06:00 hrs.  10 de Febrero de 2006

 

 

Boletín UNAM-DGCS-103

Ciudad Universitaria

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PRESENTAN CHIMPANCÉS CONDUCTAS SIMILARES A LAS HUMANAS

 

·        Afirmó en la UNAM la especialista de la asociación Ecología y Hábitat, Rosalía Pastor

·        Son capaces de transmitir tradiciones entre las distintas poblaciones, como las técnicas para buscar termitas, señaló

·        Las académicas Pilar Chiappa y Celina Ayala participaron también en la mesa redonda Fenotipos vemos, genotipos no sabemos: Interacción ambiente y genes en la conducta humana

 

Los chimpancés poseen conductas complejas similares a las humanas, como la protocultura, además de las coincidencias en la anatomía, pues son capaces de transmitir tradiciones entre las distintas poblaciones, como las técnicas para buscar termitas, afirmó en la UNAM la especialista de la asociación Ecología y Hábitat, Rosalía Pastor.

 

Además, tienen sentido de cooperación e intercambio de servicios en rubros como sexo, alimentos y coaliciones; rudimentos de comunicación, pues utilizan el lenguaje de los sordomudos, y una vez aprendido es trasmitido de madre a hijo; además del empleo de herramientas y de experimentar un periodo juvenil extendido, añadió.

 

En la mesa redonda Fenotipos vemos, genotipos no sabemos: Interacción ambiente y genes en la conducta humana, dentro del Foro Ética, naturaleza humana y tecnociencia –organizado por la Facultad de Filosofía y Letras (FFyL)– explicó que los grandes simios tienen pulgar oponible, ausencia de cola, variedad de expresiones faciales, volumen craneal similar al hombre y sentido de similitud corporal.

 

De ahí que sea importante estudiar el genoma de estos animales porque podría ayudar a conocer, aunque sea de forma parcial, qué es lo que nos hace personas, lo que nos diferencia de otros animales, cómo es que los genes crean mentes, así como la búsqueda de codificadores de características humanas, señaló.

 

Desde hace años, destacó, se sabe que existen desemejanzas morfológicas entre los cromosomas de humanos y chimpancés, y conocer estos cambios puede decir qué tanto vínculo evolutivo se posee. Se ha supuesto que entre ambos hay variación de 1.6 por ciento en las secuencias y, por ejemplo, respecto al número de cromosomas, los primeros tienen 46 y los segundos 48.

 

Recordó que en febrero de 2002 se inició el proyecto del Genoma del Chimpancé al secuenciar al ejemplar Clint, y en septiembre del año pasado se publicaron los resultados en la revista Nature.

 

Rosalía Pastor puntualizó que una de las líneas de análisis en relación con dichos primates son los genes ASPM y MCPH, que en humanos con alteraciones provocan microcefalia (talla menor del cerebro) hasta en un 50 por ciento, lo cual correspondería al volumen de aquellos póngidos. Sin embargo, falta mucho por estudiar.

 

A su vez, Pilar Chiappa, investigadora del Instituto Nacional de Psiquiatría, sentenció que “algunas facetas de la naturaleza humana, aquellas distintivas de su condición, dependen de ciertas características de su entorno”.

 

Al tocar El ambiente: la dimensión del fenotipo que la eugenesia ha descuidado, aseveró que es importante notar que el ambiente emerge a partir de las funciones del organismo. Esto es, no es todo lo que le rodea. “En realidad no existe ningún diagrama totalitario; de hecho, las clasificaciones dependen del enfoque de una investigación”.

La especialista recalcó también que los seres agrupados en una categoría taxonómica tienen dimensiones ambientales sobrepuestas; por ejemplo, la madre es un aspecto común a todos los mamíferos en un momento dado de su vida. Con esto se podría hablar de una filogenia.

 

También debe acentuarse que organismos diferentes pueden compartir escenarios semejantes, de tal manera que los parásitos de las aves pueden serlo de mamíferos. Sin embargo, expuso, lo primordial es que un individuo puede tener características particulares que no comparte con nadie; de hecho, algunos tipos de aprendizaje suceden en estos dominios. En otras palabras, sus límites no están fuera del organismo.

 

Por tanto, el ambiente que emerge obligaría la reestructuración de una serie de conceptos fundamentales de la biología evolutiva moderna, como fenotipo, adaptación y nicho ecológico, abundó.

 

Por su parte, la profesora Celina Ayala sostuvo que en el caso de los humanos, a diferencia de otros animales, la sexualidad se da con fines no reproductivos, contribuye al fortalecimiento de lazos afectivos y sociales en la pareja; además, la mujer tiene una respuesta no estacional, pues es receptiva durante todo el tiempo, cosa que no pasa con otras especies de primates; y esta extensión permite mantener la compañía del macho y que el vínculo sea más duradero.

 

Subyacente a las estrategias sexuales hay mecanismos psicológicos que no pueden obviarse y es importante tomarlos en cuenta, aclaró, pues el ser humano es un organismo biopsicosocial: tiene preferencias por una pareja concreta, sentimientos amorosos, deseo y celos libidinales que pueden ser explicados desde otra perspectiva.

 

No obstante, aún queda la pregunta de que si la violencia es parte de la naturaleza humana. Es un hecho que una de las estrategias de comportamiento ha sido la coerción, la cual se refiere al uso de la fuerza por parte del macho, para asegurar el acceso sexual a hembras que no lo eligen, incrementar las oportunidades de apareamiento en épocas de fertilidad e impedir la reproducción con otros ejemplares, concluyó.

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FOTO 01

Rosalía Pastor y Celina Anaya previo a su participación en la mesa redonda Fenotipos vemos, genotipos no sabemos: Interacción ambiente y genes en la conducta humana, en la FFyL de la UNAM.

 

FOTO 02.

Académicos de la UNAM revelaron que los chimpancés poseen conductas complejas similares a las humanas, como la protocultura, además de las coincidencias en la anatomía.

 

FOTO 03

La especialista Pilar Chiappa dijo en la UNAM que “algunas facetas de la naturaleza humana, aquellas distintivas de su condición, dependen de ciertas características de su entorno”.