06:00 hrs.  2 de Febrero de 2006

 

 

Boletín UNAM-DGCS-080

Ciudad Universitaria

 

 

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AÚN NO TIENE EXPLICACIÓN LA CONCIENCIA HUMANA

 

·        Señaló en la UNAM la filósofa Mariana Lojo, quien agregó que todavía no se encuentran las verdaderas razones del cómo y porqué de dicho mecanismo

·        Esta capacidad puede rastrearse en la historia hace 17 mil años, dijo Francisco Pellicer, del Instituto Nacional de Psiquiatría

·        En el Foro Etica, naturaleza humana y tecnociencia, organizado por la Facultad de Filosofía y Letras, intervinieron también José Luis Díaz y Lizbeth Sagols

 

La duda sobre el significado y explicación de la conciencia humana sigue vigente, pues a pesar de dar por sentado que esta capacidad es propia de la especie, todavía no se encuentran las razones del cómo y porqué de dicho mecanismo. Se tiene ya “un amplio haz de luz, pero éste alumbra dispersas y dispares teorías al respecto”, afirmó en la UNAM la filósofa Mariana Lojo.

 

En el marco del Foro Ética, naturaleza humana y tecnociencia, organizado en la Facultad de Filosofía y Letras (FFyL), añadió que el saber filosófico, con su especulación, ha establecido a lo largo de los siglos pautas fundamentales para esta comprensión. En los albores del nuevo milenio, gracias a los avances en la investigación neurobiológica, se pueden contrastar, corroborar, refutar o desechar algunas de esas intuiciones.

 

La integrante del proyecto “La ética ante las tecnologías transformadoras de la condición humana”, expuso que el hombre se pregunta por su vida y cuándo comienza la historia, ya que narrarse a sí mismo, el relato del pasado “es sólo posible a luz de una conciencia capaz de pensarse a sí misma y expresarse de tal forma, que preserve su sonido a través no sólo de la palabra, sino de manera privativa a lo humano, en el signo de la letra”.

 

En el Salón de Actos de esa entidad, Mariana Lojo dijo que si se mira hacia atrás, Sócrates en su oráculo: “conócete a ti mismo”, da pauta a la sospecha y la responsabilidad ética se vuelve obvia. El mundo de la reflexión se instaura como el dominio sobre nosotros mismos y especialmente, sobre todo aquello que aparece como dado a la conciencia.

 

Luego de citar a Heráclito y Espinoza, recordó que para Hegel esta categoría es la experiencia, que consiste en desdoblar la percepción y distinguirla desde el momento mismo en que se emplea, para dar cuenta desde la reflexión, que así se ha hecho. De este modo, se logra ser consciente de la relación de los sentidos con el mundo, “la cual está siempre presente, independientemente del grado de conciencia que adquiera sobre ella”.

 

Mariana Lojo sostuvo que las interrogantes sólo pueden abordarse desde la interdisciplina entre ciencias y humanidades, en un ejercicio de retroalimentación, en el compartir los hallazgos de cada discurso científico, para que gracias a la contrastación se consolide un lenguaje común. Preguntar por la conciencia invita a interrogar por la unidad de ser del hombre, y encontrar respuesta no puede ser privilegio de un solo paradigma.

 

En tanto, Francisco Pellicer, neurofisiólogo e integrante del Instituto Nacional de Psiquiatría, opinó que la conciencia puede rastrearse en la historia hace 17 mil años, cuando se hicieron pinturas rupestres que representan no a hombres y mujeres en general, sino a individuos.

 

Esa capacidad se tiene, pero hay que preguntarse en qué grado y cómo se cae en la cuenta de que se posee. El primer punto es discernir qué es la realidad, qué es lo que está “afuera”, y lo que sensorialmente se tiene adentro, y luego se procesa y percibe, dijo.

Resaltó la importancia del momento en que la parte de los sentidos se convierte en perceptual, porque ésta última representa un escalón más complejo, como ocurre cuando unas manchas toman forma definida y se convierten en imagen: se aprende a ver.

