14:00 hrs.  06 de Marzo de 2006

 

 

Boletín UNAM-DGCS-167

Ciudad Universitaria

 


Marisa Belausteguigoitia

Pie de foto al final de boletín

 

INIQUIDAD Y EXCLUSIÓN HACIA LAS MUJERES, SÍNTOMAS DE LA SOCIEDAD MEXICANA

 

 

Aún no hay equidad de género en México, a pesar de que las mujeres son mayoría y los avances democráticos alcanzados que las benefician: ellas siguen siendo excluidas en ámbitos como el político y el laboral, advirtieron académicas universitarias.

 

Pese a que de acuerdo con el Conteo de Población y Vivienda 2005, en el país el número de mujeres es mayor en poco más de dos millones de personas, porque  hay 52.96 millones de mujeres y 50.12 millones de hombres, mientras no haya igualdad plena la democracia no podrá ser completa, agregaron.

 

En tanto que Marisa Belausteguigoitia Rius, directora del Programa Universitario de Estudios de Género (PUEG) resaltó que, en general, la situación del empleo en el sector femenino en nuestro territorio es peor a la del masculino, los salarios son bajos y las condiciones para las casadas o embarazadas son indeseables; en pleno siglo XXI persisten altos índices de mortandad por cáncer cérvico uterino, malos tratamientos e interrupción de la gestación.

 

“Falta representación política y líderes femeninas”. Además, hay graves problemas en todo el país, como los feminicidios de Ciudad Juárez, Chihuahua, situación a la que no se ha prestado una actitud responsable para solucionarla, y en algunos informes parecería un mito, “pero son asesinatos comprobados por organizaciones nacionales e internacionales”, reiteró.

 

Por su parte, Leticia Sánchez Vargas, jefa de la carrera de Pedagogía de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Aragón, subrayó que a pesar de los espacios conquistados a través de grandes movimientos, “la situación todavía es difícil, porque sigue la exclusión en muchos ámbitos. Pero lo más grave es la violencia en el hogar y la calle, en instituciones y otros lugares”.

 

Es en la vida cotidiana donde faltan mayores avances, añadió. Hay muchas aún sin acceso a mayores niveles de estudio; ahí es donde la problemática se vuelve más grave, porque difícilmente pueden sentirse violentadas si ni siquiera saben que están en tal situación o que son apartadas de los servicios, en lo educativo o lo político.

 

Al respecto, Minerva Zambrano Sánchez, corresponsable del Programa de Estudios de Género en la FES Aragón, detalló que las principales mejoras se han dado en el ámbito legal; empero, para que permee de una ley a la vida cotidiana hay mucha distancia. “Hace falta no sólo conciencia, sino conocer nuestros derechos y obligaciones, porque en ocasiones se es objeto de violencia y no se sabe como responder, porque implica situaciones emocionales, sentimentales, de las personas con las que se relaciona”.

 

Belausteguigoitia Rius destacó que, por un lado, México tiene una frontera norte lastimada, con signos de impunidad visibles y al parecer imposibles de eliminar, una justicia fragmentada, y una representación política escasa.

 

Por el otro, se cuenta con una “agenda educativa, de mayor representación, mejores programas de salud, en la que se pone especial énfasis a la migración y todo lo que genera el cruce de fronteras, de una forma no sólo eficiente y compasiva, sino atenta” a que cada vez hay más mujeres en este flujo, indicó.

 

En ese sentido, la directora del PUEG comentó que desde los años 90 se ha quintuplicado el paso de mujeres solas que van a Estados Unidos, lo que “significa repensar la familia, porque la mayoría de ellas se va a ganar remesas, y no se casan o dejan a sus hijos en el país; es decir, al menos una quinta parte de las familias mexicanas están ‘descompuestas’ entre México y el vecino del norte”.

 

Hay un panorama desalentador por la gran pobreza y la poca representación política, pero también múltiples propuestas, las hay en diferentes organizaciones, partidistas y no partidistas, con las cuales el PUEG trabaja, en la Cámara de Diputados, el Instituto Nacional de las Mujeres (INMUJERES) o en organismos no gubernamentales, para formular una agenda comprometida con todos los sectores, aclaró.

 

El Programa busca una ciudadanía integral y completa de indígenas, migrantes, obreras, maquiladoras, amas de casa, campesinas, de clase media y  profesionistas, que comparten menores sueldos a igual trabajo, empleo con triples jornadas y sin división de tareas domésticas, informó.

 

Marisa Belausteguigoitia dijo que todo lo que tiene que ver con disminución del ingreso, empobrecimiento nacional y de las clases sociales recae en las mujeres, porque son ellas “las que reparan el desgaste de los maridos y de los hijos; son las grandes sanadoras de las heridas nacionales, gratis y sin reconocimiento”.

