Boletín
UNAM-DGCS-019
Ciudad Universitaria
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FORMAN PARTE
CENTRAL DE LA ESTRATEGIA MILITAR, LAS ARMAS TERMONUCLEARES
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En Estados Unidos, Rusia, OTAN, Francia,
Inglaterra, China e Israel gozan de un apoyo popular masivo: Carlos F. Bunge,
del Instituto de Física de la UNAM
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Daniel Cazés Menache, director del Centro de
Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades, recordó la
explosión atómica en Hiroshima
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Ryosuke Yamakura, primer secretario y jefe
del Departamento Político de la Embajada de Japón en México, aseveró que ese
país se ha alejado de cualquier participación en guerras o convocarlas
Las armas termonucleares forman parte
central de la estrategia militar de todas las naciones y organizaciones que las
poseen y producen, afirmó Carlos F. Bunge, del Instituto de Física de la UNAM,
acompañado por Daniel Cazés Menache, director del Centro de Investigaciones
Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades (CEIICH).
En Estados Unidos, Rusia,
OTAN, Francia, Inglaterra, China e Israel, las armas nucleares gozan de un
apoyo popular masivo. A
decir del académico, esto se debe a cuatro aspectos fundamentales: el primero,
casi toda frontera es hoy defendible de manera efectiva con instrumentos
nucleares de un kilotón (Kt), esto es, un doceavo del poder explosivo que
destruyó Hiroshima; segundo, la defensa, por parecer convincente, también es
disuasiva, evitando así aventuras oportunistas.
El tercero, se refiere a que el costo de una
defensa termonuclear es menor que el de una convencional; y cuatro: existe un
Tratado de No Proliferación (TNP) de armas nucleares que asegura un monopolio
unilateral, indicó en el Ciclo de mesas de trabajo Modernidad: los
holocaustos, organizado por el CEIICH.
La otra cara de la moneda, dijo, es que las
armas de mayor poder explosivo, de hasta 500 Kt, verdaderas fuentes de
genocidio, si llegaran a usarse, causarían daños incalculables en todo el
mundo, poniendo en riesgo la sobrevivencia de la especie humana.
Por el TNP, los países nucleares se comprometen
a no proporcionar ni facilitar la adquisición de armas nucleares a países no
poseedores, y viceversa, se comprometen a no solicitar ni desarrollarlas.
Aunque es necesario agregar una cláusula que garantice la protección de las
naciones de ataques convencionales o nucleares de otros países, detalló.
Este Tratado ha logrado enormes reducciones de
los arsenales más peligrosos, con el fin de desterrar la posibilidad de un
holocausto: el frío, oscuridad, radiactividad, pirotoxinas y ultravioleta que
como resultado del uso de una fracción de ellos pondrían en entredicho la
viabilidad de los sobrevivientes de una implacable catástrofe, destacó en el
Auditorio de esta entidad universitaria.
A su vez, Carlos Uscanga, del Centro de
Relaciones Internacionales, de la FCPyS de la UNAM, apuntó que luego de los
sesenta años de la decisión de Estados Unidos de lanzar la bomba atómica en las
ciudades de Hiroshima y Nagasaki, debe reflexionarse en el drama humano
generado por la ola expansiva del calor radioactivo.
Como ironía del destino, Japón ha honrado y
recordado a sus muertos de esos días del verano del 45, pero todavía falta
mucho que hacer para atender el sufrimiento de los ya pocos sobrevivientes y
sus descendientes. Se estima, que aunque no hay datos exactos, que en las dos
ciudades murieron de manera directa y por los efectos radiactivos alrededor de
200 mil personas, puntualizó.
El caos después de la explosión impidió una
reacción inmediata por parte del gobierno japonés, al quedar en un estado de
parálisis y de incertidumbre sobre lo sucedido. Las noticias de la magnitud de
la destrucción no tenían referencia con la capacidad de aniquilación del
armamento conocido en ese momento. Después del evento en el valle de Urakami en
la ciudad de Nagasaki, se confirmó su letalidad, dijo.
Alrededor de 300 mil afectados son reconocidos
de manera oficial, pero se piensa que hay un número importante de víctimas no
declaradas por temor a la discriminación. Muchos de ellos son extranjeros que
decidieron regresar a sus lugares de origen, reveló.
