Boletín UNAM-DGCS-566
Ciudad Universitaria
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final del boletín
NECESARIO, INCORPORAR EL DESARROLLO HUMANO A LAS POLÍTICAS PÚBLICAS DE MÉXICO
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Con el propósito de recuperar sus ideales de democracia y equidad,
señaló Silvia Solís San Vicente, profesora de la Escuela Nacional de Trabajo
Social de la UNAM
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Esta estrategia enfatiza la importancia de las personas como individuos
y actores, capaces de realizar cambios en sus comunidades, añadió
Con el propósito de que las políticas
públicas recuperen sus ideales de democracia y equidad, investigadores de la Escuela
Nacional de Trabajo Social (ENTS) de la UNAM han desarrollado trabajos en donde
confluye la dimensión de Desarrollo Humano (DH), señaló Silvia
Solís San Vicente.
Esta estrategia propone enfatizar
la importancia de las personas como individuos y actores, capaces de realizar
cambios en sus comunidades, añadió. Ello implica reducir la desigualdad por
medio de diferentes acciones: tomar en cuenta a los sujetos, permitir y alentar
los mecanismos de participación, fomentar la corresponsabilidad en la
satisfacción de necesidades y promover la creación de capital humano, añadió.
“A partir de metodologías y
estrategias propuestas por los universitarios y aplicadas en las políticas
públicas de las instituciones del gobierno mexicano, hemos intentado involucrar
más a la gente, al hacerla responsable de su propio desarrollo”.
Así, puntualizó, “se busca que
la sociedad interactúe con el Estado y el mercado para lograr una plataforma
básica de justicia social, que le proporcione al individuo mejores
oportunidades para salir adelante”.
Enfatizó que la población de
nuestro país, principalmente la más pobre, requiere el apoyo de los
trabajadores sociales para generar procedimientos que identifiquen sus
necesidades, y establecer prioridades sobre los programas a realizar.
No sólo se trata de conseguir
apoyos gubernamentales, sino de la
misma comunidad e involucrarla en el logro de proyectos, sobre todo en
América Latina, como un esfuerzo para combatir su situación de pobreza,
reconoció.
Por ello, desde hace varios
años la ENTS ha trabajado –junto con el Instituto de Investigaciones
Económicas, y el Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y
Humanidades– sobre los rezagos sociales y sus repercusiones en el DH de las
personas, informó.
De esta manera, refirió, los
universitarios han propuesto a diversas instituciones públicas, alternativas en
la elaboración de planes que beneficien a la sociedad y permitan “establecer
redes de ayuda y coordinación con otras instituciones, para disminuir los
costos de atención de las mismas y elevar el impacto en las comunidades”.
Esta línea de investigación
está en el contexto de las nuevas directrices gubernamentales; intenta hacer un
estudio más serio y científico sobre las necesidades comunitarias y sus
repercusiones en el progreso de cada individuo, reiteró.
Recordó que la política social
se basó en un sistema universal. Con el DH el avance está centrado en la gente.
Lo que proponemos en nuestro trabajo es cómo la política pública debe
actualizarse en el Plan Nacional de Desarrollo, y en lugar de utilizar
variables del método de necesidades básicas insatisfechas, que el Estado emplee
índices de evaluación del DH, para que enriquezcan los procedimientos para
inferir la pobreza y así tener más elementos para combatirla.
De ahí la importancia de
elaborar proyectos colectivos y de gestión, base de la práctica profesional del
trabajador especializado. “Vamos desde la identificación de la política pública
hasta la intervención, pero sustentada en un marco teórico metodológico”,
explicó.
Dijo que las variables del DH son: la esperanza de vida
al nacer, es decir, cuánto espera un individuo vivir en una sociedad en las
condiciones socioeconómicas de la misma. En México ha pasado de aproximadamente
51 años en la década de los cincuenta, a 74.9 años en la actualidad.
Otra es el piso social básico,
es decir, con qué elementos cuenta una comunidad para desarrollarse; esa
plataforma es el acceso a necesidades esenciales: introducción de agua potable,
drenaje, alcantarillado, acceso a servicios de salud, oferta calórica per
cápita, tasa de alfabetización de adultos y de matriculación en todos los
niveles, así como mortalidad infantil y niños menores de cinco años con peso
insuficiente, enumeró.
Dichos indicadores son
diferentes a los de una canasta de requerimientos insatisfechos. Con ellos
puede medirse el DH, pero también alertar sobre las condiciones para garantizar
una elevación de calidad de vida en años futuros, adelantó.
Subrayó que ese concepto de
satisfactores atiende por separado cada rubro, y ahora “se trata en forma
integral a la alimentación, salud y educación como un paquete, el cual le
otorga a las personas un nivel mínimo para que puedan tener oportunidades a
futuro”.
Indicó que también se han
generado otros índices para advertir las oportunidades de progreso por sexo y
conocer qué lugares ocupan en la sociedad. “Cuántas mujeres son líderes, toman
decisiones, cuántas estudiaron educación superior, en comparación con el hombre,
para medir las desigualdades por género”. Facilita reforzar las áreas de
política social donde tienen gran disparidad con respecto del hombre. Por
ejemplo, la educación.
Esta estrategia permite no
sólo medir cuantitativamente el desarrollo social, sino cualitativamente; y con
ello alentar las potencialidades de las personas, es decir, rescatar los
factores para enfrentar los problemas, concluyó.
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Silvia Solís San
Vicente, profesora de la ENTS de la UNAM, destacó que la estrategia de
Desarrollo Humano enfatiza la importancia de las personas como individuos y
actores capaces de realizar el cambio en sus comunidades.
FOTO 02.
Investigadores de la ENTS de la UNAM han propuesto a diversas instituciones públicas alternativas en la elaboración de proyectos y programas para disminuir los costos de atención de las mismas, informó la profesora Silvia Solís San Vicente.