boletín UNAM-DGCS-872
Ciudad Universitaria
LA MEGAOFRENDA DE
CU PERMITE RELEER PEDRO PÁRAMO, OBRA CUMBRE DE JUAN RULFO
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La exposición de 54 trabajos hechos por estudiantes y académicos
es de acceso gratuito; está en las Islas de CU
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Además se realizan presentaciones teatrales y musicales también
con entrada libre
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Con las ofrendas se rinde
homenaje al cincuentenario de la aparición de Pedro Páramo, escrita por Juan
Rulfo y al IV centenario de El Quijote
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Se reúnen las propuestas de alumnos del Colegio de Ciencias y
Humanidades, Escuela Nacional Preparatoria, escuelas y facultades, y escuelas
del Sistema Incorporado
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Concluye el miércoles 2 de noviembre
“Encontrarás más cercana la voz de mis recuerdos que la de
mi muerte, si es que alguna vez la muerte ha tenido alguna voz”, escribió Juan
Rulfo en su magnífica obra Pedro Páramo, escrita hace medio siglo.
Al recorrer la megaofrenda instalada en Ciudad
Universitaria, parece que la voz de los difuntos deambula en cada centímetro
del espacio delimitado por la magnífica Biblioteca Central, las Facultades de
Filosofía, Derecho, Economía, Ingeniería y Arquitectura, así como por el
auditorio Alfonso Caso y el Mueso Universitario de Ciencias y Artes, además de
la Torre de la Rectoría.
A través de las 54 ofrendas casi es posible releer la
novela, en la cual Rulfo dibuja un Comala en la que uno de los muchos hijos de
Pedro Páramo se ve “atrapado en un mundo sin vida”.
Aquí, en las Islas, espacio verde y arbolado al centro del
casco principal de CU, se le honra y se le recuerda a esa novela cumbre de la
literatura en lengua castellana; ahí es donde se presenta la tradicional
celebración del Día de Muertos.
En la reproducción del pequeño y olvidado pueblo de Comala,
ubicado en el centro del inmenso camposanto que será hasta el 2 de noviembre parte de Ciudad Universitaria, la comunidad estudiantil
continúa con esa ancestral tradición en que llegan los seres del más allá, para
visitar a los que estamos en el más acá.
Es el VIII Festival Universitario de Día de Muertos. En
donde, como la propia calaca pregona, la muerte no hace distinciones, quizá por
eso reúne, en un mismo lugar, a las comunidades del Colegio de Ciencias y
Humanidades y de la Escuela Nacional Preparatoria, de escuelas y facultades, y
del Sistema Incorporado de la UNAM.
Así, el aire de la tarde se pierde en el espacio, se
estremece, se vuelve más frío y angustiante a cada segundo, a tono con las
decenas de altares de alumnos con motivo de la megaofrenda.
El centro de este espacio universitario es un camposanto
gigante. Un desfile interminable de estudiantes, personas, solitarias o
acompañadas. Familias enteras caminan, se detienen, avanzan de nuevo y
contienen su paso en cada altar, para admirar estas creaciones estudiantiles.
La huesuda en su palacio, en sus días de festejada,
idolatrada, homenajeada, iluminada. El ingenio del alumnado es fundamental, lo
mismo en molinos de viento que delatan el legendario trajinar de Don Quijote de
la Mancha, que en obras plásticas de novedosa manufactura.
Tapetes multicolores de aserrín, de pétalos de flores, de
semillas de girasol, de calabaza, de frijoles, de habas y de muchas otras
variedades le dan más color y vida a las ofrendas.
Un rayo de luz aparece tras las nubes, en el horizonte; el
viento parece calmarse por un instante. Un olor intenso a incienso mezclado con
flor de muerto o cempasúchil se posa en el ambiente, apenas lo suaviza el aroma
de las guayabas, de los cientos de almas que deambulan por el lugar y se apilan
frente a los altares.
La pluralidad es una obligación y la libertad de
creatividad entre los estudiantes una constante. Lo mismo se ven montículos
para levantar la voz por los grupos indígenas y su problemática, que para
describir el entorno político actual u homenajear a los escritores y poetas que
han nutrido las letras mexicanas.
Es el alma del escritor jalisciense Juan Rulfo la que se
posesiona de estos varios kilómetros de ofrendas en CU. No sólo es su
fotografía apacible y de mirada profunda que se posa en tumbas y cajones, en
altares y pinturas, lo que revela el motivo de la megaofrenda, sino también su
pensamiento y su creación, su vida y su muerte.
“Vine a Comala porque me dijeron que acá vivía mi padre, un
tal Pedro Páramo. Mi madre me lo dijo. Y yo le prometí que vendría a verlo en
cuanto ella muriera. Le apreté sus manos en señal de que lo haría, pues ella
estaba por morirse y yo en un plan de prometerlo todo”, escribió el narrador
tapatío en una de sus obras cumbre, Pedro Páramo, que cumple medio siglo de ser
publicada.
Por eso la UNAM le rinde homenaje en su megaofrenda, lo
recuerda y lo vitorea al lado de otros escritores y poetas mexicanos de todos
los tiempos, como Mariano Azuela, Manuel Gutiérrez Nájera, Sor Juana Inés de la
Cruz y Nezahualcóyotl.
En el centro está Comala, un pueblo solitario, olvidado;
siempre atiborrado de gente cuando aprecia la exactitud de sus acabados y su
simbolismo. Las casas de madera destruidas, a punto de caer, la iglesia
derruida, castigada por el tiempo, por la vida, por la muerte misma.
“Me cruzaré de brazos y Comala se morirá de hambre”, reza una de las
frases de la novela Pedro Páramo. Y en esta megaofrenda la única hambre es la
de la inventiva y la imaginación de los estudiantes de la UNAM y de su Sistema
Incorporado.
A lo lejos se levanta el Foro Mictlán, donde se da paso a la
creatividad y la expresión artística. Este miércoles se realizarán, en Teatro, Las
almas de Pedro Páramo; en Danza, el Ballet Keleilane, Danzas Polinesias y
Tahitianas, Danza Contemporánea y Jazz. En teatro Camino al Mictlán: música, el
grupo Barro Negro; en teatro Don Juan Tenorio, y danza, Grupo Chantaba.
Por su parte, el Foro
Refugio de Exequias albergará el Taller Arma tus huesitos; Charla La muerte en
el cine mexicano; Voz y canto, Letras sobre la muerte; y Cine al aire libre, Pedro
Páramo.
El VIII Festival de Día de Muertos, instalado en las Islas de Ciudad
Universitaria, permanece abierto a todo el público, de manera gratuita, hasta
el 2 de noviembre, de 10:00 a 22:00 horas.
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