En este contexto Daniel Cázes
Menache, director del CEIICH recordó los hechos: "El 6 de agosto de 1945,
a las 8:15 se lanzó la bomba atómica sobre Hiroshima, por orden del presidente
Harry S. Truman. Así se inició la era nuclear. Una nube de gases en forma de un
enorme hongo en asenso transformó a la desesperanza en perspectiva universal de
la humanidad”.
Entre 1500 y 3000 metros a la
redonda de la vertical de explosión la temperatura llegó a hasta 300,000 grados
centígrados, el asfalto se hizo líquido, el viento sopló a 1200 km/hr, las
construcciones desaparecieron sin dejar más huella que su propio polvo, y sus
cristales fueron proyectados en añicos hasta 12 km de distancia. Todo cuanto
había estaba pulverizado o calcinado, relató.
En las seis décadas que nos
separan de las explosiones experimentales de Alamo Gordo, Hiroshima y Nagasaki,
agregó Daniel Cazés, la tecnología bélica nuclear se ha desarrollado a paso
veloz. Son doce los países que pueden utilizar armas nucleares, son tantas y
tienen tanto poder destructivo que podrían destrozar totalmente el planeta 10
veces, alertó.
Por su parte, Ryosuke
Yamakura, primer secretario y jefe del Departamento Político de la Embajada de
Japón en México, aseveró: "Nuestro país es el único que ha sufrido el
lanzamiento de la bomba atómica. Desde este hecho, se ha alejado de cualquier
participación en guerras o convocarlas. Pero sí tenemos un mecanismo de
autodefensa. En el caso de que algunos países nos ataquen vamos a
defendernos".
Agregó que actualmente la
nación nipona envía ayuda militar a Afganistán, no para combatir la guerra
civil sino para brindar ayuda humanitaria. Por ejemplo, en la construcción de
carreteras, la instalación de agua potable, etc.
Por su parte John
Saxe-Fernández, del CEIICH, destacó que después del colapso soviético y en
momentos en que, en palabras de Colin Powell, Estados Unidos de América empezó
a sufrir un "déficit de enemigos", la condición estratégica del
"stand off" se mantuvo impertérrita, al menos en el sentido de que
los avances y las disponibilidades tecnológicas de ambas potencias, sigue
siendo de dimensiones colosales. EUA actualmente posee 4,500 armas nucleares
estratégicas ofensivas y Rusia 3,800.
Como es sabido el club atómico
se amplió a lo largo de estas décadas, incluyendo a Francia, Inglaterra, China
y más recientemente a India y Pakistán, que en su conjunto suman entre 200 y
400 armas. Todo esto sin incluir el armamento que se conoce como
"táctico", agregó.
Después del fin de la Guerra
Fría, afirmó Saxe-Fernández, la carrera armamentista y su modernización nuclear
y balística prosiguió bajo el impulso de Washington.
Recordó que el 26 de enero del
2003, William Arkin, dio a conocer desde Los Angeles Times, que el gobierno de
Bush "se estaba preparando para el posible uso de armas nucleares contra
Irak".
Citando a múltiples fuentes,
el periodista indicó que en el Comando Estratégico (Stratcom) en Omaha y dentro
de las "células de planeación" del Estado Mayor, se examinaban las
listas de blancos, se consideraban las opciones y procedimientos para darle un
papel a los armamentos nucleares en "la nueva doctrina de autodefensa
anticipatoria" o "guerra preventiva", anunciada como parte
central de la "Estrategia de Seguridad Nacional" de septiembre de
2002.
En ese documento se plantea
que EUA "debe detener a los estados delincuentes y sus clientes
terroristas, antes de que sean capaces de amenazar o usar armas de destrucción
masiva contra ellos y sus aliados", precisó.
Desde su arribo a la Casa
Blanca, prosiguió Saxe-Fernández, el equipo de Bush ha insistido en ampliar los
presupuestos para la modernización nuclear, especialmente para la investigación
y desarrollo de las "mini-nukes", pequeños dispositivos.
En 2005 se solicitaron más de
8 millones de dólares para continuar un programa armamentista que se conoce
como Rubust Nuclear Earth Penetrador (RNEP). Esta política muestra una notable
continuidad con el terrorismo de Estado inaugurado por Truman el 6 de agosto de
1945 en Hiroshima y Nagasaki, concluyó.
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PIE DE FOTO
FOTO 01
En el CEIICH de
la UNAM se llevó a cabo el Ciclo de mesas de trabajo Modernidad: los
holocaustos, organizado por esa entidad universitaria.