Boletín
UNAM-DGCS-190
Mérida, Yucatán
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CONSTITUYEN LOS
MUERTOS PARTE IMPRESCINDIBLE DE LA MEMORIA DE AMÉRICA LATINA
Con independencia
de sus experiencias históricas, en América Latina los muertos son parte
imprescindible de la memoria. A través de los eslabones entre vivos y
fallecidos se encadena lo somático y lo psíquico, lo individual y lo colectivo,
el orden biológico y el social, incluso lo humano y lo divino, señaló Mario
Humberto Ruz Sosa, director de la Unidad Académica de Ciencias Sociales y
Humanidades (UACSHUM) de la UNAM en esta ciudad.
Al iniciar el Segundo
Congreso Latinoamericano de Ciencias Sociales y Humanidades, “Imágenes de la
Muerte”, organizado por la UNAM, en colaboración con el Gobierno de Yucatán, el
Ayuntamiento de Mérida, el Instituto Nacional de Antropología e Historia y la
Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Perú, aseguró que aproximarse a este
fenómeno desde una perspectiva integral, no es un mero artilugio para
satisfacer ansias metodológicas.
“Desvanecidos,
incorpóreos o intangibles, los difuntos colaboran en estrechar la identidad del
gran pueblo latinoamericano que se hermana, entre otras múltiples cosas, en su
forma de vivir la muerte”, dijo en el Auditorio de la UACSHUM.
Ruz Sosa explicó
que si la identidad se construye, reformula y reconstruye continuamente,
tomando siempre como referente al otro, “en muchos de nuestros pueblos los
muertos se ubican en una posición privilegiada, en tanto que siguen siendo
parte de nosotros, a la vez que son también otros”.
A caballo entre la memoria y el olvido, que no
son sino otra forma de expresar el continuo intencional entre el pasado y el
futuro, la comunidad de los antepasados perecidos colabora en la continua
construcción de las comunidades vivas de nuestros pueblos, que anclan su
permanencia en el recuerdo, aseveró.
Afirmó que unidos,
muertos y vivos reconstruyen día tras día, desde sus propios calendarios y
espacios, la posibilidad de la permanencia identitaria, porque el permanecer
conlleva, de modo imprescindible, recuperar aquella parte de la identidad que
encarnan los difuntos.
Si se deja perecer
definitivamente a los muertos en esa muerte definitiva que es la nada del
olvido, arrastrarán en su fenecer a los vivos. Sin ellos, dijo, sin lo que
encarnan pese a concebirse descarnados, se cancelan las perspectivas de
proyección. Para un pueblo no hay posibilidad del futuro sin memoria del
origen.
Mario Humberto Ruz
comentó que el fenómeno mortuorio trasciende sus características de suceso
biológico, para insertarse en le sistema de representaciones simbólicas, desde
las civilizaciones presentes y pasadas.
Ello explica, a la
vez, por qué dicho acontecimiento, íntimamente ligado a la reflexión cultural
de todos los pueblos, ha suscitado la atención de los humanistas y los
científicos sociales, en particular desde una perspectiva religiosa, pero no
únicamente desde ahí.
No obstante el
hincapié en las construcciones simbólicas a que ha dado origen, la muerte no es
sólo un significante cultural, argumentó. Como fenómeno biológico participa de
manera preponderante en rubros como la demografía poblacional o la salud
pública, pero también incide en la conformación de las unidades de
productores-consumidores.
Como hecho social
influye en le desarrollo, entre otros, de procesos legislativos, reglamentos
sanitarios y modificación de testamentos; así como en manifestaciones
artísticas en múltiples campos: literatura, cultura, arquitectura, grabado,
escultura y música.
Al inaugurar el
congreso, Carmen Zita Solís Robleda, secretaria de Educación de Yucatán,
subrayó que Mérida es una ciudad que tiene una rica tradición en ocuparse y
preocuparse por el tema de la muerte.
“No sólo en Yucatán
sino en todo el país se habla mucho en la literatura que la muerte, es una
presencia en nuestra sociedad. Culturalmente se siente la presencia de esta
idea y de quienes han perecido en las familias y en la sociedad, todavía como
actores importantes de nuestra vida cotidiana”, recordó.
Celebró que en la
UNAM se reúnan especialistas para tocar este tema, y que estén en un país y un
estado donde hay, como decía Carlos Pellicer, “obsesión por la muerte”, y que
se estudie desde la perspectiva de la literatura, la filosofía, la
antropología, y de las distintas ciencias sociales.
La atención que se
le preste al tema habla de los asuntos que nos preocupan, ocupan e interesan, y
comprometen a todos los seres humanos, independientemente de la cultura de la
que formemos parte, aclaró.
En la ponencia
inaugural del Congreso, Mercedes de la Garza Camino, directora del Instituto de
Investigaciones Filológicas (IIFL), se refirió a La cara vital de la muerte en
el pensamiento maya.
Destacó que a
diferencia del pensamiento cristiano, en el cual la verdadera vida del hombre
viene tras la muerte del cuerpo, para los antiguos mayas esta existencia estaba
aquí en la tierra, y consistía en cumplir con la misión para la que fueron
creado por los dioses: venerarlos y alimentarlos.
Para realizar esa
misión, los hombres debían propiciar la vida, luchar contra todo lo que
atentara contra ella, y mantener un orden social que permitiera el cumplimiento
del ritual. Ello significa que la finalidad de la existencia misma no está en
un más allá, sino en vivir ésta de la mejor manera posible. Por eso la muerte
era lo más temido.
Por una parte, los
mayas creían en la inmortalidad de los hombres, y por la otra, perecer fue considerado no sólo como complemento de
la vida humana, sino como una fuerza cósmica complementaria de las energías
vitales, asociada con el inframundo, la oscuridad, el caos, la irracionalidad,
la destrucción, en tanto que la vida se asoció con el cielo, la luz, el orden,
la racionalidad y la creación.
Esta concepción se
halla en las representaciones plásticas, los mitos y las variadas y complejas
prácticas funerarias de los antiguos mayas.
Así, esta
civilización tuvo conciencia de este fenómeno como algo consustancial a la
vida, y tanto la muerte como la vida son generadas por fuerzas sagradas o
deidades que residen principalmente en el cielo y en el inframundo, concluyó la
directora del IIFL.
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FOTO 01
Asistentes a la
inauguración del Segundo Congreso Latinoamericano de Ciencias Sociales y Humanidades,
“Imágenes de la Muerte”, organizado por la UNAM, el Gobierno del Estado de
Yucatán, y otras entidades académicas y culturales.
FOTO 02
Mario Humberto
Ruz Sosa, director de la UACSHUM de la UNAM, y Mercedes de la Garza, directora
del IIFL, durante la inauguración del Segundo Congreso Latinoamericano de
Ciencias Sociales y Humanidades.
FOTO 03.
Nanda Leonardini,
Mario Humberto Ruz, Mercedes de la Garza, Carmen Zita Solís, Domingo Rodríguez
y Josefa Iglesias durante la inauguración del Segundo Congreso Latinoamericano
de Ciencias Sociales y Humanidades.
FOTO 04
Mercedes de la
Garza, directora del Instituto de Investigaciones Filológicas de la UNAM, dictó
la conferencia La cara vital de la muerte en el pensamiento maya, dentro del Segundo
Congreso Latinoamericano de Ciencias Sociales y Humanidades.