06:00 hrs.  8 de Agosto de 2005

 

 

Boletín UNAM-DGCS-600

Ciudad Universitaria

 

Pies de foto al final del boletín

 

ESTUDIA EL INSTITUTO DE BIOTECNOLOGÍA VENENO DE ARAÑAS Y ALACRANES

 

·        El Aracnario del Instituto de Biotecnología realiza actividades de investigación, divulgación y de apoyo a biólogos y taxónomos

·        Entre sus logros está el descubrimiento de cuatro nuevas especies de tarántulas, así como el desarrollo y mejoramiento de antivenenos

·        Informó su encargado, Alejandro Alagón

 

La producción de veneno de arañas y alacranes para su estudio bioquímico, inmunológico y fisiológico; así como la divulgación y el apoyo a estudiosos de la taxonomía, biología, y la distribución de arácnidos, son las tres funciones principales del Aracnario del Instituto de Biotecnología (IBt) de la UNAM.

 

Ubicado en el edificio del Bioterio del IBt, adquiere importancia debido a que México posee enorme diversidad de artrópodos, y aunque la mayoría de especies son prácticamente inofensivas, las hay peligrosas para el hombre, aclaró Alejandro Alagón, responsable de ese espacio.

 

La variedad de moléculas en su ponzoña las convierte en fuente enorme y apenas explorada de compuestos con potencial utilidad farmacéutica y agrícola, agregó.

 

Dijo que desde hace tres décadas se comenzó a trabajar en ese Instituto con el veneno de alacranes, y recientemente con el de arañas y tarántulas.

 

 

Gracias al trabajo de los universitarios y con ayuda de la ingeniería genética, por primera vez en la historia se produjo un antiveneno clonando toxinas, refirió, de forma que son generadas por bacterias, llamadas “recombinantes”, para inmunizar caballos para que generen anticuerpos.

 

De ese modo ya no se requiere de tóxico natural, sino modificado, para elaborarlo mejorado, de tercera generación, mejor conocido como faboterápicos, purificados y refinados, sin efectos secundarios, como urticarias, problemas pulmonares, articulares y renales, explicó Alejandro Alagón.

 

El aracnario, que lleva el nombre de Beatriz Blanco de López-Silanes, tiene como primera y más importante función, desde el punto de vista científico, la producción de muestras a estudiar bioquímicamente, tanto de arañas como alacranes. Así se cuenta con un espacio dedicado a cada uno de esos grupos, indicó.

 

Algunos de sus investigadores trabajan con elementos de escorpión desde 1974, por lo que ahora cuentan con una tradición en el estudio de la bioquímica, estructura y función de la ponzoña de animales endémicos, sin descontar los de otras partes del orbe.

 

Según el especialista, se indagan los péptidos causantes de problemas a la salud pública. Se aíslan y determina su estructura química. Así “vemos cómo están enlazados los aminoácidos que componen los polipéptidos, que son las toxinas”, precisó.

 

Además, añadió, los universitarios determinan su función, por qué matan, dónde actúan, qué efectos originan, cuál es la causa del desarreglo de la información en las células y por qué se presentan anomalías respiratorias, paros cardiacos, edemas pulmonares o manifestaciones clínicas que pueden llevar a la muerte.

 

Analizar las sustancias de los arácnidos es reciente y con dos vertientes: la parte básica, es decir, el conocimiento bioquímico y biológico de los mismos, mediante la purificación y determinación de actividades enzimáticas, su estructura y funciones, informó.

 

 

Otra se relaciona con el desarrollo y mejoramiento de antídotos. Hasta ahora, recordó, “nuestra labor con venenos de arañas resultó en el 2001 en un nuevo antiveneno para la viuda negra o capulina, y otro para la violinista, que afecta a miles de personas al año en México, el cual está por obtener registro de la Secretaría de Salud”.

 

En el aracnario ahora se estudia a las tarántulas. Las mexicanas, a diferencia de las africanas, no tienen efectos peligrosos para el hombre, por lo que su mordedura es similar a un piquete de hormiga o avispa en personas no alérgicas. “Duele y produce inflamación local, pero se quita relativamente rápido”, reveló.

 

Sin embargo, producen sustancias con funciones biológicas específicas. Son una fuente de compuestos biológicos con actividades útiles para entender mecanismos básicos de funcionamiento de células excitables, como neuronas y fibras musculares, o inclusive, expresó, para nuevos fármacos.

 

Por ejemplo, adelantó el científico, hay una variedad chilena con un compuesto–modelo para una nueva generación de agentes antiarrítmicos. “Cuando la gente sufre un infarto al corazón muere porque ese órgano late de manera desincronizada; esta toxina quita la arritmia”.

 

Otro objetivo es la divulgación. Entre 2003 y 2004 los universitarios visitaron más de 70 escuelas, desde nivel preescolar hasta medio superior, en Morelos, Estado de México y DF. “En Morelos adquiere significado importante, porque es la entidad con mayor tasa de incidencia de picadura de alacrán. Cuando uno presenta a los arácnidos cumple varios objetivos: los conocen, reconocen a los verdaderamente peligrosos, y borran mitos”, aseveró.

