06:30 hrs.  15 de Febrero de 2006

 

 

Boletín UNAM-DGCS-116

Ciudad Universitaria

 

 

 

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ESTUDIAN EN LA UNAM HONGOS MICROSCÓPICOS QUE DEGRADAN PETRÓLEO Y PLÁSTICOS

 

·        Podrían servir como bioindicadores eficientes del estado y funcionamiento de ecosistemas, informó la investigadora del Instituto de Biología, María del Carmen González Villaseñor

·        Los ascomicetes inician los procesos de descomposición de la materia orgánica en los entornos acuáticos y tienen una función esencial en ciclos biogeoquímicos

·        Participó en el Seminario “Biodiversidad de los ascomicetes microscópicos de hábitat marinos y de agua dulce de México”, realizado en el auditorio del Jardín Botánico

 

 

 

Científicos del Instituto de Biología (IB) de la UNAM estudian los posibles usos de los ascomicetes, hongos microscópicos capaces de degradar compuestos de petróleo y también de algunos polímeros complejos, informó la investigadora María del Carmen González Villaseñor.

 

Incluso, hay evidencia de que algunos pueden hacerlo con plásticos, lo cual es una gran promesa desde el punto de vista biotecnológico, añadió. En todo caso podrían servir como bioindicadores eficientes del estado y funcionamiento de los ecosistemas.

 

La experta señaló que su acción es lenta, pero con la ingeniería genética se podrían “construir” organismos que se reprodujesen más rápido y fuesen más eficientes en procesos de degradación.

 

 

Pese a su potencialidad, reveló, en México y el mundo los ascomicetes –que desarrollan una función ecológica activa en el ambiente marino y de agua dulce– son aún desconocidos. A escala internacional pocos investigadores los estudian, dado que se ignora su biología y existen problemas metodológicos, como la dificultad para detectarlos y extraerlos del ecosistema. En este contexto, el Instituto está a la vanguardia.

 

A escala global, dijo, se conocen alrededor de 80 mil especies de hongos de todos los ambientes, de las cuales en México sólo se encuentran descritas cerca de siete mil variedades. De ellas, 4 mil 800 corresponden a macromicetes y mil 910 a micromicetes; de éstas últimas 30 provienen de escenarios en el mar.

 

Del total mundial, 444 provienen de un entorno marítimo. En nuestro país sólo se han descrito 62 grupos en pocas exploraciones, lo que significa que hay una biodiversidad alta. Asimismo, alrededor de mil variedades en el planeta pertenecen o habitan en ambientes de agua dulce. Sólo seis de ellas se han descrito en la República, cuatro en Xochimilco, refirió la científica.

 

Nuestro territorio es vasto e incluye aguas superficiales y subterráneas, y en los ecosistemas litorales costeros tiene más de 11 mil kilómetros, inexplorados en su mayor parte no sólo en playas, sino en manglares, marismas y lagunas costeras, expuso.

 

En el Seminario “Biodiversidad de los ascomicetes microscópicos de hábitat marinos y de agua dulce de México”, realizado en el auditorio del Jardín Botánico, María del Carmen González apuntó que los ascomicetes inician los procesos de descomposición de la materia orgánica en los ecosistemas acuáticos y tienen una función esencial en los ciclos biogeoquímicos de elementos como carbono y nitrógeno.

 

Si la estructura de sus comunidades se altera por algún factor natural o antropogénico, los tiempos de degradación cambian y pierden velocidad, y afectan el comportamiento de los ecosistemas y, por lo tanto, de toda la cadena trófica, puesto que estos hongos, junto con las bacterias, forman la base de esa pirámide, sostuvo.

 

 

Aunque muchos de ellos pueden causar enfermedades a plantas, animales acuáticos y al hombre si entra en esos ambientes, también son fuente potencial de nuevas sustancias químicas activas con aplicación biotecnológica en  áreas de biorremediación, medicina, alimenticias y agrícolas, entre otras, afirmó.

 

Detalló que la forma de vida de esos hongos es como saprofitos, es decir, degradan diferentes tipos de sustratos compuestos por lignina (presente en la madera), celulosa y queratina de esqueletos calcáreos de moluscos, crustáceos, corales, algas, pastos marinos, raíces, tallos, ramas y hojas de mangle, y plantas vasculares. También de la madera que flota a la deriva y sobre todo, de restos orgánicos asociados con los granos de arena en las playas.

 

En el ambiente marino arenícola también se encuentran especies facultativas de origen terrestre de mucha importancia; una produce un polímero o plástico biodegradable de relevancia en la medicina, para trasplantes y reemplazos de algunas partes del cuerpo, la cual estudia la experta en colaboración de grupos del Instituto de Ecología y de la Facultad de Química.

 

Los ascomicetes de agua dulce son un grupo ecológico con una función similar, reiteró. Se encuentran en lagunas, lagos, estanques y pantanos (lénticos); además de arroyos o ríos (lóticos). También en ambientes acuáticos artificiales como presas, albercas, aljibes, aguas subterráneas o residuales. Tienen distribución mundial.

 

Su forma de vida es descomponer la materia orgánica acumulada desde la superficie hasta el fondo, como restos animales constituidos por quitina y queratina, insectos muertos, plumas de aves, pelo, residuos vegetales como raíces, ramas y troncos, indicó.

 

En el IB están por iniciarse dos proyectos de investigación, uno en ambiente marino y otro en agua dulce. En el primer caso se trata de estudiar la diversidad de hongos que degradan restos de lignocelulosa en 10 playas de Cozumel, adelantó.

 

En agua dulce se pretende analizar a los que destruyen la madera y comparar la biodiversidad en ambientes de agua dulce lénticos naturales y artificiales. Se quieren iniciar acciones de descripción y conservación, al comparar escenarios urbanos, el de Xochimilco y el de la Laguna de las Ilusiones en Villahermosa, con un natural, en la reserva ecológica de El Edén, Quintana Roo, aclaró.

 

Se pretende la creación de una colección sistematizada y digitalizada de los ascomicetes dulceacuícolas que degradan la madera en esos ambientes, colección que tendría un uso en estudios de bioprospección y ecológicos, enfatizó.

 

Hasta ahora se conservan y registran deshidratados. Por ejemplo, los marinos se guardan con la arena y los de agua dulce en bloques de madera. Ambos están integrados en la colección de hongos del IB, que forma parte del Herbario Nacional, abundó.

 

Ahora, se trata de “obtener recursos para implementar una colección de cultivos vivos, de ascomicetes de esos ambientes acuáticos, grupo que promete mucho desde el punto de vista biotecnológico, ya que de una sola especie se obtuvieron alrededor de 19 sustancias químicas nuevas para la ciencia, con aplicaciones agrícolas, de control de patógenos, insectos, nemátodos y otros hongos, además de poseer importancia farmacológica. Existe un gran potencial”, concluyó.

 

 

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María del Carmen González Villaseñor, investigadora del Instituto de Biología de la UNAM, recordó que los ascomicetes son capaces de degradar compuestos de petróleo y polímeros complejos.

 

 

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Algunos hongos ascomicetes podrían descomponer los plásticos, lo cual es una gran promesa biotecnológica, señaló la investigadora de la UNAM María del Carmen Villaseñor.

 

 

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Los ascomicetes inician los procesos de descomposición de la materia orgánica en los ecosistemas acuáticos, y participan en los ciclos de carbono y nitrógeno, señalaron científicos de la UNAM.