12:00 hrs.  3 de Febrero de 2006

 

 

Boletín UNAM-DGCS-083

Ciudad Universitaria

 

 

Pies de foto al final del boletín

 

EXPERIMENTAN MÉXICO  Y EL MUNDO DECAIMIENTO DE LA VIDA RELIGIOSA

 

·        Señaló Alejandro Tomasini Bassols, adscrito al Instituto de Investigaciones Filosóficas de la UNAM

·        Las instituciones milenarias han dejado un gran vacío y la gente consume productos religiosos pobres, dijo

·        Los especialistas Concepción Ruiz Ruiz-Funes y Alfonso Bonilla participaron también en la mesa redonda “El papel de la ciencia y la religión en nuestros días”, organizada por el CEIICH

 

México y el mundo experimentan un decaimiento en la vida espiritual de sus poblaciones, debido a que las instituciones milenarias han dejado un gran vacío y la gente consume productos religiosos pobres, señaló Alejandro Tomasini Bassols, adscrito al Instituto de Investigaciones Filosóficas de la UNAM.

 

Durante su intervención en la mesa redonda “El papel de la ciencia y la religión en nuestros días”, organizada por el Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades (CEIICH), resaltó que al ser rebasados los objetivos de las instituciones de culto estas expresiones asemejan a un páramo, un gran desierto en este sentido.

 

No obstante, puntualizó, hoy empiezan a sentarse las bases de la religión del futuro, la cual no deberá estar institucionalizada ni en conflicto con el conocimiento, no de “tortura y de suplicios, sino de alegría y de paz”.

Se precisa en todo caso, de “un producto humano que le dé colorido a la vida, la oriente y permita expresar multitud de sentimientos y emociones, que guíe y norme la conducta”, aseveró.

 

No obstante, abundó Tomasini Bassols, las instituciones religiosas bloquean su potencial desarrollo, pese a que ya no están a la altura de sus funciones y no cumplen con la misión que desempeñaron en los siglos X y XI. Además, hay gran hambre espiritual, la gente no sabe dónde buscar, y prueba nuevas escuelas y tendencias.

 

Recordó que la existencia humana no está reconstruida por datos de la biología y psicología; hay algo más, una actitud, toma de conciencia y deseos; y ahí es donde esta manifestación entra en juego.

 

Pero cuando no cumple con eso está diluida y el individuo no queda satisfecho. También hay pobreza espiritual, porque así como hay miseria material, también hay gente que busca un lenguaje que le permita expresar esta perspectiva, que le indique cómo enfrentarse a los hechos del mundo, cómo normar su vida, de forma que no entre en conflicto con el conocimiento, apuntó.

 

Destacó que la religión tradicional en nuestro país no es pura, sino implantada, resultado de un proceso de asimilación de la doctrina cristiana en la idiosincrasia de las religiones autóctonas.

 

Su expresión actual es tercermundista, está copiada, amalgamada, y se traduce en una serie de doctrinas con pretensiones cognitivas espurias que dan como resultado una forma de pensar primitiva y grotesca. Por ejemplo, enfatizó, hoy proliferan el culto a la “santa muerte”, las apariciones de la virgen en las estaciones del metro, y el chupacabras. Todo ello no deja de ser representativo.

 

En su oportunidad, Concepción Ruiz Ruiz-Funes, de la Dirección General de Divulgación de la Ciencia, aclaró que la religión y la ciencia son dos discursos bien articulados. La segunda es un relato no natural, dotado de una estructura que lo hace ser normal, que le permite describir aquello que los lenguajes naturales o coloquiales no pueden. Por ello, es una piedra angular para explicar la realidad.

 

La religión, en cambio, como estructura formal, es natural. Ésta se aboca a la subjetividad del ser humano, pero no cuenta con bases para describir la realidad como su contraparte. No tiene nada que hacer en la explicación cognitiva del mundo, por lo que debería retirarse de dichas interpretaciones y dedicarse a aquello para lo que fue creada. Es decir, ante la imperiosa necesidad de una cultura científica se vuelve una barrera a vencer, reconoció.

 

Concepción Ruiz alertó sobre el analfabetismo científico, que a diferencia de otras épocas, se debe combatir de manera imperiosa. No se puede tener “una población que desconozca qué es el calentamiento global o la reducción de la capa de ozono; que las jóvenes de 18 años no sepan sobre el virus del papiloma y lo que les puede ocasionar”.

 

Es más peligroso que nunca en la historia de la humanidad. Es crucial erradicarlo y la única manera de hacerlo es “a través de la divulgación y la enseñanza de la ciencia, así como la generación de una cultura científica”, sentenció.

 

Por su parte, Alfonso Bonilla, del Centro Universitario Cultural, comentó que la sociedad actual se mueve en la desconfianza de las instituciones, la religión y la ciencia. Ello provoca no sólo que sea crítica con ellas, sino que es empujada a reflexionar y dar razón de lo que cree.

 

La colectividad obliga a que los cultos den razón de sus contenidos y a que los paradigmas también compruebe sus postulados. Esa es la base de toda investigación. Así, el diálogo que puede establecerse debe darse en el ámbito de la creencia, sobre lo que éticamente se entiende y vive como paz, libertad y vida común, concluyó.

 

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PIES DE FOTO

 

FOTO 01.

 

Alejandro Tomasini Bassols, del IIF de la UNAM, señaló que México y el mundo experimentan un decaimiento en la vida espiritual de sus poblaciones. Le acompaña Concha Ruiz.

 

 

FOTO 02

 

El especialista Alfonso Bonilla indicó en la UNAM que la sociedad actual se mueve en la desconfianza de las instituciones, la religión y la ciencia. Ello provoca a reflexionar y dar razón de lo que cree.