Boletín UNAM-DGCS-822
Ciudad Universitaria
Pies de fotos al
final del boletín
GABRIELA
MISTRAL, UNA DE LAS GRANDES AMIGAS DE MÉXICO
·
La UNAM le rindió un homenaje con motivo de
los 60 años de habérsele concedido del
Premio Nobel de Literatura
·
El director del IIB, Vicente Quirarte,
añadió que la poetisa fue amiga de lo mexicano y de los mexicanos, tan amiga de
la educación
·
Mariel Bravo, agregada cultural de la
Embajada de Chile, consideró importante que su palabra, tan vigente un siglo
atrás, también lo sea hoy en día
·
Adolfo Castañón resaltó que Lucila Godoy
tenía dos ángeles: el poema, el primero; y la prosa, la lección, el discurso,
la doctrina crítica y humanitaria, el segundo
·
Jaime Quezada, presidente de la Fundación
Premio Nobel Gabriela Mistral, afirmó que es una mujer vigente y presente,
proyectada definitivamente en este
siglo
El Instituto de Investigaciones
Bibliográficas (IIB) de la UNAM rindió un homenaje a una de las grandes amigas
de México, Gabriela Mistral, con motivo de los 60 años de habérsele concedido del Premio Nobel de Literatura.
Al recordar a una de las poetas más notables de nuestra lengua, el
director del IIB, Vicente Quirarte, en la mesa redonda Gabriela Mistral. A 60
años del Premio Nobel, organizada por dicha entidad, añadió que la poetisa “fue
amiga de lo mexicano y de los mexicanos, tan amiga de la educación”.
Asimismo, consideró, fue una embajadora
de la palabra y de la enseñanza, quien contribuyó decisivamente a la
modificación de nuestros sistemas escolares. También destaca la correspondencia
que mantuvo con numerosos escritores mexicanos, por ejemplo Carlos Pellicer.
A
su vez, Mariel Bravo, agregada cultural de la Embajada de Chile en nuestra
nación, consideró importante que la palabra de Gabriela Mistral, tan vigente un
siglo atrás, también lo sea hoy en día mediante las embajadas y los agregados
culturales.
La escritora chilena vivió en México y
amó a este país y a su gente, por lo cual “se quiso que estuviera en los
lugares más emblemáticos, como la Universidad Nacional, donde el pensamiento y
la palabra se cultivan a diario”.
Por ello, la diplomática sudamericana
agradeció este nuevo encuentro entre Chile y México a través de la poesía y, en
especial, en esta casa de estudios, en el auditorio de la Biblioteca Nacional.
Para el editor y ensayista mexicano
Adolfo Castañón, a la lección de sobriedad y elegancia desnuda que se desprende
de la obra poética de Gabriela Mistral, hay que añadir la hondura y fidelidad
de su imaginación poética en el orden introspectivo como geográfico, folclórico
y popular.
Recordó que el 10 de diciembre de 1945,
en Estocolmo, la escritora recibió el Premio Nobel de Literatura. Sabía que
Suecia deseaba que la alta recompensa recayera en América del Sur. “La presea
le venía del cielo a los 56 años de edad, luego de una vida plena, pero
errante, afanosa y en lucha constante por mantener su errancia, su altiva
independencia para escribir su obra”.
Se trató de la primera escritora
sudamericana que recibía el Premio y la cuarta mujer en el mundo. Había
empezado su carrera como maestra de escuela primaria y enseñado en su país casi
desde la infancia. Así, recibió la distinción con humildad y con temor por las
consecuencias que pudiera acarrear para su vida.
En la mesa redonda el también traductor
señaló que la hermanastra de Gabriela Mistral, Evelina, fue la encargada de
enseñarle las primeras letras; fue su hermana mayor, su madre intelectual, de
quien aprendió a jugar y a llevar una casa. También le enseñó a impartir las
letras ya que gracias a ella empezó a dar clases a los 14 años a niños de su
edad y a muchachos mayores, que no sólo la respetaban por su estatura sino por
su dulzura y fuerza de carácter.
