06:00hrs.  23 de Marzo de 2006

 

 

Boletín UNAM-DGCS-213

Mérida, Yucatán


Georgina Reyes

Pie de foto al final del boletín

 

PRIMORDIAL, LA BUENA ALIMENTACIÓN Y TUTELA  DE LOS MENORES

 

·        Son especialmente vulnerables por su tamaño y la imperativa necesidad de amparo de los adultos, dijo en la UNAM, Georgina Reyes, de la UAdY

·        La antropóloga Lucy Medrano comentó que el hombre es el único ser que entierra a sus difuntos, con lo que otorga a la muerte un sentimiento especial

·        Se realizó el Segundo Congreso Latinoamericano de Ciencias Sociales y Humanidades, en la UACSHUM, donde se abordaron diversos aspectos sobre la muerte

 

En ninguna sociedad los menores pueden sobrevivir privados de un cuidado especial en su alimentación y de la tutela por parte de los individuos mayores, pues nacen con un sistema inmunológico inmaduro y son dependientes de la protección brindada a través de la leche materna, consideró en la UNAM la antropóloga Georgina Reyes Gutiérrez, de la Universidad Autónoma de Yucatán (UAdY).

 

La especialista participó en el Segundo Congreso Latinoamericano de Ciencias Sociales y Humanidades, Imágenes de la muerte, que se realiza en la Unidad Académica de Ciencias Sociales y Humanidades (UACSHUM) que la Universidad Nacional tiene en esta ciudad, con el tema “Perspectivas biosociales sobre la muerte infantil entre los mayas prehispánicos”.

 

Agregó que durante los primeros meses de vida los niños son especialmente vulnerables por su tamaño y por la imperativa necesidad de amparo de los adultos para su supervivencia.

 

La tasa de mortalidad infantil se convierte entonces, en un componente fundamental en los ámbitos demográfico, de fertilidad y, en términos generales, en el estado de salud de la población, explicó. Durante los primeros años de vida, la salud del menor es sensible a las condiciones del ambiente biológico y social que lo rodea, y que operan de manera sinérgica con los factores de riesgo presentes en su propio entorno ecológico.

 

En el auditorio principal de la UACSHUM comentó que una vez finalizado el periodo de lactancia y la aportación de anticuerpos, el infante está expuesto a varios peligros, representados por una ingesta externa, y tiene que hacer uso de sus propias defensas, aún cuando no están desarrolladas por completo.

 

Ante representantes de una docena de países reunidos en el Congreso, Georgina Reyes sostuvo que en esta fase los niños requieren comidas especiales, por su dentición inmadura y su tracto digestivo, que les impide procesar lo mismo que los adultos.

 

Además, este nuevo alimento debe contener los nutrientes necesarios para cubrir los requerimientos de un rápido desarrollo del cerebro, que ocurre, sobre todo, durante esa etapa. Por ello, el niño necesita una dieta baja en volumen pero rica en energía, lípidos y proteínas; sin embargo, el cambio hacia una variedad externa lo expone a ulteriores factores de peligro, aseguró.

 

Si bien la lactancia es una cuestión biológica, no deja de estar determinada por creencias y conductas del grupo social al que pertenece. Por ejemplo, muchas sociedades la atrasan o evitan el calostro, que es rico en anticuerpos y nutritivo, lo que puede aumentar el estado de vulnerabilidad del recién nacido, aseveró.

 

Por otro lado, se refirió a las excavaciones llevadas a cabo en la zona arqueológica de Xcambó, Yucatán, donde fueron recuperados más de 600 esqueletos entre niños y adultos, de los cuales 152 pertenecen al rango de edad entre el nacimiento y los cinco años.

 

A diferencia de la mayoría de los sitios del área maya, en Xcambó los restos de los menores tuvieron una buena conservación. Esta situación es atribuida a un proceso de sustitución del suelo, lo cual impide la desaparición de los huesos con mayor cantidad orgánica, que son los infantiles, detalló.

 

A su vez, al hablar de las Manipulaciones óseas en los entierros de Xcambó, la antropóloga Lucy Medrano Chan, de la UAdY, aseguró que el hombre es el único ser que entierra a sus difuntos y así otorga a la muerte un sentimiento especial mediante ritos y prácticas funerarias.

 

Xcambó, Yucatán, se localiza al norte de la península, a dos kilómetros de la costa. Desde 1996 inició este proyecto, a través del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), con el fin de hacer restauración arquitectónica en los edificios.

 

Desde entonces, abundó, se han hecho numerosos hallazgos, entre los que destacan poco más de 600 osamentas, con un estado de conservación regular, lo que constituye una de las muestras más grandes y mejor conservadas del área maya.

 

El análisis de los materiales óseos permite acercarse de manera directa a las características que reflejan las creencias religiosas y filosóficas en la tradición funeraria del norte del estado, aclaró.

 

Enfatizó que en la medida que se conocen los procedimientos secundarios culturales de manipulación y reducción, ocurridos una vez concluido el proceso de esqueletización calavérica, el conjunto de estas prácticas expresan aspectos cruciales de la vida y muerte de los mayas prehispánicos.

