06:00 hrs.  16 de Febrero de 2006

 

 

Boletín UNAM-DGCS-119

Ciudad Universitaria

Pie de fotos al final del boletín

 

AVANZA EL SISTEMA DE BECAS PARA ESTUDIANTES INDÍGENAS DE LA UNAM

 

·        Instrumentado por la Universidad Nacional a través del Programa Universitario México Nación Multicultural, afirmó su director, José del Val Blanco

·        Alrededor de 150 alumnos reciben apoyo integral para no abandonar sus estudios

·        En su Convocatoria 2006, esta casa de estudios otorgó 95 nuevos apoyos al mismo número de estudiantes provenientes de 17 pueblos étnicos, entre ellos, mixteco, náhuatl, mixe, chinanteco, zapoteco, mazateco y triqui

 

Verónica Susana Victoria Guizasola y Alma Verónica González Pérez forman parte de los 95 alumnos beneficiados por el Sistema de Becas para Estudiantes Indígenas de la UNAM. Ambas vienen de Oaxaca con la ilusión de estudiar, de ser mejores para sus familias y sus pueblos.

 

Cursan el tercer semestre del Colegio de Ciencias y Humanidades (CCH) plantel Oriente, y el primero de la carrera de Relaciones Internacionales en la Facultad de Estudios Superiores Acatlán, respectivamente. Desde ahora estas jóvenes, junto con 50 becarios de la primera generación y 93 más de su propio grupo, recibirán el apoyo integral de la Universidad para continuar su formación y llegar hasta donde cada uno deseé.

 

 

 

Como parte de la Convocatoria 2006, la Universidad Nacional otorga apoyo a 35 hombres y 60 mujeres provenientes de 17 pueblos indígenas: mixteco, náhuatl, mixe, chinanteco, zapoteco, mazateco, triqui, tenek, tepehua, mazahua-otomí, otomí, mam, chatino, purépecha, huichol, amuzgo y maya.

 

Verónica Susana es mazateca, del pueblo de San Mateo, municipio de Yoloxochitlán. Tiene 22 años aunque aparenta menos edad. Llegó a la gran ciudad cuando concluyó la secundaria en su comunidad, ya que ahí no había bachillerato ni la posibilidad de seguir con su superación.

 

Su familia, conformada por cuatro hermanos y sus padres, no vive junta. En Oaxaca radica su madre y una hermana, y en México, ella, su papá y sus hermanos. Aquí, su progenitor trabaja como albañil, por lo que el principal problema que ha enfrentado para continuar su formación académica ha sido el económico. De hecho, cuando llegó al centro del país tuvo que dejar de estudiar por más de cinco años para trabajar y ayudar al gasto familiar. Esa, relató, fue una época difícil.

 

Pero no estaba conforme con su vida de entonces y comenzó a prepararse para presentar el examen de ingreso al bachillerato de la UNAM. “Metí mis papeles para el CCH y me quedé. Ahora voy bien, en tercer semestre”, agregó.

 

Supo de la beca para estudiantes indígenas en su plantel, donde leyó los carteles de la convocatoria. “Quise solicitarla porque no tengo los recursos para solventar mis gastos. Haberla obtenido me va a ayudar muchísimo, es lo mejor que me pudo pasar”, reconoció.

 

Asidua asistente a conferencias por gusto personal, al teatro y museos como parte de sus labores escolares, también necesita hacer trabajos y proyectos de investigación que implican gastos. Además, forma parte del Programa Jóvenes hacia la Investigación.

 

La futura químico farmacobióloga está segura de su vocación. Incluso, ya realizó una estancia en la Facultad de Química, donde trabajó sobre los componentes y caracterización de algunos aceites esenciales. Con ayuda de la beca espera no sólo terminar el bachillerato, sino titularse en la licenciatura y estudiar la maestría.

 

 

A pesar de que por ahora su relación con San Mateo es distante, la hablante de mazateca al 50 por ciento espera que en el futuro mejore, ya que tiene planes de establecer allá una farmacia y que la unión con su gente se estreche.

 

La Universidad, opinó, ofrece muchas oportunidades. “Estoy fascinada por todos los proyectos que realizan”. Además, aquí en ningún momento se ha sentido discriminada por su origen étnico. “Mis compañeros saben que soy indígena y me aceptan; en ese sentido no he tenido obstáculos”.

 

La historia de Alma Verónica es similar. Llegó en pos de mejores posibilidades. Toda su familia vivía en Mitla, pero su padre abandonó a su madre, que no sabe leer ni tiene empleo fijo, y seis hijos. Su hermana mayor arribó al Distrito Federal para trabajar como empleada doméstica.

 

Detrás de ella llegaron las demás, porque aquí había más oportunidades laborales y para ayudar a la manutención de su casa. Gracias a eso, la hoy universitaria pudo concluir el bachillerato en su natal Oaxaca.

 

Con 18 años, se asentó en la urbe hace seis meses para ingresar a la licenciatura. Eligió Relaciones Internacionales “porque me parece interesante. Me llama la atención la política y quiero ser una persona culta y aprender muchos idiomas”, abundó.

 

Para alcanzar sus metas la beca es un gran aliciente, “una ayuda enorme, porque se te quita un peso de encima. Tienes sólo la responsabilidad de estudiar y puedes centrar tus sentidos en la escuela, poner más atención, esforzarte al máximo, porque sabes que cuentas con un apoyo”, señaló.

 

“Quiero tener un buen trabajo, vivir bien, apoyar a mi familia y hacer algo por mi pueblo, porque allá los jóvenes no estudian. Sería bueno que vieran que sí se puede y tratar de ser una motivación para que ellos también sigan preparándose”, indicó.

