Boletín
UNAM-DGCS-879
Ciudad Universitaria
Pie de fotos al
final del boletín
·
Indicó en la UNAM Gloria Cava, del Hospital
Universitario La Fe, de Valencia, España
·
De cada 10 mujeres que los padecen hay un hombre,
explicó
·
Ofreció en la Facultad de Psicología la
conferencia Anorexia y bulimia nerviosas: trabajo con la familia
Hasta 35 por ciento de
pacientes que sufren trastornos de conducta alimentaria se vuelven crónicos,
por lo que morirá por esta causa, afirmó en la UNAM Gloria Cava, del Hospital
Universitario La Fe, de Valencia, España, quien agregó que de cada 10 mujeres
que los padecen hay un hombre.
En la Facultad de Psicología,
la terapeuta explicó que un principio fundamental de estos desequilibrios es la
necesidad de hacer dieta por querer sentirse mejor y cambiar de aspecto. Son
multifactoriales y, por tanto, su abordaje debe ser igual.
No es que no sea bueno estar delgado, de
hecho es saludable, recalcó. “pero los modelos que actualmente venden respecto
a la figura, están por debajo de lo saludable, es decir, no la que corresponde
por el peso, edad y constitución física, sino sólo con parámetros
mercadológicos”.
Los dos principales trastornos
de conducta alimentaria, destacó, son la anorexia y bulimia nerviosas. La
primera es frecuente entre personas perfeccionistas que tienden a perder peso
de forma deliberada. Quien lo padece tiene un miedo intenso a subir de peso,
incluso cuando está debajo del normal para ella; hay también una distorsión de
su imagen corporal.
Existen dos tipos de anorexia,
la restrictiva y la compulsiva/purgativa. En la primera, la persona hace tres
tipos de dietas características: de acuerdo con una lista de alimentos
prohibidos, se salta comidas completas o come cantidades pequeñas de todo. En
la segunda, no pueden aguantar el hambre y entonces inducen el vómito, abundó.
La bulimia se define por una
exagerada preocupación por la figura y el peso, que se traducen en una pérdida
de control sobre la conducta alimentaria, de la que se derivan episodios de
ingesta voraz –es decir, se ingiere gran cantidad de comida en un tiempo en el
que una persona normal le sería difícil hacerlo, de hasta seis mil a siete mil
calorías–, así como conductas compulsivas (ejercicio, vómito, uso de laxantes y
diuréticos) para rebajar la tensión y soportar la trasgresión con los
comestibles, expuso.
Entre los criterios
diagnósticos para bulimia se encuentran la presencia de “atracones”
recurrentes, de por lo menos tres veces a la semana, y las conductas
compensatorias. A diferencia de las anoréxicas, que suelen ser
hipercontroladoras, las bulímicas pierden la voluntad de su conducta
alimentaria, afirmó.
Durante la conferencia Anorexia
y bulimia nerviosas: trabajo con la familia, indicó que hay diversos factores
de riesgo relacionado con estos desajustes. Los hay individuales, como el sexo
(ser mujer), edad (sobre todo en la adolescencia), características físicas (que
no correspondan con el patrón de extremada delgadez que estila), por mencionar
algunos.
También están los
psicológicos, al resaltar los estilos cognitivos, formas de pensar demasiado
rígidas, caóticas e impulsivas, y la autoestima, que en estos casos suele ser
baja y a través de la comida intenta suplir sus carencias emocionales, refirió.
Otros factores más son los
socioculturales, donde intervienen las industrias de la moda y la
agroalimentaria, así como los medios de comunicación, los cuales emiten
mensajes contradictorios –por un lado te dicen come y por el otro que no lo
hagas si quieres obtener cierta figura– o erróneos (para estar delgada elimina
la grasa, cuando ésta es necesaria, o ponen la etiqueta de comida sana a
ciertos productos, cuando ello es alimentarse balanceadamente). Los cierto,
dijo Gloria Cava, es que el modelo estético corporal no siempre ha sido de
extremada delgadez como ahora.
Respecto a los factores
familiares incluirían las anomalías de pareja (ya sea en los padres o la propia
pareja), duelos (pérdidas como separación o muerte), antecedentes de psicopatologías
y maltrato, y las prácticas de crianza, es decir, los estilos educativos,
señaló.
Al abundar en cuanto a los
elementos nucleares, resaltó que existen agentes predisponentes de
vulnerabilidad: posición extremadamente protectora, tolerante o distante de los
padres; en cuanto a la imagen, se da importancia excesiva a la apariencia (ser
delgado es pertenecer a un status alto), hay dificultades para aceptar el
cuerpo, problemas alimentarios de los padres o familiares cercanos, una actitud
hacia la comida tendente a la realización de dietas, y competencia entre
allegados por tener el cuerpo más delgado.
Asimismo, detalló, se observan
relaciones domésticas donde se evita el conflicto, cuando son normales y hay
que reconocerlos y abordarlos, pues se interpreta como que éstos ocurren en
personas de poca clase; coaliciones encubiertas, en donde los padres quieren
solucionar sus problemas a través de alguna hija, y ella interpreta que si se
cura la familia se separaría; interferencia en el proceso de autonomía, con
progenitores sobreprotectores que no ayudan a que el hijo evolucione porque
temen perderlo, o negligencia física o afectiva, pues nunca hay tiempo para
ello, no se atienden esas necesidades.
También hay ciertos factores
desencadenantes de la enfermedad: una situación de estrés vinculada a maltrato
infantil físico o emocional, o abuso sexual; pérdidas (cambio de la primaria a
la secundaria, un viaje al extranjero), duelos y rupturas familiares, agregó.
Por último hay ciertos
mantenedores del padecimiento. En cuanto a las relaciones familiares, se
encuentran la falta de consenso (que el padre y la madre tengan puntos de vista
diferentes y la comunicación de ellos sea constructiva); inconsistencia (poner
un límite y variarlo al poco tiempo), negación de la gravedad de la enfermedad
y minimización de los riesgos, aclaró.
También, comentó, los hay
relacionados con la rigidez de la estructura en el hogar, la sobreprotección,
la interferencia en el proceso de autonomía, mantenimiento del infantilismo,
ausencia de límites y protección a los progenitores (la enferma cree que así
mantiene a la familia unida).
De este modo, lo que conviene
es, en primer lugar, prevenir que aparezcan los factores citados y, sobre todo,
una vez que se ha establecido el trastorno, hay que trabajar con la familia los
factores mantenedores del problema, para favorecer un cambio del clima
prevaleciente en el núcleo primario, concluyó Gloria Cava.
-oOo-
PIES DE FOTO
FOTO 01.
Hasta 35 por
ciento de pacientes con trastornos de conducta alimentaria se vuelven crónicos,
y morirá por esta causa, afirmó en la UNAM la especialista española Gloria
Cava.
FOTO 02
Gloria Cava, del
Hospital Universitario La Fe, Valencia, España, dictó en UNAM la conferencia Anorexia
y bulimia nerviosas: trabajo con la familia.