Boletín
UNAM-DGCS-112
Ciudad Universitaria
Pie de fotos al final del boletín
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Consideró Carlos Welti, adscrito al Instituto de
Investigaciones Sociales de la UNAM
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A pesar de las críticas a las parejas no
heterosexuales, en el futuro deberá reconocerse la existencia del amor
homosexual, subrayó
·
Noemí Díaz Marroquín, de la Facultad de
Psicología, dijo que las uniones actuales deben tener mayor flexibilidad que
las de antes, porque sus estructuras cambian de manera constante
· Entre homosexuales el tipo de problemática es similar a la de los heterosexuales: existen las mismas luchas de poder, conflictos económicos, de ajuste sexual y problemas con sus familias políticas, reveló
Uno de los cambios
más importantes en el México actual es que los arreglos familiares ya no están
sólo relacionados con la procreación; ello reconoce la convivencia entre los
seres humanos pero sin fines reproductivos, afirmó Carlos Welti Chanes,
adscrito al Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM.
A pesar de las
críticas hechas hoy día a las parejas no heterosexuales, en el futuro deberá
reconocerse de manera más generalizada en el mundo la existencia del amor
homosexual e incluso la conformación de familias entre individuos del mismo
sexo, subrayó el sociólogo.
Por su parte, Noemí Díaz Marroquín,
jefa del Centro Comunitario “Julián Mac Gregor y Sánchez Navarro” de la
Facultad de Psicología (FP), consideró que “las familias actuales deben tener
mayor flexibilidad que las de antes”, porque sus estructuras cambian de manera
constante. En todo caso, ello representa una gran oportunidad para demostrar la
capacidad de adaptación del individuo en sus relaciones íntimas.
Si bien, expuso
Welti Chanes, no se trata de una situación generalizada, se hace cada vez más
evidente en una sociedad como la nuestra; de hecho, la presencia de dichos
vínculos marca la tendencia de los años por venir, es decir, el surgimiento de
nuevos arreglos alejados de la concepción tradicional.
Hoy, en la
conformación de lazos ya se reconoce a la sexualidad como parte importante de
esa convivencia y, por lo tanto, no solamente tiene que ver con uniones de
distinto sexo, sino también del mismo, recalcó.
A su vez, Díaz
Marroquín indicó que en ambos casos el escenario familiar es igualmente
complejo. “He visto que entre homosexuales el tipo de problemática como pareja
es similar a la de los heterosexuales: existen las mismas luchas de poder,
conflictos económicos, de ajuste y problemas con sus familias políticas”.
Si bien los seres
humanos tienen diferentes elecciones, acotó, las necesidades afectivas son las
mismas, con la salvedad de que las homosexuales además tienen que lidiar con un
estigma social y eso les da mayor dificultad para enfrentar sus situaciones.
La terapeuta familiar
señaló que ya se empiezan a ver parejas de este tipo con hijos, ya sea
adoptivos o de anteriores experiencias heterosexuales, “lo cual no es malo,
siempre y cuando hable con sus vástagos de su situación y así evitar que lo
vean como algo oculto”.
Esto, aseveró, les
da a los menores la oportunidad de advertir formas alternas de vivir y lo
importante del tipo de nexo que dé, porque en cualquier tipo de unión amorosa
lo importante es el respeto, amor, cuidado y apoyo hacia el otro. “Además les
da la oportunidad de rescatar lo más valioso de las relaciones”.
En buena medida,
explicó Carlos Welti, el contacto con otras culturas y sociedades hace que
entre los sectores más informados se acepte con mayor facilidad este tipo de
arreglos familiares. No obstante, esto no significa que se vea afectada la
reproducción humana, porque, por lo menos en México, más del 90 por ciento de
las mujeres desea tener un hijo y, por lo tanto, en una etapa su proceso
afectivo tendrá como fin la procreación.
Esto no quiere decir
que con ello se vaya a mantener la pareja conyugal sólo por este hecho, porque
los núcleos serán de distinta naturaleza, incluso existen parejas no
heterosexuales que ya buscan tener descendencia a través de la adopción, aclaró
el demógrafo.
Ante esta
situación, refirió Carlos Welti, los grupos más conservadores están preocupados
e insisten en que la familia solamente existe cuando se busca como objetivo la
procreación. En la primera encíclica del nuevo Papa “la conformación familiar
es la preocupación de la Iglesia ante las transformaciones”.
Pero esa es la
visión que sólo ve el amor y el sexo en la pareja conyugal y concretamente en
el matrimonio católico, cuando esto ya no es así, insistió.
De acuerdo con el
Diagnóstico de la Familia Mexicana, 69 por ciento de los hogares está integrado
de manera nuclear, mientras en las últimas dos décadas los hogares
unipersonales pasaron de tres a seis por ciento. Asimismo, las jefaturas
femeninas aumentaron 5.1 por ciento anual, mientras que las masculinas lo
hicieron en un porcentaje de 2.7 al año, informó.
En los últimos
años, la composición familiar ha cambiado de manera vertiginosa: a raíz de
adecuaciones a los roles femeninos y masculinos, las funciones de género son
menos estereotipadas de lo que eran antes. Ambos cada vez comparten más las
labores domésticas y del entorno externo, y aunque aún no existe igualdad ni
equidad de género, se ha modificado dicha concepción, enfatizó Noemí Díaz.
En el papel
tradicional, recordó, el matrimonio era para toda la vida, un mandato social y
cultural. “La unión debía permanecer por los hijos y por la familia en
general”. Hoy, en el momento en el cual la mujer sale del ámbito doméstico y
empieza a tener ingresos, comienza a ver otros horizontes y más posibilidades
de independencia emocional.
