el punto insondable para el hombre, y lo segundo, en sus formas de expresión, se muestra en las divinidades que ayudan al ser humano a construirse y a fundar culturas.

 

Según María Zambrano, la historia del pensamiento encubre un proceso que ha tenido lugar con cierta lentitud en las capas más profundas de la conciencia, concluyó.

 

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FOTO 01

Asistentes a la mesa redonda “La espiritualidad entre lo sagrado y lo profano”, efectuada en el Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades de la UNAM.

 

FOTO 02.

Julieta Lizaola, Mauricio Beuchot, Paulino Galicia y Mauricio Pilatowsky en la mesa redonda “La espiritualidad entre lo sagrado y lo profano”, en el CEIICH de la UNAM.