Empezó a escribir primero para sí y luego
en los periódicos sus primeros textos, sus primeros poemas. A partir de 1905,
cuando tenía entre 15 y 16 años comenzó a colaborar con los diarios de la
región y a participar en concursos literarios. Desde entonces, el periodismo
sería una cantera que le permitiría conocerse y darse a conocer, escribir y ser
leída, recordó.
Hasta su viaje a México en 1922 todo
sucede: el amor, el desamor, el descubrimiento de sus vocaciones, añadió. Fue
de esos autores que saben que basta publicar tres o cuatro libros bien hechos
para trascender: Desolación fue el primero; le siguieron Ternura, Tala, Lagar y
Poema de Chile.
Mística, secreta, pagana, inclemente,
tierna, abrupta, se inició con la publicación de un libro incandescente donde
el modernismo se liquida en arrebatado tartamudeo que anuncia la vanguardia. Es
un texto más que escrito, esculpido en carne y hueso por voz de una mujer
fuerte, consideró.
Adolfo Castañón resaltó que en su breve
discurso al recibir el Premio Nobel, expresó que toda su dignidad le venía de
la raza. Lucila Godoy tenía dos ángeles de la guarda: el poema, el primero; y
la prosa, la lección, el discurso, la doctrina crítica y humanitaria, el
segundo. Ambos se cuidaban y protegían entre sí.
Llegó a nuestro territorio invitada por
José Vasconcelos. La trascendencia de nuestro país en su obra se podría medir
por el número de poemas que le dedica; pero eso no bastaría, en realidad no
daría justa cuenta del enigma y profunda liga recíproca que hacen de ella “una
mexicana electiva, una voluntaria de México, una hija adoptiva y una ciudadana
de esta república literaria y cultural”, detalló.
Por último, Jaime Quezada, presidente de
la Fundación Premio Nobel Gabriela Mistral, afirmó que es una mujer vigente y
presente, proyectada definitivamente en
este siglo, a pesar de haber nacido en el XIX y vivido en el XX.
El ensayista y crítico
literario chileno dijo que lo importante de la autora es reivindicarla y
conocerla, entrar más en su obra y no solo en unos textos determinados, porque
ya en su poesía menuda, pueril, infantil, encontramos un aviso interesante de
lo que será después su pensamiento americanista y social.
Con apenas tres libros publicados, Desolación,
1922; Tala, 1938, y Ternura, 1945, obtiene el Premio Nobel por su poesía lírica
inspirada en poderosas emociones.
En 1914 ganó un concurso en Chile, fue la
primera vez que firmó unos poemas con el seudónimo de Gabriela Mistral, que
será su nombre definitivo y para siempre, aunque su nombre legal sea Lucila
Godoy.
Pacifista de todos los días, libertaria
por excelencia y preocupada de forma permanente por la paz y los derechos
humanos en todas partes, se definió como hija de la democracia chilena.
Fue, concluyó, una mujer
visionaria preocupada por los campesinos, quien creyó que no debía haber clases
sociales, sino que todos somos parte de una misma clase de acercamiento.
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PIES DE FOTO
FOTO 01
Adolfo Castañón, Mariel Bravo,
Vicente Quirarte y Jaime Quezada participaron en la mesa redonda “Gabriela
Mistral. A 60 años del Premio Nobel”, realizada en la Biblioteca Nacional de la
UNAM.
FOTO 02
En la UNAM, Mariel Bravo, agregada
cultural de la Embajada de Chile en México, consideró importante que la palabra
de Gabriela Mistral, tan vigente un siglo atrás, también lo sea hoy.
FOTO 03
El editor y ensayista Adolfo
Castañón dijo en la UNAM que la trascendencia de nuestro país en la obra de
Gabriela Mistral es un enigma y una profunda liga que hacen de ella “una
mexicana electiva”.
FOTO 04
Pacifista de todos los días,
libertaria por excelencia y preocupada por la paz y los derechos humanos,
Gabriela Mistral se definió como hija de la democracia chilena, explicó en la
UNAM Jaime Quezada.