Boletín UNAM-DGCS-563
Ciudad Universitaria
Pies de foto al
final del boletín
ELABORAN
UNIVERSITARIOS MAPAS CARTOGRÁFICOS DE ESCURRIMIENTO HÍDRICO, DEL TERRITORIO NACIONAL
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Con ello se pretende identificar evitar la desertificación y el
incremento de evaporación: Laura Elena Maderey, del Instituto de Geografía de
la UNAM
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México tiene dos millones de kilómetros cuadrados, donde se produce 20
por ciento de los escurrimientos totales y se asientan las tres cuartas partes
de la población del país
·
La vaporización del líquido, en el caso del Lago de Chapala, Jalisco, se
ha convertido en un problema grave
Investigadores del Instituto
de Geografía de la UNAM elaboran mapas cartográficos de escurrimiento hídrico,
para identificar en forma precisa las zonas húmedas y secas del país, reveló la
geógrafa Laura Elena Maderey Rascón.
Esta línea de investigación ayudaría a evitar la
desertificación, que es la degradación de las tierras áridas, semiáridas y
zonas subhúmedas secas, causada sobre todo por variaciones climáticas y
actividades humanas como el cultivo y el pastoreo excesivo, la deforestación y
la falta de riego; así como reducir la evaporación, un fenómeno natural
necesario para el planeta, añadió.
México tiene una precipitación
media anual de 780 milímetros, un escurrimiento de 417 kilómetros cúbicos (uno
por ciento del mundial), y la disponibilidad por habitante es de 5 mil 125
metros cúbicos, (alrededor del doble del promedio de disponibilidad per cápita en
el orbe); sin embargo, insuficiente para considerarse un país con disponibilidad
natural del líquido, informó.
Con una extensión cercana
a los dos millones de kilómetros cuadrados, más del 65 por ciento de la
superficie de nuestro país es árida o semiárida, y en dicha porción se presenta
apenas el 20 por ciento de los escurrimientos totales, mientras que ahí se
asientan las tres cuartas partes de la población nacional, añadió.
Existen regiones en el
territorio en las cuales de manera cíclica ocurren precipitaciones extremas que
provocan diversos daños, y otras en las que en ciertas épocas del año suceden
sequías extremas, igualmente perjudiciales, indicó.
Laura Elena Maderey reiteró que pese a que la evaporación
del agua es un fenómeno natural benéfico para el país, es factible hablar de
zonas dañadas por él, al entender como tal lo que el hombre aprovecha, es decir
las obras hidráulicas en las regiones secas del territorio.
De acuerdo con información de la Comisión Nacional del
Agua, la evaporación del líquido, en el caso del Lago de Chapala, Jalisco, se
ha convertido en un problema grave, ya que se estima que cada año grandes
cantidades de agua desaparecen por este proceso, lo cual repercute de forma
negativa en su nivel de almacenamiento.
Este cuerpo hídrico está
considerado como el embalse natural de mayor extensión en nuestro país y ocupa
el número 68 en el ámbito mundial, el 48 en América del Norte y el tercero en
tamaño en Latinoamérica. Tiene una superficie de mil 112 kilómetros cuadrados.
Se calcula que, por
evaporación, cada año se van de los océanos a la atmósfera 449 mil kilómetros
cúbicos, equivalentes a dotar de agua por un poco más de 461 años a la ciudad
de México.
Además, aproximadamente por
cada 1 por ciento de salinidad en el agua la evaporación se reduce uno por
ciento. Así, el agua marina con 3.5 por ciento de sales disueltas se evapora 3
por ciento menos que el agua dulce. Otro efecto de la materia disuelta en el
vital líquido es que refleja la radiación solar y, por consiguiente, aminora la
energía transferida a ella. El resultado es menor evaporación.
La investigadora del Instituto
de Geografía (IGg) de la UNAM, quien lleva a cabo al proyecto Estudio
geográfico de la evaporación en la República Mexicana, explicó que los
desiertos naturales son los más dañados por la evaporación, debido a que se lleva
el poco recurso hidrológico que pueda existir, por ello hay que cuidarlo.
Precisamente son las zonas menos pobladas por falta de agua y para preservarla
se necesitan nuevas tecnologías.
Con este proceso la atmósfera va a estar más seca, va a
tener mayor poder para vaporizar el agua que encuentre, al igual que la
deforestación, porque los árboles y las plantas transpiran, y si se eliminan
estas áreas verdes el terreno se volverá seco; por ello la tala contribuye a la
desertificación.
Insistió en que este último
fenómeno es provocado por el hombre. Además, mediante la desertización, causada
por incendios forestales, explotación, sobrepastoreo y malas prácticas
agrícolas, que han incrementado la erosión natural de grandes extensiones
terrestres, se aumentan las zonas áridas.
Comentó que en el país las
áreas desérticas registran la mayor evaporación potencial que pudiera haber; es
decir, si en esas regiones se abren pozos, se forman oasis y se quiere
aprovechar el agua para ciertas actividades se tendrá que cuidar ese proceso.
Pero en superficies templadas o húmedas éste fenómeno no provoca afectaciones.
La presencia de vegetación
también aminora la volatilidad directa del suelo, pues crea una capa aislante
que protege de los rayos solares e impide que el viento arrastre la humedad
superficial. En estos terrenos dicho proceso se lleva a cabo por medio de las
plantas, a través de su transpiración, concluyó.
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FOTO 01.
Laura Elena Maderey Rascón, del
Instituto de Geografía de la UNAM, dijo que investigadores de esa entidad
elaboran mapas cartográficos de escurrimiento hídrico.
FOTO 02
Los desiertos
naturales son los más dañados por la evaporación, debido a que se lleva el poco
recurso hidrológico que pueda existir, destacó la geógrafa universitaria Laura
Elena Maderey.