 

Hay estructuras cerebrales relacionadas con las emociones. Ese órgano también tiene sitios vinculados con el placer o desagrado, ambos conceptos abstractos y con valores distintos para cada quién; de hecho, no sólo poseen un lugar donde “viven”, sino que es cuantificable, aseguró.

 

La conciencia, además, puede enfermar. En el síndrome de Lesch-Nyhan, los individuos se automutilan y comen. La pregunta sobre dónde está la conciencia corporal se responde al decir que al parecer no hay activación de una parte cerebral llamada cíngulo, a la cual no le llega la información de que eso es nocivo, detalló.

 

Otras actitudes, como el altruismo o la percepción del arte, son de niveles altos, pero también deben pasar por el filtro sensorio y de las emociones, agregó.

 

Por su parte, José Luis Díaz, de la Facultad de Medicina, explicó que el cerebro es un órgano capacitado a través de la evolución para manejar información, que procesa cuando menos en seis niveles de complejidad. En cada uno de ellos el contenido sufre ganancia de integración o alcance: molecular, celular, intracelular, modular, orgánico y organísmico.

 

De acuerdo con el uso y lo complicado de los datos aumentarán las órdenes de magnitud; la conciencia surge en el nivel más alto de la organización encefálica, “en el momento en que hay contacto y relación entre los módulos individuales”, refirió.

 

El objetivo es encontrar el correlato neural, la función que encarna a la conciencia. Ese “enjambre” bien puede asemejar a una bandada funcional de pájaros que se crea en la parte más alta de la actividad craneal, que enlaza de manera hipercompleja, coherente y sincrónica a los diversos componentes, apuntó.

 

Hay unos 400 módulos corticales y subcorticales que intercambian operaciones entre ellos; la complejidad de la información sufre una ganancia sustancial en esa conectividad, abundó el experto. Pero, aclaró, además de la pirámide cerebral para producir conciencia, se requiere la convergencia del sistema social y cultural; no hay forma de que un cerebro aislado, en funciones in vitro, tenga actividad perfecta, porque requiere de la entrada de información común: lenguaje, creencias y valores.

 

Es gracias a la convergencia puntual de los sistemas cultural y biológico que surgen los estados de conciencia particulares, reiteró José Luis Díaz.

 

En la ceremonia inaugural del Foro, su organizadora, Lizbeth Sagols, puntualizó que el proyecto original fue financiado por el Programa de Apoyo a Proyectos de Investigación e Innovación Tecnológica, y se formó a partir del convencimiento de que se viven tiempos de cambios radicales, dado el avance de la ciencia y la tecnología.

 

Tales adelantos han transformado las vidas y la concepción como seres humanos. De ahí la importancia de establecer un diálogo entre científicos y filósofos que a veces es difícil, pero posible y necesario, concluyó.

 

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FOTO 1.

 

José Luis Díaz, Mariana Lojo y Lizbeth Sagols previo a su participación en el Foro Ética, naturaleza humana y tecnociencia, organizado en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM.

 

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Lizbeth Sagols, organizadora del Foro Ética, naturaleza humana y tecnociencia en la UNAM, habló de la importancia de establecer un diálogo entre científicos y filósofos.

 

 

FOTO 3

 

La filósofa Mariana Lojo aseguró en la UNAM que el saber filosófico, con su especulación, ha establecido a lo largo de los siglos pautas fundamentales para la comprensión de la conciencia.

 

 

FOTO 4

 

El neurofisiólogo Francisco Pellicer reveló en la UNAM que la conciencia puede rastrearse en la historia hace 17 mil años, cuando se hicieron las pinturas rupestres.

 

 

FOTO 5

 

José Luis Díaz, de la Facultad de Medicina de la UNAM, explicó que el cerebro es un órgano capacitado a través de la evolución para manejar información en seis niveles de complejidad.