06:00hrs.  22 de Marzo de 2006

 

 

Boletín UNAM-DGCS-209

Ciudad Universitaria

 


Miguel Garcìa Reyes

Miguel Garcìa Reyes

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HABRÍA ESCASEZ EXTREMA DE AGUA EN MÉXICO EN EL 2040; NECESARIO INVERTIR 735 MIL MDP, ALERTAN EXPERTOS DE LA UNAM

 

 

Problemas serios de escasez de agua y freno en su desarrollo  enfrentará México, si no trata el asunto del agua como uno de seguridad nacional, por lo tanto debe realizar cambios radicales  en su manejo y así frenar la insuficiencia extrema a la que se encamina  para el año 2040, afirmaron expertos de la UNAM, quienes estimaron en 735 mil millones de pesos el monto de las inversiones necesarias para atajar la crisis del líquido.

 

En entrevistas y publicaciones, profesores e investigadores universitarios coincidieron en que tal debacle no es una amenaza futura, sino un proceso que ya se deja sentir y que podría alcanzar niveles críticos en el primer cuarto del presente siglo.

 

Según el especialista en Geopolítica, Miguel García Reyes, diez millones de mexicanos sufren ya de estrés hídrico, es decir, cuando el suministro anual desciende a menos de mil 700 metros cúbicos per cápita. Agregó que el volumen mínimo requerido por persona al día es de 50 litros; empero, en el mundo en desarrollo es de apenas 10, mientras que en Norteamérica y Europa alcanza 150 litros.

 

El profesor de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales reveló que en el orbe grupos sociales y estados se han protagonizado ya unos mil 800 conflictos por el uso compartido de agua dulce.

 

Estimó que de continuar las tendencias, para el año 2020 África ya no tendrá líquido potable; Asia, para 2025, y América Latina y El Caribe sufrirán una severa escasez para 2040, incluido México. Para 2030 más de dos mil 800 millones de habitantes de 48 naciones, sufrirán estrés hídrico. De esos Estados, 40 están en África y Medio Oriente.

 

En este marco, la académica universitaria Julia Carabias advierte, junto con otros autores en su más reciente publicación sobre el tema: “Agua, Medio Ambiente y Sociedad”, que si no hay una transformación en el manejo del recurso, en 25 años nuestro país verá frenado su desarrollo por su falta en varias ciudades, tendrá insuficiencia agroproductiva, colapso de ecosistemas y agravamiento de los problemas de salud pública.

 

Según el texto editado por la UNAM y diversas instituciones académicas, el potencial de agua disponible de forma natural en el país es de 476 kilómetros cúbicos.

 

En el año 2000, se informa, con una población de 97 millones de ciudadanos, la capacidad natural media por habitante se calculaba en 4 mil 900 metros cúbicos anuales y para el 2004 se estimó en  4 mil 547. Esta cifra coloca a nuestro territorio en una baja posición de acceso, lo que resulta preocupante. Ello resalta si se compara con 1955, cuando este índice era de 11 mil 500 metros cúbicos.

 

Sin embargo, se prevé para 2025, con el aumento de población y deterioro de cuerpos freáticos, que descenderá hasta 3 mil 822 metros cúbicos por individuo al año. Así, se advierte que uno de los mayores retos que enfrenta la humanidad en el siglo XXI es tener suficiente agua limpia.

 

Ello, porque la contaminada causa 80 por ciento de las enfermedades  en países en vías de desarrollo; provoca la muerte de 2.2 millones de personas al año, de las cuales la mitad son niños menores de cinco años; mil 500 millones de enfermos de parasitosis intestinal y 400 millones de casos de malaria anualmente, resalta.

 

Al abordar el tema de la calidad del agua, Marisa Mazari Hiriart, del Instituto de Ecología (IE), planteó la necesidad de modernizar en México las evaluaciones realizadas, y contar con indicadores clave para conocer las condiciones del líquido en zonas urbanas y rurales.

 

Precisó que su turbiedad puede repercutir en la salud humana de manera inmediata, a través de enfermedades gastrointestinales, así como a mediano y largo plazos, al provocar  efectos que pueden llegar a ser irreversibles en hígado, riñón, sistema nervioso central, vejiga y  colon, y presentarse como úlcera y cáncer gástrico, y en el sistema reproductivo, al causar incluso abortos.

 

La especialista consideró dañinos los compuestos químicos de tipo orgánico, como disolventes industriales, y subproductos de combustibles o plaguicidas. Además existen otros tóxicos generados al clorar en exceso el agua con materia orgánica, llamados trihalometanos.

 

Alertó que en los sistemas hídricos de la Zona Metropolitana de la Ciudad de México, tanto superficiales como subterráneos, se ha encontrado la bacteria Helicobacter Pylori, que se adquiere desde la niñez y permanece toda la vida, la cual está asociada a ulceraciones y neoplasias gástricas. Sin embargo, no todos los microorganismos de este tipo son patógenos.

 

La prevalencia en países desarrollados de ésta es menor de 10 por ciento, mientras que en el mundo emergente afecta a más de la mitad  de la población, refirió, tras señalar que este tema está en investigación de la comunidad científica internacional.

