Boletín
UNAM-DGCS-167
Ciudad
Universitaria
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Aún no hay equidad
de género en México, a pesar de que las mujeres son mayoría y los avances
democráticos alcanzados que las benefician: ellas siguen siendo excluidas en
ámbitos como el político y el laboral, advirtieron académicas universitarias.
Pese a que de
acuerdo con el Conteo de Población y Vivienda 2005, en el país el número de
mujeres es mayor en poco más de dos millones de personas, porque hay 52.96 millones de mujeres y 50.12
millones de hombres, mientras no haya igualdad plena la democracia no podrá ser
completa, agregaron.
En tanto que Marisa
Belausteguigoitia Rius, directora del Programa Universitario de Estudios de
Género (PUEG) resaltó que, en general, la situación del empleo en el sector
femenino en nuestro territorio es peor a la del masculino, los salarios son
bajos y las condiciones para las casadas o embarazadas son indeseables; en
pleno siglo XXI persisten altos índices de mortandad por cáncer cérvico
uterino, malos tratamientos e interrupción de la gestación.
“Falta
representación política y líderes femeninas”. Además, hay graves problemas en
todo el país, como los feminicidios de Ciudad Juárez, Chihuahua, situación a la
que no se ha prestado una actitud responsable para solucionarla, y en algunos
informes parecería un mito, “pero son asesinatos comprobados por organizaciones
nacionales e internacionales”, reiteró.
Por su parte,
Leticia Sánchez Vargas, jefa de la carrera de Pedagogía de la Facultad de
Estudios Superiores (FES) Aragón, subrayó que a pesar de los espacios
conquistados a través de grandes movimientos, “la situación todavía es difícil,
porque sigue la exclusión en muchos ámbitos. Pero lo más grave es la violencia
en el hogar y la calle, en instituciones y otros lugares”.
Es en la vida
cotidiana donde faltan mayores avances, añadió. Hay muchas aún sin acceso a mayores
niveles de estudio; ahí es donde la problemática se vuelve más grave, porque
difícilmente pueden sentirse violentadas si ni siquiera saben que están en tal
situación o que son apartadas de los servicios, en lo educativo o lo político.
Al respecto, Minerva
Zambrano Sánchez, corresponsable del Programa de Estudios de Género en la FES
Aragón, detalló que las principales mejoras se han dado en el ámbito legal;
empero, para que permee de una ley a la vida cotidiana hay mucha distancia.
“Hace falta no sólo conciencia, sino conocer nuestros derechos y obligaciones,
porque en ocasiones se es objeto de violencia y no se sabe como responder,
porque implica situaciones emocionales, sentimentales, de las personas con las
que se relaciona”.
Belausteguigoitia Rius
destacó que, por un lado, México tiene una frontera norte lastimada, con signos
de impunidad visibles y al parecer imposibles de eliminar, una justicia
fragmentada, y una representación política escasa.
Por el otro, se
cuenta con una “agenda educativa, de mayor representación, mejores programas de
salud, en la que se pone especial énfasis a la migración y todo lo que genera
el cruce de fronteras, de una forma no sólo eficiente y compasiva, sino atenta”
a que cada vez hay más mujeres en este flujo, indicó.
En ese sentido, la
directora del PUEG comentó que desde los años 90 se ha quintuplicado el paso de
mujeres solas que van a Estados Unidos, lo que “significa repensar la familia,
porque la mayoría de ellas se va a ganar remesas, y no se casan o dejan a sus
hijos en el país; es decir, al menos una quinta parte de las familias mexicanas
están ‘descompuestas’ entre México y el vecino del norte”.
Hay un panorama
desalentador por la gran pobreza y la poca representación política, pero
también múltiples propuestas, las hay en diferentes organizaciones, partidistas
y no partidistas, con las cuales el PUEG trabaja, en la Cámara de Diputados, el
Instituto Nacional de las Mujeres (INMUJERES) o en organismos no
gubernamentales, para formular una agenda comprometida con todos los sectores,
aclaró.
El Programa busca
una ciudadanía integral y completa de indígenas, migrantes, obreras,
maquiladoras, amas de casa, campesinas, de clase media y profesionistas, que comparten menores
sueldos a igual trabajo, empleo con triples jornadas y sin división de tareas
domésticas, informó.
Marisa
Belausteguigoitia dijo que todo lo que tiene que ver con disminución del
ingreso, empobrecimiento nacional y de las clases sociales recae en las
mujeres, porque son ellas “las que reparan el desgaste de los maridos y de los
hijos; son las grandes sanadoras de las heridas nacionales, gratis y sin
reconocimiento”.
