06:00 hrs.  04 de Septiembre de 2005

 

 

Boletín UNAM-DGCS-684

Ciudad Universitaria

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PESE AL INCREMENTO DE LA MATRÍCULA FEMENINA EN EDUCACIÓN SUPERIOR PERSISTE DISCRIMINACIÓN

 

·        Rosaura Ruiz, secretaria de Desarrollo Institucional de la UNAM, destacó la incongruencia entre altos índices de egreso femenino, oportunidades de empleo, y diferencias salariales entre ambos sexos

·        Para el director del CEIICH, Daniel Cazés, la feminización de la matrícula en ese nivel formativo no implica la equidad e igualdad académicas y de desarrollo

·        Hablaron sobre la Feminización de la matrícula de educación superior en América Latina y el Caribe

 

Aunque en las últimas décadas se ha registrado un incremento de la matrícula femenina en México, “no puede dejar de denunciarse la falta de congruencia entre los altos índices de egreso femenino, las oportunidades de empleo y las diferencias salariales” entre ambos sexos, reconoció Rosaura Ruiz Gutiérrez, secretaria de Desarrollo Institucional de la UNAM.

 

No obstante, esta discriminación no podrá cambiar si no se reconoce y enfrenta el problema de fondo. “Es necesario emprender y concretar estrategias orientadas a revertir formas de pensamiento que se han cristalizado en una cultura”, refirió.

 

 

Agregó –acompañada por Rafael Cordera Campos, secretario general de la Unión de Universidades de América Latina y el Caribe (UDUAL)– que para la erradicación de actitudes misóginas, que ya no tienen cabida en la sociedad del conocimiento, se requiere de la participación equitativa e igualitaria de todos los actores sociales.

 

Ruiz Gutiérrez admitió que sólo con una correspondencia tanto en las normas, reglamentos y leyes que regulen el marco común, como en su aplicación, se podrá avanzar en el proceso de cambio que precisa el país para generar las condiciones necesarias y que todos cuenten con las mismas oportunidades para su desarrollo integral.

 

Al comentar la Feminización de la matrícula de educación superior en América Latina y el Caribe, edición del Instituto Internacional para la Educación Superior en América Latina y el Caribe (IESALC) y la UDUAL, dijo que gran parte de las desigualdades tienen origen en un sistema educativo que no define políticas con perspectivas de género.

 

Apuntó que aunque se ha avanzado en el acceso de las mujeres a la instrucción, no ha sucedido lo mismo en la distribución por áreas de conocimiento. Para 2003 la matrícula femenina en educación superior en México era de 49 por ciento, y ocupaban 67 por ciento de los inscritos en el área de humanidades; pero sólo 29 por ciento en ciencias agropecuarias y 31 en ingeniería y tecnología, recordó.

 

Así, indicó, la solución a esta problemática debe plantearse con un enfoque multifactorial, que considere la reorientación de este sector  hacia áreas científicas y tecnológicas desde el bachillerato. En gran medida, por una “inapropiada conducción de las políticas educativas y científicas, México tiene un handicap importante en cuanto a la producción de profesionales calificados respecto de países que hace tiempo han equilibrado sus poblaciones masculina y femenina en licenciatura y posgrado”, refirió.

 

Detalló que este esfuerzo constituye una actitud que se suma a las tendencias internacionales de revaloración del papel de la mujer en la academia y en los distintos ámbitos sociales.

 

 

 

A su vez, el director del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades (CEIICH), Daniel Cazés Menache, coincidió en que la feminización de la matrícula no implica, de manera automática, que la perspectiva de género esté vigente en las universidades, con miras a alcanzar en ellas la equidad y la igualdad académicas y de empleo.

 

Reveló que las mujeres en este nivel, al igual que en todos los espacios en que se propusieron cambiar y eliminar el sexismo, caminan en “suelo resbaladizo” y topan “con un techo de cristal”. Más allá de las cifras, la visión general y las concepciones básicas han cambiado poco. Preguntó en qué han variado las estructuras de la educación superior y el desempeño profesional en cada país, quizá en cada región y hasta en cada institución.

 

En su intervención, Olga Bustos, coautora e investigadora de la Facultad de Psicología, refirió que la segunda mitad del siglo XX pasará a la historia de la educación superior como la época de su mayor expansión. El número de matriculados en el orbe se multiplicó  más de seis veces entre 1960 y 1995, al pasar de 13 a 82 millones.

 

Sin embargo, también la disparidad se agudizó en los países industrializados, en comparación con los menos avanzados. Según la UNESCO, las mujeres representan dos terceras partes de los 875 millones de adultos analfabetas en el planeta, expuso.

 

En las últimas décadas su incorporación a la enseñanza superior ha registrado ascensos, una recomposición de los porcentajes en algunas áreas del conocimiento a su favor, la llamada feminización. Su presencia en América Latina tuvo alzas, pero con diferencias entre países. Por ejemplo, en Bolivia representaban 10 por ciento en 1950, y 50 años después 45 de la matrícula total; en Cuba pasó de 40 por ciento en 1976 hasta 64 en 2003-2004.

 

En su turno, Patricia Mercado, del Partido Alternativa Socialdemócrata y Campesina, resaltó el crecimiento en el número de mujeres en nivel superior en los últimos 20 años. Esto debe servir a quienes buscan construir las nuevas agendas nacionales, de cómo resolver los problemas del país, y una de esas miradas debe ser la perspectiva de género para mejorar la calidad de vida de la población.

 

En su oportunidad, el director del IESALC, Claudio Rama Vitale, dijo que así como en 1920 no había cobertura en educación superior para las mujeres, y que casi era una casualidad que alguna se graduara como médico o de ingeniero, hoy son mayoría en las universidades.

 

Hay otros sectores a los que les ha pasado lo mismo durante el siglo XX: personas con discapacidad, los negros en Brasil y los indígenas en distintas partes de América Latina, quienes todavía son grupos marginados y no tienen acceso a la educación, concluyó.

 

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FOTO 01.

Claudio Rama, Rafael Cordera, Rosaura Ruiz y Daniel Cazés hablaron en la UNAM sobre las implicaciones del incremento de la matrícula femenina en educación superior.

 

FOTO 02

Para 2003 la matrícula femenina en educación superior en México era de 49 por ciento, pero sólo ocupaba 29 por ciento en ciencias agropecuarias y 31 en ingeniería y tecnología.