 

Minerva Zambrano aseveró que los avances obtenidos abren camino, “ya no nos toca luchar como las sufragistas a finales del siglo XVII, ni vamos a la guillotina o a la hoguera, pero hay que seguir trabajando en otros ámbitos”. El panorama todavía se ve difícil, “hay mayor apertura y más información, pero si no transformamos nuestras formas de vida no llegaremos lejos”.

 

Leticia Sánchez Vargas apuntó que las mexicanas han conquistado muchos espacios, pero todavía hay un muro invisible que no las deja: el patriarcado. En todo caso, deben tomar en cuenta la solidaridad de género, porque mientras una escala puestos, otra le cierra puertas o le pone obstáculos para que no avance. “Ahí deben trabajar mucho las mismas mujeres”.

 

La violencia

Los feminicidios en Ciudad Juárez, las violaciones a turistas en Guanajuato, las mujeres de la tercera edad asesinadas en la Ciudad de México o las indígenas chiapanecas vendidas por sus padres, parecerían recrudecer la violencia nacional contra ellas.

 

Para Marisa Belausteguigoitia ello no significa un aumento de la brutalidad, sino que dada la conciencia de las mujeres, el trabajo desde los estudios de género, estas situaciones se reportan más. “Gracias a conferencias internacionales, al compromiso de la UNAM y el gobierno con la equidad de las mujeres frente a los hombres, se han hecho más visibles”.

 

A veces se denuncian los casos, y sólo se visualiza el problema, pero no se presenta la justicia. Este sector se ha manifestado en todos lados, hay voluntad de cambio y se cuenta con la participación de muchos hombres, pero ahora se requieren mecanismos gubernamentales y ciudadanos para tener situaciones laborales, médicas y de representación política más eficientes en contra de ese fenómeno.

 

Según cifras del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática, durante 2003 nueve millones 64 mil 458 mujeres  mayores de 15 años (46 por ciento del total) sufrieron al menos un incidente de violencia, y los grupos de edad más afectados fueron de 15 a 19 años (55.8 por ciento de este sector), 25 a 29 años (52), 20 a 24 (50.8) y 30 a 34 (50.4).

 

Por nivel de instrucción, las más vulneradas fueron las de secundaria completa con 52.2 por ciento de ese grupo, seguidas por quienes cursaron algún año en educación media superior (48.7), primaria completa y secundaria incompleta (48.4), y primaria incompleta (46.4).

 

En ese sentido, Minerva Zambrano consideró que los programas contra la violencia en nuestro país son valiosos por el simple hecho de existir; pero de ahí a que trasciendan la vida cotidiana hay una gran distancia. “Muchos se han abocado a informar y concientizar, pero a veces eso no es suficiente”.

 

En ocasiones van dirigidos a grupos particulares sujetos a gran intimidación, pero hay otros completamente desatendidos. Por ejemplo, señaló, se cree que una estudiante universitaria por tener toda la información no estará sujeta al maltrato, pero a veces ni siquiera advierte que está inmersa en tal situación.

 

Además, refirió Leticia Sánchez, en varias entidades de la República estos programas luchan contra los usos y costumbres, ante los cuales no tienen nada que hacer. Pero también se enfrentan a jerarquías de poder, que en los niveles más altos siguen ocupadas por hombres.

 

Marisa Belausteguigoitia opinó que el PUEG ha sido fundamental en la creación de otros departamentos, programas y centros de estudios de género, abocados a la defensa y análisis de las mujeres. Además, forma cuadros de funcionarios públicos en organizaciones no gubernamentales, para saber qué hacer en los planos educativo, de la salud o político para lograr la equidad.

 

“Somos un Programa que impulsa la igualdad, el conocimiento acerca de las mujeres, para visibilizar las formas y asimetrías en todos los campos. Eso demuestra que la Universidad está interesada en el desarrollo del país, porque no puede haber democracia si no hay equidad”, enfatizó.

 

La celebración del Día Internacional de la Mujer el 8 de marzo es un momento idóneo para “llamar la atención frente a los grandes problemas y heridas nacionales: Ciudad Juárez, nuestras indígenas, las maquiladoras, las migrantes, etcétera; pero también en torno a su agenda, que tiene que ver con propuestas precisas. Se tiene mucho que decir, pero falta tomar las medidas necesarias para una ciudadanía integral y equitativa”, concluyó Marisa Belausteguigoitia.

 

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FOTO 1.

 

Todo lo relacionado con disminución del ingreso, empobrecimiento nacional y de las clases sociales recae en las mujeres, afirmó Marisa Belausteguigoitia, directora del PUEG de la UNAM.

 

 

FOTO 2

 

Minerva Zambrano y Leticia Sánchez Vargas, funcionarias de la FES Aragón de la UNAM, se refirieron a la iniquidad y exclusión que experimentan las mujeres en nuestro país.