Boletín UNAM-DGCS-565
Ciudad Universitaria
Pies de foto al
final del boletín
·
Aseguró María Elena Medina Mora Icaza, de la Facultad de Medicina de la
UNAM
·
Las afecciones más frecuentes en México son los trastornos de afecto y
ansiedad, así como el abuso y dependencia al tabaco, alcohol y otras
sustancias, recordó
·
Las personas tienen muchos prejuicios para acudir al consultorio; su
desatención se da en todos los niveles socioeconómicos y escolaridades, refirió
Por prejuicios, los mexicanos que padecen alguna
enfermedad mental tardan de cuatro a 20 años para buscar ayuda profesional, por
lo que se convierten en trastornos crónicos discapacitantes, con secuelas
físicas como migrañas severas o dolor bajo de espalda.
Así lo indicó María Elena Medina Mora Icaza, responsable
de estudios en salud mental pública de las maestrías y doctorados en Ciencias
de la Salud de la Facultad de Medicina de la UNAM, y directora de
Investigaciones Epidemiológicas y Psicosociales del Instituto Nacional de
Psiquiatría.
Recordó que en nuestro país las afecciones mentales más
frecuentes, en cuanto a número, son los trastornos de ansiedad, afecto y, en
particular, la depresión –padecimiento más común entre las mujeres-, así como el abuso y dependencia al tabaco,
alcohol y otras sustancias –más frecuente entre los varones-.
De acuerdo con datos de la
Primera Encuesta Nacional sobre Enfermedades Mentales, realizada en 2002, la
población de 18 a 65 años que vive en localidades urbanas presenta tres
problemas: trastornos del afecto, donde se incluye la bipolaridad; de ansiedad,
entre ellas las fobias y crisis de pánico, entre otras; y uso y adicción a
sustancias legales e ilegales.
El 27 por ciento
de los encuestados reporta que alguna vez en su vida ha presentado alguno de
estos cuadros, pero sólo 17 por ciento de ese total dijo haber recibido ayuda;
del total de enfermos diagnosticados, una tercera parte son casos severos, y de
ellos poco menos de la cuarta parte cuenta con atención. El reto de este
ejercicio, informó, es trabajar con población infantil y de la tercera edad.
Argumentó que la gente no se trata por estigma, pues teme
ser señalada y tomar medicamentos, pues piensa que les pueden crear
dependencia. En nuestro país, dijo la especialista, las personas tienen
prejuicios para acudir al consultorio; ello puede advertirse en desatención en
todos los niveles socioeconómicos y escolaridades. Las barreras sociales y
culturales, y la calidad de los servicios, también determinan el bajo índice de
terapias.
Incluso, reconoció, estos padecimientos no se incluyen en
los seguros médicos privados; algunos llegan hasta negar cobertura si se
detecta una afectación de esta índole. Por otra parte, una vez que la persona
decide solicitar ayuda tarda mucho tiempo en medicina general, en espera de ser
canalizado a la asistencia especializada.
Es común que los individuos afectados atribuyan sus
malestares a situaciones socioeconómicas, como pérdida de empleo, o familiares,
por desavenencias con los hijos o en el matrimonio. Por tanto, cuando acuden al
especialista y se apoyan en las redes sociales lo hacen en relación con esa
definición, pero no advierten la depresión subyacente, y piensan que deriva del
conflicto mismo. Ello les hace perder años de bienestar y productividad en sus
vidas, aseveró.
Por ello, Medina Mora Icaza llamó a considerar las
enfermedades mentales como cualquier otro
padecimiento, sobre todo porque hay tratamientos efectivos para la mayor
parte de ellas, y el sufrimiento asociado puede disminuirse de una manera
significativa si se busca la terapia adecuada y de manera oportuna.
En segundo lugar, comentó, los proveedores deben
acercarse para “entender cómo la población vive, manifiesta y pide ayuda para
poder adecuar los servicios a lo que necesite”.
Sostuvo que se debe luchar en contra de la vergüenza de
reconocer que uno tiene un trastorno de este tipo. De hecho, en otras culturas
no hay rechazo, porque han comprendido que son enfermedades comunes.
Estos padecimientos, concluyó, afectan la calidad de vida
de los sujetos e impactan la productividad: cuando se analiza cuántos días no
trabajó una persona con un trastorno de este tipo o fue incapaz de hacer sus
actividades diarias, el costo es mucho más elevado que en el caso de lesiones
físicas.
-oOo-
FOTO 01
De cuatro a 20
años tardan en México las personas con alguna enfermedad mental para buscar
ayuda profesional, señaló María Elena Medina Mora Icaza, de la Facultad de
Medicina de la UNAM.
FOTO 02.
La investigadora
María Elena Medina Mora Icaza recordó que en nuestro país las afecciones
mentales más frecuentes son los trastornos de ansiedad y afecto, así como el
abuso y dependencia al tabaco, alcohol y otras sustancias.