 

Aseveró que en ocasiones los efectos a la salud por consumo de agua de mala calidad, se confunden al relacionarse con la ingesta de alimentos contaminados al ser regados con vertidos residuales, o a la contaminación del aire.

 

Marisa Mazari expuso que las fuentes afectadas externas alteran los veneros internos. “Bombear este líquido de los sistemas de agua subterránea es como una succión de esos contaminantes que se encuentran en la superficie”.

 

Dijo que su calidad puede conocerse a través de mediciones físicas, químicas y biológicas. Las primeras son temperatura, pH, color y olor; mientras que las segundas se refieren al contenido de compuestos de tipo inorgánico, de sales por ejemplo, calcio o sodio.

 

Desde el punto de vista microbiológico se miden bacterias indicadores para tener una idea si existe o no presencia fecal, tanto de origen humano como animal, aunque, aclaró, no hay una visión completa sobre virus y parásitos resistentes a la desinfección con cloro.

 

De acuerdo con los investigadores consultados y los datos que manejan en sus publicaciones, algunos de los índices de la crisis mundial del agua son los siguientes: cerca de 40 por ciento de la población vive en países con estrés moderado y severo; el consumo per cápita en naciones desarrolladas es ocho veces mayor que en las no industrializadas.

 

Asimismo, la sexta parte de la humanidad no tiene acceso a líquido potable (mil 100 millones) y casi 40 por ciento carece de saneamiento (dos mil 400 millones). En los Estados emergentes se estima que 90 por ciento de las aguas residuales se vierten a los ríos sin ningún tipo de tratamiento previo, y además se usan para riego.

 

En México, 77 por ciento del recurso se usa en el sector agropecuario; 10 en la industria, y 13 por ciento para el abastecimiento público. Los volúmenes ubicados en cuencas y acuíferos de los ecosistemas son base del sustento social, tanto para satisfacer la necesidad primaria de consumo y de limpieza, como para el desarrollo de las actividades económicas.

 

Si se toma en cuenta la distribución poblacional, el rubro comercial y las tasas de crecimiento por regiones, resulta que es un factor financiero limitante en el centro, norte y noroeste del territorio, donde se concentran estos factores y se presenta  tan sólo 32 por ciento del escurrimiento nacional.

 

En contraste, en el sureste ese indicador es más alto y llega a 68 por ciento, aunque la paradoja es que en esta zona se localiza la mayoría de las localidades con grado de marginación alto o muy alto.

 

En este contexto, Valeria Souza, investigadora y secretaria académica del IE, hizo un llamado a la conservación en México de un sitio único, un oasis en medio del desierto, ubicado en Cuatro Ciénegas, Coahuila, donde hay un modelo de vida temprana del planeta.

 

Este sitio, alertó, está en peligro de extinción, debido a problemas por el agua en el Norte del país. El área está protegida y con ello los peces y plantas, pero no el líquido, que es explotado por agricultores.

 

Se trata, dijo, de 300 pozas de agua cristalina sin nutrientes, donde coexisten especies de hace millones de años. No contiene fósforo. Es la vida temprana, antes de las plantas. “Es un sistema vivo, modelo del principio de la diversidad en el planeta, con agua salada, la cual contiene altas cantidades de arsénico y níquel”.

 

Hay 70 variedades de vertebrados endémicos, así como bacterias de las que no hay otra referencia. Entre las más importantes están los peces del desierto y las tortugas acuáticas, concluyó.

 

Los universitarios también señalan en sus análisis que a pesar de que 70 por ciento de la superficie del planeta está compuesta por agua, 97.5 es salina, contenida en océanos, y sólo 2.5 por ciento es dulce.

 

De ésta última, 68.9 por ciento está congelada en bancos de hielo, glaciares y nieves perpetuas, y en la humedad del suelo; 30.8 se almacena en áreas subterráneas, y poco menos de 0.3 se localiza en lagos, lagunas, ríos y humedales.

 

Menos del uno por ciento del recurso dulce del mundo entre superficial y subterráneo está disponible para el uso humano y el mantenimiento de los ecosistemas. Sin embargo, su distribución natural es desigual en las distintas regiones del orbe y según la época del año. En el Continente Americano se concentra  47 por ciento del total mundial, seguido por Asia (32 por ciento), Europa (7 por ciento) África (9 por ciento), y Australia y Oceanía con el resto.

  

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FOTO 1

Miguel García Reyes, profesor de la FCPyS de la UNAM, informó que el volumen mínimo de agua requerido por persona al día es de 50 litros; empero, en el mundo en desarrollo es de apenas 10.

 

FOTO 2

Marisa Mazari Hiriart, del Instituto de Ecología de la UNAM, alertó que en los sistemas hídricos de la Ciudad de México, tanto superficiales como subterráneos, se ha encontrado la bacteria Helicobacter Pylori.

 

FOTO 3.

En Cuatro Ciénegas, Coahuila, hay un modelo de vida temprana del planeta. Son 300 pozas de agua cristalina sin nutrientes, donde coexisten especies de hace millones de años, revelan expertos de la UNAM.

 

FOTO 4

Valeria Souza, investigadora y secretaria académica del Instituto de Ecología de la UNAM, llamó a conservar el oasis de Cuatro Ciénegas, Coahuila, un sitio único en México.