Boletín UNAM-DGCS-684
Ciudad Universitaria
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del boletín
PESE AL INCREMENTO DE LA MATRÍCULA FEMENINA EN EDUCACIÓN SUPERIOR PERSISTE DISCRIMINACIÓN
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Rosaura Ruiz, secretaria de Desarrollo Institucional de la UNAM, destacó
la incongruencia entre altos índices de egreso femenino, oportunidades de
empleo, y diferencias salariales entre ambos sexos
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Para el director del CEIICH, Daniel Cazés, la feminización de la
matrícula en ese nivel formativo no implica la equidad e igualdad académicas y
de desarrollo
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Hablaron sobre la Feminización de la matrícula de educación superior en
América Latina y el Caribe
Aunque en las últimas décadas se ha registrado
un incremento de la matrícula femenina en México, “no puede dejar de
denunciarse la falta de congruencia entre los altos índices de egreso femenino,
las oportunidades de empleo y las diferencias salariales” entre ambos sexos,
reconoció Rosaura Ruiz Gutiérrez, secretaria de Desarrollo Institucional de la
UNAM.
No obstante, esta discriminación no podrá
cambiar si no se reconoce y enfrenta el problema de fondo. “Es necesario
emprender y concretar estrategias orientadas a revertir formas de pensamiento
que se han cristalizado en una cultura”, refirió.
Agregó –acompañada por Rafael Cordera Campos,
secretario general de la Unión de Universidades de América Latina y el Caribe
(UDUAL)– que para la erradicación de actitudes misóginas, que ya no tienen
cabida en la sociedad del conocimiento, se requiere de la participación
equitativa e igualitaria de todos los actores sociales.
Ruiz Gutiérrez admitió que sólo con una
correspondencia tanto en las normas, reglamentos y leyes que regulen el marco
común, como en su aplicación, se podrá avanzar en el proceso de cambio que
precisa el país para generar las condiciones necesarias y que todos cuenten con
las mismas oportunidades para su desarrollo integral.
Al comentar la Feminización de la matrícula de
educación superior en América Latina y el Caribe, edición del Instituto
Internacional para la Educación Superior en América Latina y el Caribe (IESALC)
y la UDUAL, dijo que gran parte de las desigualdades tienen origen en un
sistema educativo que no define políticas con perspectivas de género.
Apuntó que aunque se ha avanzado en el acceso
de las mujeres a la instrucción, no ha sucedido lo mismo en la distribución por
áreas de conocimiento. Para 2003 la matrícula femenina en educación superior en
México era de 49 por ciento, y ocupaban 67 por ciento de los inscritos en el
área de humanidades; pero sólo 29 por ciento en ciencias agropecuarias y 31 en
ingeniería y tecnología, recordó.
Así, indicó, la solución a esta problemática
debe plantearse con un enfoque multifactorial, que considere la reorientación
de este sector hacia áreas científicas
y tecnológicas desde el bachillerato. En gran medida, por una “inapropiada
conducción de las políticas educativas y científicas, México tiene un handicap
importante en cuanto a la producción de profesionales calificados respecto de
países que hace tiempo han equilibrado sus poblaciones masculina y femenina en
licenciatura y posgrado”, refirió.
Detalló que este esfuerzo constituye una
actitud que se suma a las tendencias internacionales de revaloración del papel
de la mujer en la academia y en los distintos ámbitos sociales.
A su vez, el director del Centro de
Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades (CEIICH), Daniel
Cazés Menache, coincidió en que la feminización de la matrícula no implica, de
manera automática, que la perspectiva de género esté vigente en las
universidades, con miras a alcanzar en ellas la equidad y la igualdad
académicas y de empleo.
Reveló que las mujeres en este nivel, al igual
que en todos los espacios en que se propusieron cambiar y eliminar el sexismo,
caminan en “suelo resbaladizo” y topan “con un techo de cristal”. Más allá de
las cifras, la visión general y las concepciones básicas han cambiado poco.
Preguntó en qué han variado las estructuras de la educación superior y el
desempeño profesional en cada país, quizá en cada región y hasta en cada institución.
En su intervención, Olga Bustos, coautora e
investigadora de la Facultad de Psicología, refirió que la segunda mitad del
siglo XX pasará a la historia de la educación superior como la época de su
mayor expansión. El número de matriculados en el orbe se multiplicó más de seis veces entre 1960 y 1995, al
pasar de 13 a 82 millones.
Sin embargo, también la disparidad se agudizó
en los países industrializados, en comparación con los menos avanzados. Según
la UNESCO, las mujeres representan dos terceras partes de los 875 millones de
adultos analfabetas en el planeta, expuso.
En las últimas décadas su incorporación a la
enseñanza superior ha registrado ascensos, una recomposición de los porcentajes
en algunas áreas del conocimiento a su favor, la llamada feminización. Su
presencia en América Latina tuvo alzas, pero con diferencias entre países. Por
ejemplo, en Bolivia representaban 10 por ciento en 1950, y 50 años después 45
de la matrícula total; en Cuba pasó de 40 por ciento en 1976 hasta 64 en 2003-2004.
En su turno, Patricia Mercado, del Partido
Alternativa Socialdemócrata y Campesina, resaltó el crecimiento en el número de
mujeres en nivel superior en los últimos 20 años. Esto debe servir a quienes
buscan construir las nuevas agendas nacionales, de cómo resolver los problemas
del país, y una de esas miradas debe ser la perspectiva de género para mejorar
la calidad de vida de la población.
En su oportunidad, el director del IESALC,
Claudio Rama Vitale, dijo que así como en 1920 no había cobertura en educación
superior para las mujeres, y que casi era una casualidad que alguna se graduara
como médico o de ingeniero, hoy son mayoría en las universidades.
Hay otros sectores a los que les ha pasado lo
mismo durante el siglo XX: personas con discapacidad, los negros en Brasil y
los indígenas en distintas partes de América Latina, quienes todavía son grupos
marginados y no tienen acceso a la educación, concluyó.
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FOTO 01.
Claudio Rama, Rafael Cordera, Rosaura Ruiz y Daniel
Cazés hablaron en la UNAM sobre las implicaciones del incremento de la
matrícula femenina en educación superior.
FOTO 02
Para 2003 la matrícula femenina en educación superior
en México era de 49 por ciento, pero sólo ocupaba 29 por ciento en ciencias
agropecuarias y 31 en ingeniería y tecnología.