Boletín
UNAM-DGCS-103
Ciudad Universitaria
Pie de fotos al final del boletín
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Afirmó en la UNAM la especialista de la
asociación Ecología y Hábitat, Rosalía Pastor
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Son capaces de transmitir tradiciones entre
las distintas poblaciones, como las técnicas para buscar termitas, señaló
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Las académicas Pilar Chiappa y Celina Ayala
participaron también en la mesa redonda Fenotipos vemos, genotipos no sabemos:
Interacción ambiente y genes en la conducta humana
Los chimpancés poseen conductas complejas
similares a las humanas, como la protocultura, además de las coincidencias en
la anatomía, pues son capaces de transmitir tradiciones entre las distintas
poblaciones, como las técnicas para buscar termitas, afirmó en la UNAM la especialista
de la asociación Ecología y Hábitat, Rosalía Pastor.
Además, tienen
sentido de cooperación e intercambio de servicios en rubros como sexo,
alimentos y coaliciones; rudimentos de comunicación, pues utilizan el lenguaje
de los sordomudos, y una vez aprendido es trasmitido de madre a hijo; además
del empleo de herramientas y de experimentar un periodo juvenil extendido,
añadió.
En la mesa redonda Fenotipos
vemos, genotipos no sabemos: Interacción ambiente y genes en la conducta humana,
dentro del Foro Ética, naturaleza humana y tecnociencia –organizado por la
Facultad de Filosofía y Letras (FFyL)– explicó que los grandes simios tienen
pulgar oponible, ausencia de cola, variedad de expresiones faciales, volumen
craneal similar al hombre y sentido de similitud corporal.
De ahí que sea
importante estudiar el genoma de estos animales porque podría ayudar a conocer,
aunque sea de forma parcial, qué es lo que nos hace personas, lo que nos
diferencia de otros animales, cómo es que los genes crean mentes, así como la
búsqueda de codificadores de características humanas, señaló.
Desde hace años,
destacó, se sabe que existen desemejanzas morfológicas entre los cromosomas de
humanos y chimpancés, y conocer estos cambios puede decir qué tanto vínculo
evolutivo se posee. Se ha supuesto que entre ambos hay variación de 1.6 por
ciento en las secuencias y, por ejemplo, respecto al número de cromosomas, los
primeros tienen 46 y los segundos 48.
Recordó que en
febrero de 2002 se inició el proyecto del Genoma del Chimpancé al secuenciar al
ejemplar Clint, y en septiembre del año pasado se publicaron los resultados en
la revista Nature.
Rosalía Pastor
puntualizó que una de las líneas de análisis en relación con dichos primates
son los genes ASPM y MCPH, que en humanos con alteraciones provocan
microcefalia (talla menor del cerebro) hasta en un 50 por ciento, lo cual
correspondería al volumen de aquellos póngidos. Sin embargo, falta mucho por
estudiar.
A su vez, Pilar
Chiappa, investigadora del Instituto Nacional de Psiquiatría, sentenció que
“algunas facetas de la naturaleza humana, aquellas distintivas de su condición,
dependen de ciertas características de su entorno”.
Al tocar El ambiente: la dimensión del
fenotipo que la eugenesia ha descuidado, aseveró que es importante notar que el
ambiente emerge a partir de las funciones del organismo. Esto es, no es todo lo
que le rodea. “En realidad no existe ningún diagrama totalitario; de hecho, las
clasificaciones dependen del enfoque de una investigación”.
La especialista recalcó también que los
seres agrupados en una categoría taxonómica tienen dimensiones ambientales
sobrepuestas; por ejemplo, la madre es un aspecto común a todos los mamíferos
en un momento dado de su vida. Con esto se podría hablar de una filogenia.
También debe acentuarse que organismos
diferentes pueden compartir escenarios semejantes, de tal manera que los
parásitos de las aves pueden serlo de mamíferos. Sin embargo, expuso, lo
primordial es que un individuo puede tener características particulares que no
comparte con nadie; de hecho, algunos tipos de aprendizaje suceden en estos
dominios. En otras palabras, sus límites no están fuera del organismo.
Por tanto, el ambiente que emerge
obligaría la reestructuración de una serie de conceptos fundamentales de la
biología evolutiva moderna, como fenotipo, adaptación y nicho ecológico,
abundó.
Por su parte, la
profesora Celina Ayala sostuvo que en el caso de los humanos, a diferencia de
otros animales, la sexualidad se da con fines no reproductivos, contribuye al
fortalecimiento de lazos afectivos y sociales en la pareja; además, la mujer
tiene una respuesta no estacional, pues es receptiva durante todo el tiempo,
cosa que no pasa con otras especies de primates; y esta extensión permite
mantener la compañía del macho y que el vínculo sea más duradero.
Subyacente a las estrategias sexuales hay
mecanismos psicológicos que no pueden obviarse y es importante tomarlos en
cuenta, aclaró, pues el ser humano es un organismo biopsicosocial: tiene
preferencias por una pareja concreta, sentimientos amorosos, deseo y celos
libidinales que pueden ser explicados desde otra perspectiva.
No obstante, aún queda la pregunta de que
si la violencia es parte de la naturaleza humana. Es un hecho que una de las
estrategias de comportamiento ha sido la coerción, la cual se refiere al uso de
la fuerza por parte del macho, para asegurar el acceso sexual a hembras que no
lo eligen, incrementar las oportunidades de apareamiento en épocas de
fertilidad e impedir la reproducción con otros ejemplares, concluyó.
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FOTO 01
Rosalía Pastor y
Celina Anaya previo a su participación en la mesa redonda Fenotipos vemos,
genotipos no sabemos: Interacción ambiente y genes en la conducta humana, en la
FFyL de la UNAM.
FOTO 02.
Académicos de la UNAM revelaron que
los chimpancés poseen conductas complejas similares a las humanas, como la
protocultura, además de las coincidencias en la anatomía.
FOTO 03
La especialista Pilar Chiappa dijo en la UNAM que “algunas facetas de la naturaleza humana, aquellas distintivas de su condición, dependen de ciertas características de su entorno”.