 

Durante el clásico temprano, Xcambó tuvo una posición económica y política importante, al variar sus relaciones con las comunidades del norte de Yucatán. Su función consistió en la administración de las salinas y los productos marinos, además de ser centro de captación de bienes local, regional y suprarregional, recordó.

 

 

Todos los edificios de carácter público, como las unidades habitacionales, ostentan una arquitectura de estilo Petén así como del izamaleño (relativo a la ciudad maya de Izamal), y debieron tener funciones administrativas, religiosas y cívicas, dijo.

 

Por su parte, Sergio López Alonso, del Centro INAH de Oaxaca, apuntó que el tratamiento funerario, visto en los enterramientos antiguos, tiene un significado complejo. Desde la perspectiva social, se le ha determinado como fuente de información de la organización y estructura de las sociedades antiguas.

 

Tal visión, recalcó, ha reportado valiosos conocimientos acerca de las relaciones entre y dentro de los grupos humanos; así como de la formación interna de su organización social, sistemas que suelen considerarse reguladores de la conducta humana.

 

En tanto, el punto de vista cultural enfatiza el papel desempeñado por el pensamiento religioso y la cosmovisión de los pueblos prehispánicos, ya que aborda la esfera ideológica de estas sociedades antiguas, y privilegia el simbolismo de los elementos que integran las prácticas funerarias, indicó.

 

En su conjunto, estas perspectivas tratan con aspectos dinámicos, como todo proceso, de ahí que las dimensiones social, cultural, cognitiva y temporal cobran sentido en el estudio e interpretación de los funerales, acotó.

 

Al hablar de los cenotes, Guillermo de Anda, de la UAdY, afirmó que la importancia de estos cuerpos de agua en la cosmogonía maya ha sido discutida y su función como sitios sacros es manifiesta en fuentes históricas y en evidencia arqueológica.

 

Para los mayas antiguos las cuevas y cenotes no sólo simbolizaban el sitio de origen de la vida, sino que también los relacionaban fuertemente con la muerte, debido a que eran los portales de entrada al inframundo, señaló.

 

En el Popol Vuh, ejemplificó, se menciona que la pareja creadora recibe maíz y el agua de la cueva de la montaña para producir la carne y la sangre del hombre, y en este mismo libro se expresa que para alcanzar el inframundo debe cruzarse un río.

 

Las cuevas del área, que con frecuencia terminan en un cuerpo de agua que a los ojos del maya antiguo debió haber caracterizado una barrera impasable, son la entrada a una área acuática, “un acceso al vientre de la tierra, con la boca del monstruo terrestre, entendiendo la cueva como una cámara funeraria”, narró.

 

El cenote sagrado de Chichén Itzá, que constituye el epítome de la actividad ritual en torno a las cuevas y cenotes, evidencia el papel central que estos simbolizaron en la geografía de lo sagrado, eran al mismo tiempo espacios sacros y representaciones del poder de quienes ejercían el control sobre ellos, y un recordatorio constante del mito de la creación y recreación del universo, precisó.

 

En su oportunidad, Laura González Matute, del Museo de Arte Moderno, al hablar de La imagen de la muerte en la obra de José Guadalupe Posada, opinó que las calaveras del artista tienen sus fuentes en lo más hondo de la historia y de la entraña del alma mexicana.

 

Si bien la vida de Posada no fue trascendente, es en su obra en donde se encuentra su sentimiento, su pensamiento y su imaginación que se despliega en su prodigiosa actividad creadora. No obstante, murió en el total anonimato ya que, como apunta Agustín Sánchez, “fue a parar a la fosa común, junto con otras calaveras  anónimas, como las que dibujó”, comentó.

 

En su trabajo se descubre una extraordinaria intuición e imaginación. Sus personajes son sintéticos y metafóricos. Su producción, difundida en hojas volantes desde 1900, ilustró corridos, canciones, noticias de todo tipo y oraciones. Sin embargo, su creación más connotada son sus excelsas calaveras, que “nos invitan a convivir con el mundo del más allá en este más acá”, concluyó.

 

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FOTO 01

La antropóloga Lucy Medrano Chan participó en el Segundo Congreso Latinoamericano de Ciencias Sociales y Humanidades, Imágenes de la muerte, realizado en la UACSHUM de la UNAM en Mérida.

 

FOTO 02.

La antropóloga Georgina Reyes Gutiérrez dijo en la UNAM que en ninguna sociedad los menores pueden sobrevivir privados de cuidados especiales.

 

FOTO 03

El investigador Sergio López Alonso señaló que al tratamiento funerario se le ha determinado como fuente de información de la organización y estructura de las sociedades antiguas.

 

FOTO 04

El especialista Guillermo de Anda conversó en la UNAM sobre la importancia de los cenotes en la cosmogonía maya, basado en fuentes históricas y evidencia arqueológica.

 

FOTO 05

Laura González Matute comentó sobre La imagen de la muerte en la obra de José Guadalupe Posada, en el Segundo Congreso Latinoamericano de Ciencias Sociales y Humanidades, organizado por la UNAM.