06:00 hrs.  3 de Febrero de 2006

 

 

Boletín UNAM-DGCS-082

Ciudad Universitaria

 

 

Pies de foto al final del boletín

 

AFECTA A MÉXICO LA MANIPULACIÓN GENÉTICA DEL MAÍZ

 

·        Advirtió Amanda Gálvez Mariscal, coordinadora del Programa Universitario de Alimentos de la UNAM

·        Informó que cada año nuestro país importa cinco millones de toneladas del grano, sobre todo para abastecer la industria del almidón

·        Los especialistas Gustavo Adolfo Alanís Ortega y Hugo Ramírez García participaron también en el Congreso Internacional de Salud y Derecho, en el Instituto de Investigaciones Jurídicas

 

La manipulación genética del maíz afecta de modo importante a nuestro país, al incrementar la producción de Estados Unidos, con quien se tiene un Tratado de Libre Comercio, advirtió Amanda Gálvez Mariscal, coordinadora del Programa Universitario de Alimentos (PUAL) de la UNAM.

 

Al participar en el panel de discusión sobre “Bioseguridad, alimentación y legislación”, dentro del Congreso Internacional de Salud y Derecho –organizado por el Instituto de Investigaciones Jurídicas–, informó que cada año México importa cinco millones de toneladas del grano, sobre todo para abastecer la industria del almidón; sin embargo, se llega a mezclar con lo utilizado para la industrialización de la masa y la tortilla.

 

Señaló que en esas compras se incluyen todas las variedades evaluadas por el sector salud; pero además, se comercia con aquellas que no se han sometido a certificación para consumo.

 

La coordinadora del PUAL recordó que México es su centro de origen, “por eso es preocupante que haya transgenes en el país, porque somos el centro de diversificación de la planta, los custodios del germoplasma”.

 

A pesar de que no es una fuente importante de proteínas, aporta 40 por ciento de los requerimientos de los mexicanos, sobre todo porque la tortilla es uno de los productos más consumidos. Además, argumentó, hay amplios sectores de la población, principalmente los más desprotegidos, que obtiene de ellas 50 por ciento de su energía.

 

Gálvez Mariscal dijo que es común que haya granos genéticamente modificados mezclados con los importados, o que un trabajador migrante se los traiga de Estados Unidos y los siembre. Esto es importante, porque alrededor de 25 por ciento de la sociedad vive de la agricultura, con aproximadamente 3.5 millones de parcelas.

 

Indicó que los norteamericanos tienen fallas en la revisión de sus plantíos y al monitorear sus invernaderos para que no salgan las semillas, porque no saben en dónde acaban las experimentales, con vacunas o proteínas que aún se trabajan en los laboratorios.

 

Comentó que en México se cultiva algodón y soya transgénica. Además, se desarrollan otras plantas de este tipo, para las necesidades nacionales. No obstante, apenas están en el laboratorio las que resisten contaminantes del suelo y otros factores.

 

En los últimos dos años la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación ha dado múltiples autorizaciones para trabajar con papas, calabazas, trigo resistente a sequía y plátanos que producen vacunas, los cuales al ser consumidos pueden inmunizar contra varicela o hepatitis, aunque todavía no se comercializan, detalló.

 

Para Gustavo Adolfo Alanís Ortega, catedrático de la Universidad Iberoamericana, hubo premura en la aprobación de la Ley de Bioseguridad de Organismos Genéticamente Modificados, siendo que los legisladores pudieron esperar, sobre todo porque había documentos y recomendaciones importantes sobre el tema.

 

Aseveró que el acceso a la información pública se ha fortalecido en nuestro país; empero, con la Ley Federal de Transparencia y Acceso a la Información Pública Gubernamental se pudo haber dado una correlación con la de Bioseguridad.

 

Hay mucha información científica e investigación que en un momento dado se puede clasificar como confidencial, pero hasta dónde llega la propiedad industrial y los derechos de autor. Esto preocupa porque en cualquier momento se puede argüir que estos datos, por cualquier razón, se deben catalogar como reservados y no dar acceso a la sociedad.

 

Indicó que si bien en la mencionada normatividad se habla de impulsar una cultura de bioseguridad, no será efectiva si no se fomenta. La gente no sabe de qué se le habla, y lo mismo pasa en otros ámbitos, como el ambiental.

 

En la Cámara de Diputados hay todavía dos iniciativas, una para fortalecer lo relativo al protocolo, y otra relacionada con el régimen de protección al maíz; así como dos más de reforma en el Senado. Ojalá que se pueda hacer algo al respecto, refirió.

 

Por último, Hugo Ramírez García, de la Universidad Panamericana, reconoció que los retos y debate motivados por la biotecnología, incluida la utilizada para obtener organismos transgénicos, no se reducen a los daños que puede provocar en el ambiente, o a la salud de las personas, sino que exige una visión integral.

 

En ese sentido, concluyó, “nuestra atención por la biotecnología y sus implicaciones debe considerarse en términos más amplios de lo que hasta ahora se ha hecho”.

 

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FOTO 1.

 

Amanda Gálvez Mariscal, coordinadora del Programa Universitario de Alimentos de la UNAM, advirtió sobre la afectación a nuestro país por la manipulación genética del maíz.

 

 

FOTO 2

 

El especialista Hugo Ramírez García reconoció en la UNAM que los retos y debate motivados por la biotecnología, incluida la utilizada para obtener organismos transgénicos, exigen una visión integral.

 

 

FOTO 3

 

El profesor Gustavo Adolfo Alanís Ortega señaló en la UNAM que hubo premura en la aprobación de la Ley mexicana de Bioseguridad de Organismos Genéticamente Modificados.