Boletín
UNAM-DGCS-101
Ciudad Universitaria
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INGRESA
INVESTIGADORA DE LA UNAM A LA ACADEMIA MEXICANA DE LA HISTORIA
·
Virginia Guedea Rincón Gallardo, académica del
Instituto de Investigaciones Históricas, se incorporó como miembro de Número
· Por los méritos desarrollados a lo largo de una carrera que alcanza ya cuatro decenios
·
Gisela von Wobeser y Álvaro Matute Aguirre,
directora y secretario de dicho organismo, respectivamente, reconocieron su
relevante trayectoria
·
Virginia Guedea Rincón
Gallardo, académica del Instituto de Investigaciones Históricas (IIH) de la
UNAM, ingresó a la Academia Mexicana de la Historia como miembro de Número –la
más alta representación–, por los méritos desarrollados a lo largo de una
carrera que alcanza ya cuatro decenios.
Gisela von Wobeser y Álvaro
Matute Aguirre, directora y secretario de dicho organismo, respectivamente,
anunciaron su incorporación, al haberse reconocido su relevante trayectoria.
Al recibir el nombramiento,
Virginia Guedea resaltó a la Universidad Nacional, y en particular al
Instituto, “por haber constituido el generoso y estimulante espacio que ha dado
cabida y apoyo a mis trabajos”.
En presencia de la coordinadora
de Humanidades de la UNAM, Mari Carmen Serra Puche, directores de entidades
universitarias y colegas, indicó que la historia política, aquella que se ocupa
de las actividades que tienen que ver con el poder público, tanto en lo que se
refiere a su adquisición y estructura como a su distribución y ejercicio, ha
constituido su principal interés.
De ahí, explicó, ha centrado
su atención en la intensa y novedosa vida política que se desarrolló durante
los últimos años de la Nueva España, dentro y fuera del sistema de la Colonia.
En su discurso de ingreso a
este cargo vitalicio, Virginia Guedea presentó el avance de una investigación
que inició hace apenas unos meses. Se trata, dijo, de un primer acercamiento al
estudio de quienes sostuvieron y defendieron al régimen colonial durante el
proceso de emancipación.
Precisó que se busca dar
respuesta a una pregunta fundamental para llegar a entenderlos: la de cómo,
para justificar el régimen que sostenían, y por ende justificarse y defenderse
a sí mismos, se vieron obligados a utilizar la historia, en particular la
novohispana.
Para acercarse a este estudio,
detalló, ha seleccionado hasta el momento setenta documentos, de autores de
procedencia diversa, cuya mayoría corresponde a los años 1810 y 1811. Los textos
ofrecen una recreación histórica plural y múltiple, ya que no se encuentra una
concepción única del pasado, sino diferentes y a veces hasta contradictorias
reconstrucciones de él.
Expuso que a los casi
doscientos años del inicio del proceso de Independencia, la búsqueda de nuevas
temáticas de trabajo, de novedosas perspectivas para abordarlo y de nuevos
planteamientos para su análisis, parece
obligada.
Frente a ello, propuso el
rescate del estudio del “otro” o, más bien, de los “otros” involucrados en ese
proceso del que fueron actores principales, el de los defensores de la
condición colonial de la Nueva España, “quienes no por haber resultado
perdedores dejan de formar parte de la historia de México”.
Insistió en que para llegar a
entender a estos personajes es indispensable conocer la utilización que de la
historia hicieron para justificar su postura, ya que en sus escritos se
percibe, a semejanza de lo que ocurre con los producidos por la insurgencia, la
idea de que el devenir sirve de apoyo a un derecho.
Indicó que a pesar de la
enorme diversidad que se encontró en las distintas construcciones
historiográficas que contienen, todos estos textos tuvieron un mismo propósito:
hacer uso ideológico del pasado para legitimar y sustentar su posición. Que
haya sido la de quienes resultaron perdedores no la hace menos digna de ser
abordada.
“Después de más de cuarenta
años de interesarme en quienes, ya como contestatarios, ya como insurrectos,
lucharon por sacudirse la condición colonial durante los años de la Nueva
España, me queda claro que para entenderlos de modo más cabal debo interesarme
también por los que se opusieron a ellos. Es tiempo de intentar explicarlos y
de colocarlos en el lugar que les corresponde en la historia mexicana”, afirmó.
