06:00 hrs.  24 de Agosto de 2005

 

 

Boletín UNAM-DGCS-648

Ciudad Universitaria

 

 

Felipe Ávila

Felipe Ávila

Pies de foto al final de boletín

 

ES EL ZAPATISMO MOVIMIENTO AGRARIO POR ANTONOMASIA

 

·        Apuntó Felipe Ávila, del Instituto de Investigaciones Históricas de la UNAM, durante la conferencia Zapata y zapatismo

·        El escritor Enrique Semo refirió que esta figura no se da en el vacío, no es un simple suceso repentino

·        Carlos Montemayor indicó que a lo largo del siglo XIX se vulneró a las comunidades indígenas mucho más que en los tres siglos de dominación colonial

·        Su pensamiento sigue vigente por la equidad y género, y contra la violencia: Margarita Zapata

 

 

El zapatismo es el movimiento agrario por antonomasia, no solamente de la Revolución Mexicana (RM), sino de la historia de México. Es una de las corrientes sociales y políticas que más influencia han tenido en el ámbito internacional, apuntó Felipe Ávila, del Instituto de Investigaciones Históricas de la UNAM.

 

De ahí que Emiliano Zapata sea el héroe nacional más reconocido en el mundo, junto con Francisco Villa, abundó durante la conferencia Zapata y zapatismo, que organizó la Facultad de Filosofía y Letras (FFyL) de la Universidad Nacional y la Fundación Zapata, misma que fue moderada por la investigadora Patricia Galeana.

 

Fue una de las facciones más radicales durante la Revolución, la que planteó con más fuerza la necesidad no sólo de cambiar las estructuras agrarias vigentes en el país, sino que enarboló reivindicaciones que implicaban una transformación de las bases económicas y sociales que existían en aquella época.

 

En el Aula Magna de la FFyL destacó que quizás el zapatismo sea el único movimiento que en sentido estricto, justifica que se pueda hablar de lucha armada como un proceso revolucionario, y no sólo como una insurrección regional. Tuvo la capacidad de realizar una efectiva transformación en la región que estuvo bajo su control.

 

“El único proceso de reforma agraria radical real y completo que se ha llevado a cabo en la historia de México, tuvo lugar en los territorios dominados por el zapatismo entre 1914 y 1916”, resaltó.

 

Por su parte, el escritor Enrique Semo refirió que un hombre del “tamaño” de Emiliano Zapata no se da en el vacío, no es un simple suceso repentino. Es el resultado de la existencia previa de un pensamiento rico y de una serie de movimientos sociales que arrancan desde finales de la Colonia, que pueden ser incluidos en el agrarismo mexicano.

 

El ex secretario de Cultura del  Gobierno del Distrito Federal abundó sobre algunas de las ideas sociales antes de la aparición de Zapata y durante la Revolución. “El agrarismo es una de las corrientes ideológicas y políticas más duraderas e influyentes de la historia de México. Ya en la primera mitad del siglo XIX se produjeron brotes precursores y hoy, a principios del siglo XXI, conoce un renacimiento inesperado”.

 

Así, añadió, concebido en un sentido amplio, tiene una historia que cubre 150 años y que aún evidentemente no ha concluido. Hasta ahora se ha confundido frecuentemente el agrarismo como un sector del liberalismo, del socialismo o del nacionalismo revolucionario, quitándole así autonomía y vida propia.

 

Por su parte, el escritor Carlos Montemayor, egresado de la FFyL, manifestó que figuras como Emiliano Zapata y Francisco Villa son incomprensibles si se quieren reducir a una personalidad destacada y a una decisión individual. Hay largos procesos sociales que permiten la aparición de sujetos y acciones de esa magnitud.

 

El autor de Guerra en el Paraíso, indicó que a lo largo del siglo XIX se despojó, se vulneró a las comunidades indígenas mucho más que en los tres siglos de dominación colonial.

 

Explicó que la propiedad comunal es una figura arcaica  mientras que la privada es la base del progreso y de la civilización. Por tanto, si queremos ser un país avanzado debemos acabar con la visión primitiva de la propiedad de la tierra, que la Colonia respetó.

 

De tal manera que en la reagrupación continua de las comunidades indígenas por motivo de creación de nuevos centros poblacionales, o la expansión de ganadería, el reacomodo de las tierras comunales fue una constante acompañada de la modificación de mapas, de asentamientos de territorio, aseveró.

 

Gran parte del concepto que tenemos del zapatismo está vinculado desde antes de la RM, con un significado que no solamente implica el reclamo social diferente, sino también su condición inherente a la propia configuración cultural del mundo indígena mexicano.

 

A su vez, Margarita Zapata, presidenta de la Fundación del mismo nombre, destacó que Emiliano Zapata es patrimonio de México y la humanidad, y como tal “tenemos que trabajar en la recuperación de su memoria, de su ideario, de su lucha; esa es una de las razones por las cuales hemos creado esta organización”.

 

Concluyó que su pensamiento sigue vigente a pesar de los tratados de libre comercio, la globalización, por la equidad y género, y contra la violencia. Fue visionario y el primero en sostener que el campesino no sólo debía dedicarse a trabajar su parcela, sino a tener productividad, cómo comercializarla, a acceder a lo necesario para una buena cosecha y competitividad del campo mexicano.

 

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FOTO 1

 

Felipe Ávila, del Instituto de Investigaciones Históricas de la UNAM, destacó que el zapatismo es el movimiento agrario por antonomasia. A su lado Margarita Zapata, presidenta de la Fundación Zapata.

 

 

FOTO 2.

 

Felipe Ávila, Margarita Zapata, Patricia Galeana, Enrique Semo y Carlos Montemayor, durante la conferencia Zapata y zapatismo, que organizó la FFyL de la UNAM y la Fundación Zapata.