Boletín
UNAM-DGCS-161
Ciudad
Universitaria
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El 80 por ciento de los trabajos
científicos internacionales está registrado en una base de datos de patentes, y
cada año un millón de invenciones buscan su registro e incorporación a ese
padrón, informó Carmen Álvarez Buylla-Roces, coordinadora de Propiedad Intelectual
de la Coordinación de la Investigación Científica (CIC) de la UNAM.
Cada vez más
desarrollos de la ciencia buscan ingresar sus innovaciones debido, entre otras
cosas, a las leyes y normas que rigen a las universidades, así como a las
fuentes de financiamiento que estos adelantos generan, agregó la funcionaria.
Al dictar la
conferencia La propiedad Intelectual y la investigación científica, explicó que
uno de los objetivos del Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial (IMPI)
es precisamente conceder derechos exclusivos de explotación a empresas,
individuos, instituciones o centros de investigación, que idean o elaboran
productos de aplicación comercial.
De acuerdo con el
último informe de este Instituto, indicó, en 2003 las solicitudes de patentes
extranjeras en México ascendieron casi a 12 mil y se otorgaron cinco mil 887.
En tanto que a los residentes nacionales se les concedieron 121 de un total de
468 requerimientos.
Álvarez Buylla-Roces refirió que la
Coordinación de Propiedad Intelectual de la CIC trabaja para la construcción de
una política integral en la materia con seminarios, publicaciones y un sitio en
Internet que próximamente se pondrá a disposición del público.
Ahí se brinda
asesoría a los académicos para la evaluación y protección de sus resultados. Se
cuenta con el apoyo del IMPI, con el cual se tiene un convenio y esto ha
permitido gestionar con mayor rapidez las peticiones, señaló.
Explicó que la
patente es el título legal a través del cual un Estado garantiza a su propietario
los medios para impedir que otros fabriquen, usen o vendan su invención sin su
autorización, en el área geográfica donde fue solicitada y por un tiempo de 20
años.
Es una vía para
comercializar, agregar y asignar valor a un conocimiento. Los requisitos para
una concesión de este tipo son que el adelanto sea nuevo en el mundo, con
empleo en la industria y que no resulte obvio. Se pueden incluir productos y
procesos, además de nuevas aplicaciones de saberes ya conocidos, indicó.
Aquellas creaciones
como las mejoras a una máquina, a un procedimiento o artículo, o el diseño de
equipo inédito, entre otras actividades, entran en su jurisdicción, detalló;
esto constituye un elemento fundamental para que las empresas puedan competir,
a nivel nacional e internacional, con recientes y modernas mercancías.
En el auditorio Lidia Rodríguez Hahn del
Instituto de Química, Álvarez Buylla-Roces aseveró que las innovaciones son
productos o servicios susceptibles de adaptación o distinto empleo,
introducidos con éxito al mercado y, en este sentido, hay discusiones sobre si
a las universidades les corresponde incluirse en esta labor.
Los perfeccionamientos se dan en las
empresas cuando, a partir de la generación de conocimiento y tecnología llegan
a ser productos comerciales. Las universidades, en coordinación con las firmas,
deben presentar proyectos. Los centros de investigación trabajan más en el
campo de las invenciones, y las innovaciones se dan en su mayoría en el terreno
de la industria, apuntó.
Carmen Álvarez Buylla-Roces
subrayó que si uno tiene una creación y quiere resguardarla se debe realizar un
procedimiento para ostentar la titularidad. “No está protegida por el hecho de
que sepa que es el autor original. Hay que hacer un trámite de registro y tener
una respuesta por escrito”.
Sin embargo,
aclaró, el resguardo es territorial; es decir, si se solicita en México está
vigente en el país, pero se puede reproducir, sin invadir los derechos, en
cualquier otra parte del mundo, lo cual hace más complicado y caro un sistema
de patentes, sobre todo para las universidades.
Álvarez
Buylla-Roces precisó que la propiedad intelectual se divide en dos ramas. Por
un lado, está la industrial y, por otro, los derechos de autor. La primera se
ocupa de las invenciones y otorga su égida a través de distintas figuras
jurídicas y de signos distintivos que en general son marcas colectivas, nombres
o denominaciones de origen.
Su contraparte se
refiere a obras literarias, musicales o artísticas. En México, los programas de
cómputo lo hacen a través de esta jurisdicción, concluyó.
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Carmen Álvarez
Buylla-Roces, coordinadora de Propiedad Intelectual de la CIC de la UNAM,
informó que cada año un millón de invenciones buscan su registro e
incorporación a una base de datos de patentes.
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En 2003 las
solicitudes de patentes extranjeras en México ascendieron casi a 12 mil y se
otorgaron cinco mil 887, dijo la especialista de la UNAM Carmen Álvarez
Buylla-Roces.