 

En cuanto al racismo consideró que existe si uno lo permite. Si me siento en el rincón, atrás y no hablo, me van a discriminar; por el contrario, Alma Verónica no sólo asiste a la escuela sino que participa lo más que puede y pone todo su empeño.

 

Hablante de zapoteco, que solía oír los relatos de su abuela en esa lengua, cree que la UNAM es una casa de conocimientos que brinda múltiples opciones y abre sus puertas con generosidad. La Universidad representa una “oportunidad enorme que no debes desaprovechar”.

 

La consolidación del apoyo

El Sistema de Becas para Estudiantes Indígenas, instrumentado por la UNAM a través del Programa Universitario México Nación Multicultural (PUMC), avanza con pasos firmes hacia la meta de consolidar una política que coadyuve al proceso formativo de jóvenes universitarios integrantes de pueblos originarios, afirmó su director, José del Val Blanco.

 

El espíritu del proyecto, iniciado hace un año, es pasar del discurso del apoyo o la asistencia, a la consolidación del compromiso con ellos. Además, dijo, se pretende “terminar con la lógica de la educación para dos mundos, una para los indios y otra para el resto”; se quiere una sociedad en “donde quepamos todos, pero en un nivel de igualdad, en condiciones de equidad”.

 

José del Val expuso que desde su inicio “nos hemos dado cuenta de que es difícil que los estudiantes miembros de pueblos indígenas puedan ingresar a la Universidad, pero resulta aún más complicado que terminen su carrera”.

 

Por eso, enfatizó, las becas tienen una fuerte connotación de tutoría y acompañamiento para el alumno, de modo tal que se den las condiciones para su propio desarrollo y formación. Se apoya “a estudiantes desde el bachillerato y los vamos a llevar a donde quieran llegar, al doctorado de ser necesario”. Para ello, tendrán un seguimiento puntual de su desempeño y se les renovará la beca si cumplen los requisitos.

 

En este caso, aclaró, no se trata de ayudas esporádicas. El monto es suficiente para mantenerse; está calculado en un mínimo que les permita rentar donde vivir, desplazarse, comprar libros y comer; algunos universitarios ahorran para mandar dinero a su casa.

 

Los becarios indígenas de la UNAM cuentan con la garantía de una “vida normal”, porque si asisten a la Universidad, pero no pueden comprar libros se reproduce la desigualdad, y en los primeros semestres abandonan sus estudios, detalló.

 

“No queremos los juegos de supuesto apoyo o de programas de asistencia a la pobreza que mantienen a la gente en esa condición; la idea es que tengan la opción de moverse, de mejorar su vida”, recalcó Del Val Blanco.

 

Según cálculos, alrededor de 3 por ciento de los alumnos de la UNAM son indígenas; en México, el porcentaje poblacional de los pueblos originarios es de aproximadamente 12 por ciento. Por ahora, casi 150 de ellos ya son becarios.

 

En la primera convocatoria se presentaron 70 solicitudes de las cuales se aprobaron 50; en la segunda, correspondiente a 2006, se presentaron alrededor de 130 y se aprobaron 95 más. La meta que se espera alcanzar en dos años más es de 500 jóvenes.

 

Eso determinará que en unos años se tenga una masa crítica de profesionistas adscritos a un grupo étnico, bien preparados, capacitados, que tomarán la responsabilidad de ser voz de sí mismos, añadió Del Val.

 

Los nuevos becarios, explicó, pertenecen a 29 carreras diferentes: derecho, economía, ciencia política, odontología, geografía, ingeniería civil, psicología, biología, arquitectura, médico cirujano, químico farmacobiólogo, contaduría, comunicación, ingeniería mecánica, música, química, artes visuales, enfermería, veterinaria, diseño e historia, entre otras; y 16 de ellos cursan el bachillerato.

 

 

 

La mayoría de ellos no radicaban en la zona metropolitana de la Ciudad de México. Llegaron para formar parte de la comunidad universitaria. “Tengamos en cuenta que son miembros de pueblos acostumbrados a la lógica de comunidad, al apoyo, a las relaciones sociales extensas, sólidas; estar sin esa red de relaciones, lejos, es una circunstancia de amplia exigencia y que agranda los obstáculos”, sostuvo.

 

Por ello, se pretende que consideren a la Universidad su casa de estudios y el espacio donde pueden encontrar apoyo de todo orden, incluso, asesoría psicológica cuando la soliciten, aseveró el director del PUMC.

 

Sin excepciones, los estudiantes deben cumplir con ciertos requisitos. “Si reducimos el nivel les creamos una expectativa de poca exigencia que repercutirá en su vida. Además, hacerlo así convertiría el sistema de becas en un programa paternalista”, agregó el funcionario. De tal modo, hay estudiantes de la primera generación con altos promedios de calificaciones.

 

El programa está hecho con profesionalismo, responsabilidad y compromiso. Detrás tiene una estructura seria de trabajo, conocimiento y resolución de problemas, “un puente social sólido para los jóvenes indígenas; y es importante que sea en la UNAM, porque va a generar un modelo que después podría tener utilidad para otros estados y países de la región donde la población indígena es tan importante o más, como en Perú, Ecuador o Bolivia”, finalizó.

 

-oOo-

 

 

 

 

 

 

FOTO 01

José del Val Blanco, director del Programa Universitario México Nación Multicultural de la UNAM, habló sobre el Sistema de Becas para Estudiantes Indígenas.

 

FOTO 02.

Verónica Susana Victoria Guizasola y Alma Verónica González Pérez, ambas de Oaxaca, forman parte de los 95 alumnos beneficiados por el Sistema de Becas para Estudiantes Indígenas de la UNAM.