Boletín UNAM-DGCS-758
Ciudad Universitaria
Pies de foto al
final del boletín
La vida del país y de la
Ciudad de México se transformó después de los sismos de hace dos décadas; no
sólo abrió un horizonte luctuoso en la capital de la república para rememorar
tanto las desapariciones y muertes, sino los actos de solidaridad, heroísmo y
comunidad, afirmó Manuel Perló, director del Programa Universitario de Estudios
sobre la Ciudad (PUEC) de la UNAM.
Por ello, indicó que en esta
entidad se hizo un trabajo que pudiera incorporar elementos de reflexión y
análisis, para así recuperar y reconstruir la memoria histórica de esos
eventos.
Refirió que se buscó rescatar
los testimonios, vivencias y sufrimientos, y eso es importante, porque tiene
que ver con el porqué de las cosas, cómo sucedieron, cuáles fueron sus
consecuencias, cuáles son sus efectos y si realmente estamos preparados para
enfrentar los próximos eventos naturales con potencial destructivo.
En su oportunidad, la
periodista Carmen Aristegui señaló que esa fecha es el gran espejo en el cual
nos hemos mirado millones de mexicanos; de ruinas y tragedias, pero también de
epopeya, porque nos sobrepusimos al horror para levantar piedras y escombros
con la decisión colectiva de rescatar cuerpos y salvar vidas.
Así, añadió, están
representadas voces diversas, muchas de las cuales coinciden en puntos sobre lo
ocurrido, y en los temas que siguen a debate entre los especialistas y ciudadanos
en general.
Esta edición –20 años después: Los sismos de 1985–, tiene el
sello universitario, porque posee el orden de la discusión académica. Su
particularidad es la recuperación del diálogo entre diversos actores
involucrados con los acontecimientos y personas que ocupaban cargos de
responsabilidad en aquella época, destacó en el salón principal de la Casa
Universitaria del Libro.
Si algo aporta el trabajo
académico es el intento de ordenar las múltiples emociones y reflexiones que se
han generado desde hace veinte años; así como a conducir la discusión a puntos
específicos que lleven a respuestas concretas, aseveró.
Por su parte, el escritor
Germán Dehesa reconoció que fue “una experiencia agridulce, porque las imágenes
siguen siendo devastadoras, aún recuerdan nuestra ciudad y, además, establece
un estrecho puente entre Nueva Orleáns y nosotros, y entiendo que hubo más
grandeza por parte de los mexicanos para enfrentar la desgracia”.
De los sismos, mencionó,
muchas cosas se aprendieron y otras siguen inscritas en los sobrevivientes.
Ahora se percibe que esto no ha acabado y no tiene por qué repetirse. Si bien
la conciencia cívica dio un paso adelante en términos políticos, de solidaridad
social y organización ciudadana, faltó llevar las investigaciones a su último
extremo.
En ese sentido, precisó, esta
obra es importante porque organiza el discurso. “No tiene las respuestas de qué
pasó o cómo se hace para que ya no suceda, pero por lo menos las grandes
preguntas generadas por el sismo del 85 aquí encuentran una formulación y se
escuchan las voces de quienes tienen que opinar. Aquí se convierte en cosmos lo
que es un caos de vacilaciones, preguntas y teorías, muchas de ellas
insostenibles”.
A su vez, el fotógrafo Pedro
Valtierra consideró: “Qué bueno que hubo fotógrafos en la calle, que vencieron
el miedo y el estupor para retratarlo todo; qué bueno que aguantaron las
lágrimas y el dolor por la gente de esta ciudad; qué bueno que guardaron sus
negativos y fotos para dar a conocer a las futuras generaciones la historia que
nos marcó a todos”.
Igualmente, agregó: “Qué bueno
que hay instituciones como la UNAM, preocupada por reflexionar sobre los temas
nacionales. Gracias a ese interés podemos ver la memoria de los sismos
reconstruida con base en los testimonios de los protagonistas y las imágenes de
esos acontecimientos”.
Ante la magnitud de la
catástrofe no hubo tiempo para pensar en las impresiones, de buscarle su mejor
ángulo. Los rollos no alcanzaban y dudo que hoy alguno del gremio esté satisfecho.
En realidad, las imágenes que no se tomaron están en la memoria de todos los
que vivimos el terremoto, recordó.
Sin embargo, los fotógrafos de
aquella época podemos estar tranquilos
al saber que esas gráficas hoy sirven a los historiadores y sociólogos,
y además son un testimonio para quienes no vivieron el sismo del 85, para que
tengan una idea, así sea parcial, de la tragedia y de todo lo que eso gestó
para nuestra sociedad actual, concluyó.
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PIES DE FOTO
FOTO 01
Germán Dehesa, Manuel Perló, Carmen
Aristegui y Pedro Valtierra comentaron el texto 20 años después: Los sismos de
1985. Recordaron sus particulares vivencias sobre este acontecimiento.
FOTO 02.
Los terremotos de hace dos décadas
generaron cambios en la organización social de la capital de la república,
coincidieron los comentaristas del libro 20 años después: Los sismos de 1985,
editado por el PUEC de la UNAM.
FOTO 03
La vida del país
y de la Ciudad de México se transformó después de los sismos de hace dos
décadas, afirmó Manuel Perló, director del PUEC de la UNAM.