Boletín
UNAM-DGCS-107
Ciudad Universitaria
Pie de fotos al final del boletín
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Señaló Federico
González García, del Instituto de Investigaciones en Materiales
· Explicó que con ello se busca generar nuevos estímulos y tener más detalle y fidelidad en aparatos visuales, como ocurre con los cristales líquidos o el plasma de las pantallas
Científicos del Instituto de
Investigaciones en Materiales de la UNAM producen cerámicos luminiscentes que
podrían ser usados en la fabricación de láseres e instrumentos para cirugías y
aparatos de comunicación, señaló Federico González García.
El científico, quien realiza
una estancia posdoctoral en esa entidad universitaria, expuso que con ello se busca generar
nuevos estímulos ópticos y tener más detalle y fidelidad en los aparatos
visuales, como ocurre con los cristales líquidos o el plasma de las pantallas.
Ello porque recordó, la luz es un asunto de suma importancia para el ser
humano, quien utiliza más la vista que otros sentidos.
Estos haces son una manera de transmitir
información. “Si se manda un pulso y luego un espacio oscuro podría formarse un
código; como las computadoras, que trabajan con unos y ceros, en este caso
sería presencia y ausencia de luz, con la ventaja de que es la manifestación de
la naturaleza que viaja más rápido”. En ese sentido resulta eficiente, indicó.
Explicó que los materiales luminiscentes
son excepcionales; es decir, no son comunes en la naturaleza. Por ello, es
necesario incorporar un agente desencadenante para “prender” al elemento. En
este caso, el especialista empleó europio, que da lugar a un fósforo eficiente,
con que la cerámica presenta dicho fenómeno.
Detalló que cualquier sistema
físico tiene una serie de niveles de energía. Una vez que la radiación
electromagnética incide sobre él, cambia su estado, lo cual hace a través, por
ejemplo, de la absorción de luz. En el momento en que retorna a su conformación
base, se vuelve brillante. A ese proceso se le llama luminiscencia.
Tal fenómeno es sencillo,
abundó González García. Esta composición toma un haz que el ojo humano no es
capaz de detectar; luego, al interactuar con el material, ocurre una
transformación que permite su registro visible.
Así funcionaban los modelos antiguos de
las pantallas de TV, donde se aceleraban electrones que, al alcanzar el
cinescopio hecho de fósforos, se transformaban en luz. “Hay muchos ejemplos
donde ocurren tales procesos, donde lo que se pretende es cambiar una energía
en otra”, refirió.
La luminiscencia o fotolumniscencia se
puede dividir en fluorescencia y fosforescencia, las cuales se diferencian por
el tiempo en que dura la emisión. Si es largo se habla de fosforescencia, cuyo
ejemplo más sencillo es el de las manecillas de los relojes. En el caso
contrario se constata en el orden de nano y mili segundos, aclaró.
En sus trabajos, el científico utilizó como
factor una “tierra rara”, el europio, el cual hay que incorporar de forma
deliberada, pues existen objetos que reflejan la luz pero no se encienden y hoy
deben prepararse de manera específica, lo cual tiene que ver con su
configuración química.
Para hacer luminiscentes a los materiales
se usan métodos distintos a los de estado sólido, como cuando se toman
arcillas, se mezclan y se meten a un horno y por medio de calor se modifican.
González García, en contraste, intenta
partir de soluciones o compuestos que se descomponen a menor temperatura y eso
ofrece posibilidades distintas, como hacer que la estructura cambie gradualmente
y establecer cómo se modifican sus propiedades ópticas, finalizó.
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PIES DE FOTO
FOTO 01.
Con materiales cerámicos,
científicos de la UNAM buscan generar nuevos estímulos ópticos y tener más
detalle y fidelidad en aparatos visuales, como los cristales líquidos o el
plasma de las pantallas.
FOTO 02
Federico González García, del
Instituto de Investigaciones en Materiales de la UNAM, informó que en esa
entidad se producen cerámicos luminiscentes para fabricar láseres e
instrumentos para cirugías y aparatos de comunicación.
FOTO 03
Los materiales
luminiscentes no son comunes en la naturaleza. Es necesario incorporar un
agente desencadenante para “prender” al elemento, señaló el investigador de la
UNAM Federico González García.