16:00 hrs.  18 de Octubre de 2005

 

 

Boletín UNAM-DGCS-822

Ciudad Universitaria

 

Pies de fotos al final del boletín

 

GABRIELA MISTRAL, UNA DE LAS GRANDES AMIGAS DE MÉXICO

 

·        La UNAM le rindió un homenaje con motivo de los 60 años de habérsele  concedido del Premio Nobel de Literatura

·        El director del IIB, Vicente Quirarte, añadió que la poetisa fue amiga de lo mexicano y de los mexicanos, tan amiga de la educación

·        Mariel Bravo, agregada cultural de la Embajada de Chile, consideró importante que su palabra, tan vigente un siglo atrás, también lo sea hoy en día

·        Adolfo Castañón resaltó que Lucila Godoy tenía dos ángeles: el poema, el primero; y la prosa, la lección, el discurso, la doctrina crítica y humanitaria, el segundo

·        Jaime Quezada, presidente de la Fundación Premio Nobel Gabriela Mistral, afirmó que es una mujer vigente y presente, proyectada  definitivamente en este siglo

 

El Instituto de Investigaciones Bibliográficas (IIB) de la UNAM rindió un homenaje a una de las grandes amigas de México, Gabriela Mistral, con motivo de los 60 años de habérsele  concedido del Premio Nobel de Literatura.

 

 Al recordar a una de las poetas más notables de nuestra lengua, el director del IIB, Vicente Quirarte, en la mesa redonda Gabriela Mistral. A 60 años del Premio Nobel, organizada por dicha entidad, añadió que la poetisa “fue amiga de lo mexicano y de los mexicanos, tan amiga de la educación”.

Asimismo, consideró, fue una embajadora de la palabra y de la enseñanza, quien contribuyó decisivamente a la modificación de nuestros sistemas escolares. También destaca la correspondencia que mantuvo con numerosos escritores mexicanos, por ejemplo Carlos Pellicer.

 

 A su vez, Mariel Bravo, agregada cultural de la Embajada de Chile en nuestra nación, consideró importante que la palabra de Gabriela Mistral, tan vigente un siglo atrás, también lo sea hoy en día mediante las embajadas y los agregados culturales.

 

La escritora chilena vivió en México y amó a este país y a su gente, por lo cual “se quiso que estuviera en los lugares más emblemáticos, como la Universidad Nacional, donde el pensamiento y la palabra se cultivan a diario”.

 

Por ello, la diplomática sudamericana agradeció este nuevo encuentro entre Chile y México a través de la poesía y, en especial, en esta casa de estudios, en el auditorio de la Biblioteca Nacional.

 

Para el editor y ensayista mexicano Adolfo Castañón, a la lección de sobriedad y elegancia desnuda que se desprende de la obra poética de Gabriela Mistral, hay que añadir la hondura y fidelidad de su imaginación poética en el orden introspectivo como geográfico, folclórico y popular.

 

Recordó que el 10 de diciembre de 1945, en Estocolmo, la escritora recibió el Premio Nobel de Literatura. Sabía que Suecia deseaba que la alta recompensa recayera en América del Sur. “La presea le venía del cielo a los 56 años de edad, luego de una vida plena, pero errante, afanosa y en lucha constante por mantener su errancia, su altiva independencia para escribir su obra”.

 

Se trató de la primera escritora sudamericana que recibía el Premio y la cuarta mujer en el mundo. Había empezado su carrera como maestra de escuela primaria y enseñado en su país casi desde la infancia. Así, recibió la distinción con humildad y con temor por las consecuencias que pudiera acarrear para su vida.

 

 

En la mesa redonda el también traductor señaló que la hermanastra de Gabriela Mistral, Evelina, fue la encargada de enseñarle las primeras letras; fue su hermana mayor, su madre intelectual, de quien aprendió a jugar y a llevar una casa. También le enseñó a impartir las letras ya que gracias a ella empezó a dar clases a los 14 años a niños de su edad y a muchachos mayores, que no sólo la respetaban por su estatura sino por su dulzura y fuerza de carácter.

