06:00 hrs.  24 de Julio de 2005

 

 

Boletín UNAM-DGCS-561

Ciudad Universitaria

 

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RUPTURA DE LOS PACTOS PATRIARCALES, CAUSA PRINCIPAL DE AGRESIÓN A LA MUJER

 

·        Los golpes, agresiones y feminicidios son generados en 95 por ciento de los casos por hombres, afirmó la directora del Programa Universitario de Estudios de Género (PUEG) de la UNAM, María Isabel Belausteguigoitia Rius

·        Aunque se construye una relación más equitativa entre hombres y mujeres, la violencia puede seguir varias décadas, apuntó

 

Existe violencia contra las mujeres por el hecho de serlo. Los golpes, agresiones verbales y crímenes de odio o feminicidios son generados  por hombres en el 95 por ciento de los casos. Esto puede explicarse, entre otros muchos factores, por el resentimiento y confusión que conlleva la ruptura de pactos patriarcales que abarcan los ámbitos cultural, económico y político.

 

Estos contratos las entienden sólo como reproductoras y reparadoras de la familia, aunque cada vez más ya no están dispuestas a constreñir sus vidas sólo a la familia, aseguró la directora del Programa Universitario de Estudios de Género (PUEG), María Isabel Belausteguigoitia Rius.

 

Señaló que se trata de un acuerdo injusto, el cual es necesario rehacer, pues tampoco a los hombres les va bien el papel de protectores y proveedores, que en muchas ocasiones les lleva a conductas que desembocan en infarto o alcoholismo.

 

Explicó que esta situación ha variado, y ya hay sectores varoniles que han modificado su actitud. Así, es posible observar hombres con carreolas en las calles, que saben colocar pañales o cuidan y juegan con sus hijos. Sin embargo, aunque se construye una relación más equitativa entre ambos sexos, la violencia seguirá varias décadas más.

 

Se vive una transición, “pero tienen arrastres. Hay un resentimiento ante la disolución de un pacto económico y cultural, y cuando éste se rompe, se confunden los implicados en la promesa de que si son buenos proveedores, van a tener a una mujer que les va a solucionar la vida cotidiana”, afirmó.

 

En este caso, abundó, hay un pacto patriarcal, donde el sector femenino no produce, sino reproduce. Sin embargo, muchas de ellas quieren trabajar, salir, tener puestos de decisión y sobre todo, definir sus vidas desde otros compromisos.

 

Indicó que existe un sistema social, político y de valores con un fuerte acento cargado hacia lo masculino. Así, la sociedad se estructura de tal forma que ellas se dedican a “aceitar” el mecanismo de funcionamiento. Su papel consiste en tener la casa arreglada, cuidar a los hijos y “ambientar” el escenario privado y público, para que los varones puedan ejercer lo mejor de sus capacidades sin distraerse en las tareas cotidianas.

 

Eso ya se acabó y molesta. Hay 30 por ciento más de mujeres en la última década que, en vez de esperar las remesas de sus maridos migrantes, las generan. Así, dijo, “el hombre siente que se ha roto el acuerdo donde él provee, y al hacerlo, ejerce poder, que no siempre es  únicamente autoritario, sino que proviene también de trabajar para la manutención de su familia”.

 

Hoy, ellas ganan de un 36 a un 50 por ciento de lo que perciben sus contrapartes, pero una de cada cuatro sufre violencia doméstica, reveló; 25 por ciento es víctima de violación o de un intento; igual cifra es acosada sexualmente en el trabajo o en espacios públicos. Por cada 100 receptores de agresión, 96 son mujeres y cuatro hombres. De los generadores de ésta, 91 de cada 100 son varones y nueve, sus compañeras.

 

Hay un gran desconcierto ante los nuevos paradigmas laborales y sociopolíticos. Las mujeres plantean novedosos convenios con el capital, cultura, política y poder; no obstante, el encono contra este sector es estructural y así debe resolverse, por ejemplo, en países como China se practican abortos si se detecta que el producto en gestación es femenino, refirió.

 

Las mujeres asesinadas, como los feminicidios en Ciudad Juárez,  Chihuahua, aseguró Belausteguigoitia Rius, tienen que ver, entre otros muchos factores, con el narcotráfico. Este asunto “no es nada más de nota roja, sino que se trata de una cuestión cultural”. Sin embargo, abundó, aquí interviene no sólo el patriarcado, sino las maquiladoras y los regímenes tanto de crimen organizado como funcionarios y personal del estado.

 

Por otro lado, indicó que los padres de las asesinadas no figuran en el reclamo de justicia. Algunos han muerto de pena o enfermedades provocadas por la vergüenza, pues aunque quieren matar al culpable, como los pactos exigen, la imposibilidad de defender su honor y dignidad familiar, los coloca en una posición insostenible.

 

“Cuando a los hombres se les toca la honra resulta en un asunto  violento o devastador. El padre tiene otro tipo de dolor al de la madre, a cuya hija violan y arrancan el pezón a mordidas. Es un hombre a quien el sexo masculino ha mancillado. Él se infringe un castigo por no cumplir la parte del pacto, es decir, proteger a sus mujeres”, explicó. Así, hay una violencia que se ejerce hacia ellos por el propio sistema de honores y valores patriarcal.

 

Concluyó que pese a las cifras, hay grandes modificaciones en los paradigmas. Las mujeres quieren casarse más tarde; pueden querer interrumpir un embarazo porque tienen proyectos más allá de la familia, y todo esto altera este orden. El sistema parece del medioevo, pero funciona todavía.

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Las mujeres ganan de un 36 a un 50 por ciento de lo que perciben los hombres, aseguró la directora del PUEG de la UNAM, María Isabel Belausteguigoitia Rius

 

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Una de cada cuatro mujeres sufre violencia doméstica y 25 por ciento es víctima de violación o de un intento de ella, reveló María Isabel Belausteguigoitia Rius, directora del PUEG de la UNAM.