Al dar respuesta al discurso,
Álvaro Matute destacó los rasgos que más distinguen a Virginia Guedea: su
vocación de historiadora y sus fidelidades temáticas e institucionales. Lo
expresado en su proyecto y en el avance
que compartió, significa progreso en una conciencia histórica que rehuye la catarsis antes de enfrentarla.
“Nuestro mejor deseo es que no
permanezca aislado su intento de hacer partícipes a muchos de la inclusión de
lo excluyente en un discurso histórico sano. Sin embargo, su aceptación atravesará
un camino espinoso”, aseveró.
Lo importante y significativo,
abundó, es tomar las dos historias y fundirlas. Un cotejo a doscientos años de
los sucesos permitirá medir la madurez de la conciencia nacional.
“El resultado previsible es
que, como siempre, habrá minorías que
la comprendan, pero quedará un largo trayecto para que llegue a mayores capas
de la población. La misión del historiador no es otra que abrir brechas como la
que ahora recupera la nueva integrante
de esta Academia Mexicana de la Historia”, expresó.
Por su parte, Gisela von
Wobeser destacó datos curriculares de Virginia Guedea, quien obtuvo la
licenciatura en Historia por la Universidad Iberoamericana y el doctorado por
la Facultad de Filosofía y Letras (FFyL) de la UNAM.
Ha sido investigadora del IIIH
y profesora de asignatura a nivel licenciatura y posgrado en la FFyL. Pertenece
al Sistema Nacional de Investigadores, con el nivel II. Ha impartido varios
cursos y diplomados, tanto en México como en la Universidad de California, Estados
Unidos.
Fue directora del IIH.
Pertenece al Consejo Consultivo del Archivo de la Secretaría de Relaciones
Exteriores y al Consejo Asesor del Archivo General de la Nación.
Entre las distinciones
obtenidas destacan la mención honorífica por sus exámenes de licenciatura y de
doctorado. Además fue becada como residente en el Study Conference Center de la
Fundación Rockefeller en Villa Sierbelloni, en Bellagio, Italia. Ha sido autora
de numerosos capítulos en libros y artículos en revistas especializadas y de
divulgación.
A ellos se suma la compilación
y coordinación de más de una docena de libros, entre los cuales sobresalen: En
busca de un gobierno alterno: los Guadalupes de México; La Insurgencia en el
Departamento del Norte: los Llanos de Apan y la Sierra de Puebla, 1810-1816; la
edición crítica del libro Memorias de la Revolución Mexicana, de William David
Robinson, y un relato de la expedición del general Xavier Mina.
La
Academia fue fundada en 1919 y tiene actualmente 28 miembros de Número. Pertenecen
a ella los más notables historiadores del país, con el propósito de desarrollar
una labor intensa en cuanto a la difusión del conocimiento histórico, entre
quienes se cuenta a personalidades como Ernesto de la Torre Villar, Silvio
Zavala, Andrés Lira González, Enrique Krauze, Clementina Díaz y de Ovando,
Mercedes de la Garza, Jorge Alberto Manrique, Ida Rodríguez Prampolini, Moisés
González Navarro y Elisa Vargaslugo.
Además, Álvaro Matute Aguirre,
Elías Trabulse, Eduardo Matos Moctezuma, Manuel Ceballos Ramírez, Enrique
Florescano, Miguel León-Portilla, Josefina Zoraida Vázquez Vera, Bernardo
García Martínez, David Piñera, e Israel Cavazos Garza.
De
igual modo, Carlos Herrejón Peredo, Ma. de los Ángeles Romero Frizzi, Mauricio
Beuchot, Gisela von Wobeser, Josefina Muriel, José Luis Martínez, Jean Meyer y
José María Muriá.
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PIES DE FOTO
FOTO 01
Virginia Guedea
Rincón Gallardo, académica del Instituto de Investigaciones Históricas de la
UNAM, ingresó a la Academia Mexicana de la Historia como miembro de Número.
FOTO 02
Álvaro Matute
otorga a Virginia Guedea, adscrita al IIH de la UNAM, la constancia de ingreso
a la Academia Mexicana de la Historia. A su lado, Gisela von Wobeser,
presidenta de ese organismo.