 

Empezó a escribir primero para sí y luego en los periódicos sus primeros textos, sus primeros poemas. A partir de 1905, cuando tenía entre 15 y 16 años comenzó a colaborar con los diarios de la región y a participar en concursos literarios. Desde entonces, el periodismo sería una cantera que le permitiría conocerse y darse a conocer, escribir y ser leída, recordó.

 

Hasta su viaje a México en 1922 todo sucede: el amor, el desamor, el descubrimiento de sus vocaciones, añadió. Fue de esos autores que saben que basta publicar tres o cuatro libros bien hechos para trascender: Desolación fue el primero; le siguieron Ternura, Tala, Lagar y Poema de Chile.

 

Mística, secreta, pagana, inclemente, tierna, abrupta, se inició con la publicación de un libro incandescente donde el modernismo se liquida en arrebatado tartamudeo que anuncia la vanguardia. Es un texto más que escrito, esculpido en carne y hueso por voz de una mujer fuerte, consideró.

 

Adolfo Castañón resaltó que en su breve discurso al recibir el Premio Nobel, expresó que toda su dignidad le venía de la raza. Lucila Godoy tenía dos ángeles de la guarda: el poema, el primero; y la prosa, la lección, el discurso, la doctrina crítica y humanitaria, el segundo. Ambos se cuidaban y protegían entre sí.

 

Llegó a nuestro territorio invitada por José Vasconcelos. La trascendencia de nuestro país en su obra se podría medir por el número de poemas que le dedica; pero eso no bastaría, en realidad no daría justa cuenta del enigma y profunda liga recíproca que hacen de ella “una mexicana electiva, una voluntaria de México, una hija adoptiva y una ciudadana de esta república literaria y cultural”, detalló.

 

 

Por último, Jaime Quezada, presidente de la Fundación Premio Nobel Gabriela Mistral, afirmó que es una mujer vigente y presente, proyectada  definitivamente en este siglo, a pesar de haber nacido en el XIX y vivido en el XX.

 

El ensayista y crítico literario chileno dijo que lo importante de la autora es reivindicarla y conocerla, entrar más en su obra y no solo en unos textos determinados, porque ya en su poesía menuda, pueril, infantil, encontramos un aviso interesante de lo que será después su pensamiento americanista y social.

 

Con apenas tres libros publicados, Desolación, 1922; Tala, 1938, y Ternura, 1945, obtiene el Premio Nobel por su poesía lírica inspirada en poderosas emociones.

 

En 1914 ganó un concurso en Chile, fue la primera vez que firmó unos poemas con el seudónimo de Gabriela Mistral, que será su nombre definitivo y para siempre, aunque su nombre legal sea Lucila Godoy.

 

Pacifista de todos los días, libertaria por excelencia y preocupada de forma permanente por la paz y los derechos humanos en todas partes, se definió como hija de la democracia chilena.

 

Fue, concluyó, una mujer visionaria preocupada por los campesinos, quien creyó que no debía haber clases sociales, sino que todos somos parte de una misma clase de acercamiento.

 

 

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PIES DE FOTO

 

 

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Adolfo Castañón, Mariel Bravo, Vicente Quirarte y Jaime Quezada participaron en la mesa redonda “Gabriela Mistral. A 60 años del Premio Nobel”, realizada en la Biblioteca Nacional de la UNAM.

 

 

FOTO 02

 

En la UNAM, Mariel Bravo, agregada cultural de la Embajada de Chile en México, consideró importante que la palabra de Gabriela Mistral, tan vigente un siglo atrás, también lo sea hoy.

 

 

FOTO 03

 

El editor y ensayista Adolfo Castañón dijo en la UNAM que la trascendencia de nuestro país en la obra de Gabriela Mistral es un enigma y una profunda liga que hacen de ella “una mexicana electiva”.

 

 

FOTO 04

 

Pacifista de todos los días, libertaria por excelencia y preocupada por la paz y los derechos humanos, Gabriela Mistral se definió como hija de la democracia chilena, explicó en la UNAM Jaime Quezada.