 

Se busca darles valor ecológico y a que se aprenda a convivir con ellos, pues sólo en la zona urbana y suburbana de Cuernavaca se registran 18 mil picados de escorpión al año. El aracnario tiene cabida para 16 personas, quienes en dos horas reciben información e, incluso, tocan algunos ejemplares. También se cuenta con una colección de 150 libros para todas las edades, indicó.

 

 

El tercer y último objetivo es reunir material biológico del entorno y de otras partes de la república. Así es como han aparecido, por lo menos, cuatro especies nuevas de tarántulas, que no habían sido descritas, señaló. Los taxónomos están en proceso de nombrarlas.

 

El espacio consolida el equipamiento necesario para su óptimo funcionamiento, y a un conjunto de alacranes, de los que ya una docena habita en sus instalaciones, y se espera aumentará a miles.

 

Mientras tanto, en la sección de arañas ya han sido instaladas 520 tarántulas en cajas individuales, porque algunas son caníbales y podrían matar a sus compañeras de “habitación”. Se mantienen a una temperatura que fluctúa entre 18 y 28 grados centígrados. Cada una cuenta con una cama de aserrín estéril, de madera, y un contenedor de agua que mantiene la humedad con una esponja.

 

Se ha instalado ya un equipo para la recolección de veneno, como una campana con extracción de aire, pues la principal defensa de las especies mexicanas consiste en soltar vellos urticantes contra la piel o córnea de sus atacantes. Así, al momento de la obtención de las gotas de tóxico que se produce por estimulación eléctrica (un pequeño toque cíclico), los científicos quedan protegidos.

 

Hay 22 especies identificadas, la mayoría provenientes de Morelos y Guerrero, y algunas de África, que son agresivas, Costa Rica y un par de Chile. Para obtener los especímenes deseados se realizan viajes de colecta con rutas definidas. También se reciben de los investigadores, siempre y cuando cuenten con sus datos, lo cual le da valor a una colección científica. Otras más han sido adquiridas.

 

El antiveneno de viuda negra, abundó Alejandro Alagón, ya se comercializa. El de la araña violinista, que también será producido por el Instituto Bioclon, está aprobado pero aún no sale al mercado. Primero pasará por una etapa de validación en ensayos clínicos, seguridad y eficacia.

 

El grupo del científico también ha colaborado con esa empresa para desarrollar antídotos contra la serpiente coralillo; además, reiteró, “hemos contribuido en el mejoramiento de los que ya existían, el antiescorpiónico y el antiviperino (cascabeles y nauyacas)”.

Ahora se trabaja en un sexto, contra serpientes africanas, ya que en aquel continente hay un gran déficit de remedios y medio millón de personas son mordidas cada año. Se tiene el primer lote y el estudio clínico arrancará este mes. Hoy por hoy México es líder mundial en la generación de estas sustancias, tanto en calidad como en número de dosis producidas, aseguró.

 

El veneno de una tarántula tiene por lo menos 20 toxinas distintas, con estructura y blancos de acción diferentes, por lo que en el aracnario se cuenta con 400 componentes potenciales en espera de su análisis. Los científicos están concentrados en la ponzoña de tres especies de interés, incluida una chilena. Asimismo, expresó, trabajan con una enzima llamada hialuronidasa, que rompe un ácido, un “cemento” intercelular.

 

Esto podría tener aplicaciones médicas, porque ayuda a la difusión de componentes tóxicos en el organismo, facilita la difusión de moléculas, por lo que se ha propuesto que sirva para ayudar a que  ciertos agentes anticancerígenos penetren mejor un tumor, ejemplificó.

 

Por último, Alejandro Alagón reconoció la labor y apoyo del Instituto Bioclon en el equipamiento del Aracnario –dado de alta ante la Secretaria de Medio Ambiente y Recursos Naturales–. Así como del doctor George Odell, quien luego de jubilarse como investigador emérito en Estados Unidos se unió al IBT y permitió consolidar la parte de las arañas.

 

--o0o--

 

 

 

FOTO 1

El Aracnario Beatriz Blanco de López-Silanes del Instituto de Biotecnología  de la UNAM, produce veneno de arañas y alacranes para su estudio, que podría desembocar en nuevos fármacos.

 

FOTO 2

El Aracnario del IBt de la UNAM contribuye a la divulgación y el apoyo a estudiosos de la taxonomía, biología, y la distribución de arácnidos, para beneficios médicos y sociales.

 

FOTO 3.

Científicos de la UNAM producen conocimiento bioquímico y biológico de los arácnidos endémicos de México, mediante la purificación y determinación de sus actividades enzimáticas.

 

FOTO 4

Las tarántulas mexicanas, a diferencia de las africanas, no tienen efectos peligrosos para el hombre, por lo que su mordedura es similar a un piquete de hormiga o avispa en personas no alérgicas.

 

FOTO 5

El veneno de una tarántula tiene por lo menos 20 toxinas distintas, por lo que en el aracnario del IBt de la UNAM se cuenta con 400 componentes potenciales en espera de análisis.

 

FOTO 6

Alejandro Alagón, responsable del Aracnario del IBt de la UNAM, muestra uno de los ejemplares estudiados para producir agentes anticancerígenos que penetren mejor en un tumor, mediante actividad molecular.