Boletín
UNAM-DGCS-027
Ciudad Universitaria
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final del boletín
INDISPENSABLE, EL
REENCUENTRO ENTRE TECNOLOGÍA Y HUMANISMO
·
Aseguró Juliana González, profesora emérita de la UNAM,
quien participó en el ciclo de conferencias “El que sabe, sabe”
· La vía principal para humanizarnos es la educación, la formación integral, opinó
En el nuevo milenio debe
conciliarse materia y espíritu, naturaleza y cultura, y ciencia y humanidades,
así como darse un reencuentro entre tecnología y humanismo e integrar memoria y
proyecto, es decir, nuestro pasado y futuro, pues es una frontera entre dos
tiempos: se cierra la modernidad y al mismo tiempo se abre un mañana mucho más
desconocido, afirmó la profesora emérita de la UNAM Juliana González.
Al participar en el ciclo de
conferencias “El que sabe, sabe”, efectuado en el auditorio de la Biblioteca
Nacional, reconoció que quizá el futuro nunca ha sido más incógnito. Según
algunos pensadores y filósofos se ha llegado al fin del humanismo, donde el
hombre deja de ser lo más importante y no se puede tener fe en él, sino sólo
una profunda desconfianza, donde ya no se habla de esencia humana.
Este proceso ocurre “a través
de la hegemonía del mercado, de la tecnología, de la informática, todo lo cual
puede ocurrir gradualmente o surgir de súbito”, abundó.
Pero al mismo tiempo, sostuvo,
en el devenir puede estar contenida la posibilidad de un renacimiento del
hombre y de lo humano, que implique el término del proceso de deshumanización,
de dominio y destrucción de la naturaleza.
Hay quienes no desean el fin
de esta perspectiva y pueden generar un nuevo renacer. Puede surgir una nueva
idea que refundamente la libertad, que nos ponga de nueva cuenta en nuestro
sitio de seres libres y con dignidad, aclaró.
En la conferencia
“Humanidades, humanismo, renacimiento”, la académica de la Facultad de
Filosofía y Letras añadió que nadie pone en duda las maravillas tecnológicas.
“Los logros y promesas son extraordinarios en las áreas médica, en
comunicaciones, producción de bienes y servicios, alimentos, y en general, de
la calidad de vida”.
Pero también hay amenazas: el
daño ecológico, social y moral; sobrepoblación; la brecha de la desigualdad; el
materialismo creciente en todos los ordenes, enfatizó. Por ello, se está “ante
una situación histórica que se puede considerar ‘de umbral de Jano’, dios
romano que abre la puerta hacia el futuro y al mismo tiempo mira hacia atrás”.
Ante estudiantes y profesores
del Sistema Incorporado recordó que las humanidades, como hoy se entienden, son
una rama de disciplinas que se distinguen de la otra vertiente, la de las
ciencias y la tecnología. Se trata de la filosofía, historia, literatura y
filología.
El origen de las humanidades
está en el Renacimiento. Tiene sus antecedentes en lo que en el medioevo fueron
llamadas artes liberales. A diferencia de lo que ocurre en nuestro tiempo,
entonces “no había un divorcio tan fuerte”, vino posteriormente en el siglo
pasado, donde se habla de dos culturas, refirió.
Hereda la Paideia griega,
concepto que no sólo era una pedagogía, sino el ideal de formación completa
dentro de la gran comunidad de hombres libres. “Es la gran formación
humanística, una cultura integral que incluye a las ciencias”, dijo.
Se refiere a una
autocomprensión que el ser humano tiene de sí mismo. Cuando se da cuenta de la
significación, del valor como especie, se reconoce, se le pone en un sitio
central y considera que está en la cúspide de la gran cadena del ser, explicó.
El humanismo renacentista y
moderno considera que tiene un puesto central y jerárquico dentro de la
naturaleza e implica confianza y fe en el valor de su condición. Por el
contrario, agregó, hoy ocurren tendencias escépticas, que implican una cierta
duda sobre la dignidad humana, sobre el valor del sujeto.
A este respecto, expuso que
los griegos usaban deinoteron (de deinos, maravilla y al mismo tiempo horror,
espanto). El hombre es lo más “maravilloso-terrible” del mundo, porque de su
arte e ingenio creador surge bien y mal. La opción es su humanización y la vía
principal es la educación, la formación integral. La ignorancia es una “amnesia
de nuestro propio ser”. Ser cultos es la posibilidad de recordarnos a nosotros
mismos; las humanidades son memoria viva.
Juliana González reiteró que
no se puede dejar de atender la crisis sufrida en los últimos tiempos, debida a
la demasía, exceso y soberbia. En la idea del hombre jerárquicamente superior,
de los poderes de la humanidad para construirse a sí misma y su destino. Por
eso, la primera tarea colectiva e individual es conocerse.
A partir de la modernidad
y la posmodernidad, abundó la experta, saber es la forma máxima para dominar,
en primer lugar, a la naturaleza. La liga entre conocimiento e instrumento (o
técnica), y su asociación con la utilidad es cada vez más fuerte. No basta para
desentrañar los misterios del mundo.
La ciencia y la tecnología se
unen cada vez más y hoy existe la tecnociencia, porque las ciencias básicas,
contemplativas, cognoscitivas, quedaron atrás. Además, adquirió hegemonía el
gobierno de la técnica, que domina la vida humana en todos los ámbitos. Por
ello, concluyó, se ha planteado que todo aquello que nace del humanismo se
convierte de maravilla en terror.
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FOTO 01
Juliana González,
profesora emérita de la UNAM, dictó la conferencia “Humanidades, humanismo,
renacimiento”, en el ciclo “El que sabe, sabe”, efectuado en el auditorio de la
Biblioteca Nacional.
FOTO 02.
La profesora Juliana González advirtió en la UNAM que si bien nadie pone en duda las maravillas tecnológicas, también hay amenazas: daño ecológico, social y moral; sobrepoblación y desigualdad, entre otras.