De ahí que ahora se
le permita una mayor libertad de acción y de toma de decisiones. Ciertamente,
es un proceso social lento, en donde se percibe que esta institución no necesariamente
es “hasta la muerte”, abundó la académica universitaria.
Algo que también ha
influido en este cambio es el uso de los métodos anticonceptivos, en específico
de la píldora. En el pasado, las mujeres estaban preñadas una y otra vez, lo
cual las limitaba; ahora, emplear alguna forma de control de la natalidad, les
da la posibilidad de disfrutar su sexualidad, precisó.
Para Welti Chanes,
cada vez más la conformación de una pareja conyugal depende ya no sólo de la
posibilidad de que la mujer pueda resolver su existencia en el futuro a través
del matrimonio, y eso explica por qué razón los arreglos ya no necesariamente
pasan por la formalización de la unión. Hoy día, los jóvenes que deciden vivir
juntos lo hacen sin esta necesidad, asunto frecuente que en buena medida
refleja la igualdad entre un hombre y una mujer.
En efecto,
puntualizó Noemí Díaz, se afirma que los muchachos le temen al compromiso, no
quieren esta atadura legal, y hasta lo perciben incluso como una esclavitud.
Viven juntos sin casarse porque eso, simbólicamente, los hace sentirse menos
atados, más libres.
Todas estas
circunstancias, afirmó, han hecho que se considere a esta figura de manera
diferente. De ahí que, desde los últimos treinta años empezó a incrementarse el
número de divorcios, precisamente porque han surgido mayores diferencias y
conflictos.
De acuerdo con
ambos académicos, las principales causas de divorcio son la violencia
intrafamiliar, problemas económicos, conflictos sexuales y diferencias con las familias
políticas.
Si bien es
reconocido que la desintegración tiene que ver con las situaciones de
brutalidad, también existen factores como las condiciones monetarias, que
agudizan las tensiones y pueden llevar a rompimientos conyugales, mencionó
Carlos Welti.
Todos los arreglos
institucionales reflejan a una sociedad y el que la mujer se dedique a las
tareas domésticas y el hombre sea proveedor, demuestra el sometimiento por esta
vía. En ese sentido, enfatizó, no es un accidente que se atribuya tal crisis a
que el sector femenino labore fuera del hogar; ello significa su no atadura por
la vía de las condiciones financieras. No sólo es el trabajo, sino el
incremento en su nivel de escolaridad, porque esto ha transformado la visión
que ellas tienen de la sociedad, incluida la familia.
La psicóloga Díaz
Marroquín expresó que el matrimonio es un compromiso que durará mientras se
cumpla con él y se esté de acuerdo en respetarlo. En contraparte, el divorcio
es un rompimiento emocional fuerte, debido a que este núcleo es el lugar en
donde se dan los sentimientos más intensos, porque hay momentos íntimos y mucha
dependencia entre unos y otros.
Los problemas más
frecuentes y con mayor persistencia en las sesiones clínicas son económicos,
sexuales y con la familia política. No obstante, apuntó, hay quienes toman la
infidelidad como causal, cuando es consecuencia de una disfunción.
Sucede que desde el
inicio los cónyuges no hablan sobre el ajuste o diferencias en los encuentros
sexuales y ahí es donde se gestan las dificultades. “Cada uno puede tener
distintas necesidades de frecuencia o tipo de relación, o bien diversas ideas y
actitudes hacia el sexo, pero no las dicen por ser un tema delicado, el cual si
no es tratado de manera adecuada puede lastimarlos, advirtió.
Este aspecto es tan
importante que si al explorar una pareja en vías de separarse y entre ellos
todavía hay buen sexo, existen mayores posibilidades de arreglar la situación.
Asimismo, dijo, hay otras que usan el sexo para no hablar de los conflictos, es
decir, cuando hay algún problema se van a la cama y parecen olvidar lo
sucedido, pero el mal permanece y en algún momento vuelve a surgir.
Cuando se presenta
la separación hay sufrimiento por parte de todos. Es un duelo que debe
elaborarse. Uno de los retos de las familias actuales es poder deconstruir de
una manera sana aquello que ya no pudo edificarse, de tal modo que no quede
este resabio de rencor, detalló la académica universitaria.
La clave, sugirió,
está en asumir la propia responsabilidad no sólo en el proceso de formación,
sino también en el resquebrajamiento, “porque mientras se considere culpable de
todo al otro, eso no permite que de manera interna se asuma una responsabilidad
ni se alcance una paz interna” en donde se perdone y auto perdone. “También
rescato lo bueno, porque en una pareja nunca es todo malo ni todo bueno”.
Quizá la mayor complejidad se
presenta cuando hay hijos, porque ellos sufren al igual que los progenitores.
“Aunque el matrimonio sea infeliz los vástagos siempre van a querer que sus
padres estén juntos, y sus acciones para lograrlo llegan hasta el sacrificio.
Por ejemplo, si una forma de mantenerlos unidos es enfermándose, pues el niño
lo hará, sobre todo de padecimientos psicosomáticos como el asma o problemas
gastrointestinales”, reveló.
De este modo los
hijos exponen su desarrollo y salud con tal de que la familia permanezca junta.
“Esto no les hace ningún bien porque es más sano para ellos que los papás
decidan separarse, elaborar el duelo y continuar la vida. Lo más sano es aislar
a los niños de ese conflicto y que la pareja resuelva su separación”, concluyó.
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FOTO 01.
Carlos Welti, del
Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM, dijo que 69 por ciento de los
hogares está integrado de manera nuclear, pero en las últimas dos décadas los
unipersonales pasaron de tres a seis por ciento.
FOTO 02
Noemí Díaz Marroquín, de la Facultad de Psicología de la UNAM, señaló que las familias actuales deben tener mayor flexibilidad que las de antes, porque sus estructuras cambian de manera constante.