Minerva Zambrano
aseveró que los avances obtenidos abren camino, “ya no nos toca luchar como las
sufragistas a finales del siglo XVII, ni vamos a la guillotina o a la hoguera,
pero hay que seguir trabajando en otros ámbitos”. El panorama todavía se ve
difícil, “hay mayor apertura y más información, pero si no transformamos
nuestras formas de vida no llegaremos lejos”.
Leticia Sánchez
Vargas apuntó que las mexicanas han conquistado muchos espacios, pero todavía
hay un muro invisible que no las deja: el patriarcado. En todo caso, deben
tomar en cuenta la solidaridad de género, porque mientras una escala puestos,
otra le cierra puertas o le pone obstáculos para que no avance. “Ahí deben
trabajar mucho las mismas mujeres”.
La violencia
Los feminicidios en
Ciudad Juárez, las violaciones a turistas en Guanajuato, las mujeres de la
tercera edad asesinadas en la Ciudad de México o las indígenas chiapanecas
vendidas por sus padres, parecerían recrudecer la violencia nacional contra
ellas.
Para Marisa
Belausteguigoitia ello no significa un aumento de la brutalidad, sino que dada
la conciencia de las mujeres, el trabajo desde los estudios de género, estas
situaciones se reportan más. “Gracias a conferencias internacionales, al
compromiso de la UNAM y el gobierno con la equidad de las mujeres frente a los
hombres, se han hecho más visibles”.
A veces se
denuncian los casos, y sólo se visualiza el problema, pero no se presenta la
justicia. Este sector se ha manifestado en todos lados, hay voluntad de cambio
y se cuenta con la participación de muchos hombres, pero ahora se requieren
mecanismos gubernamentales y ciudadanos para tener situaciones laborales,
médicas y de representación política más eficientes en contra de ese fenómeno.
Según cifras del
Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática, durante 2003 nueve
millones 64 mil 458 mujeres mayores de
15 años (46 por ciento del total) sufrieron al menos un incidente de violencia,
y los grupos de edad más afectados fueron de 15 a 19 años (55.8 por ciento de
este sector), 25 a 29 años (52), 20 a 24 (50.8) y 30 a 34 (50.4).
Por nivel de
instrucción, las más vulneradas fueron las de secundaria completa con 52.2 por
ciento de ese grupo, seguidas por quienes cursaron algún año en educación media
superior (48.7), primaria completa y secundaria incompleta (48.4), y primaria
incompleta (46.4).
En ese sentido, Minerva Zambrano consideró
que los programas contra la violencia en nuestro país son valiosos por el
simple hecho de existir; pero de ahí a que trasciendan la vida cotidiana hay
una gran distancia. “Muchos se han abocado a informar y concientizar, pero a
veces eso no es suficiente”.
En ocasiones van dirigidos a grupos
particulares sujetos a gran intimidación, pero hay otros completamente
desatendidos. Por ejemplo, señaló, se cree que una estudiante universitaria por
tener toda la información no estará sujeta al maltrato, pero a veces ni
siquiera advierte que está inmersa en tal situación.
Además, refirió
Leticia Sánchez, en varias entidades de la República estos programas luchan
contra los usos y costumbres, ante los cuales no tienen nada que hacer. Pero
también se enfrentan a jerarquías de poder, que en los niveles más altos siguen
ocupadas por hombres.
Marisa
Belausteguigoitia opinó que el PUEG ha sido fundamental en la creación de otros
departamentos, programas y centros de estudios de género, abocados a la defensa
y análisis de las mujeres. Además, forma cuadros de funcionarios públicos en
organizaciones no gubernamentales, para saber qué hacer en los planos
educativo, de la salud o político para lograr la equidad.
“Somos un Programa que impulsa la
igualdad, el conocimiento acerca de las mujeres, para visibilizar las formas y
asimetrías en todos los campos. Eso demuestra que la Universidad está
interesada en el desarrollo del país, porque no puede haber democracia si no
hay equidad”, enfatizó.
La celebración del Día Internacional de
la Mujer el 8 de marzo es un momento idóneo para “llamar la atención frente a
los grandes problemas y heridas nacionales: Ciudad Juárez, nuestras indígenas,
las maquiladoras, las migrantes, etcétera; pero también en torno a su agenda,
que tiene que ver con propuestas precisas. Se tiene mucho que decir, pero falta
tomar las medidas necesarias para una ciudadanía integral y equitativa”,
concluyó Marisa Belausteguigoitia.
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FOTO 1.
Todo lo
relacionado con disminución del ingreso, empobrecimiento nacional y de las
clases sociales recae en las mujeres, afirmó Marisa Belausteguigoitia,
directora del PUEG de la UNAM.
FOTO 2
Minerva Zambrano
y Leticia Sánchez Vargas, funcionarias de la FES Aragón de la UNAM,
se refirieron a la iniquidad y exclusión que experimentan las mujeres en nuestro
país.