Boletín UNAM-DGCS-545
Ciudad Universitaria
Pies de foto al
final del boletín
SERVIRÍAN
LÌQUENES PARA MEDIR CONTAMINACIÓN
ATMOSFÉRICA
·
Son biomonitores de calidad de aire y son útiles por las aplicaciones
farmacéuticas de sus metabolitos secundarios, y en las funciones de los ecosistemas
·
En México el número de especies podría ser de cuatro mil, dijo María de
los Ángeles Herrera, investigadora del Instituto de Biología de la UNAM
Los líquenes son buenos
indicadores de la contaminación atmosférica porque acumulan en sus paredes
celulares metales pesados, compuestos derivados de dióxido de azufre e
hidrocarburos policíclicos, reveló la doctora María de los Ángeles Herrera,
investigadora del Instituto de Biología de la UNAM.
La también curadora de la
Colección de Líquenes del Herbario Nacional dijo que el estudio de estos
organismos puede ser justificado por su utilidad como biomonitores de calidad
de aire, las aplicaciones farmacéuticas de sus metabolitos secundarios, por su
importancia en las funciones de los ecosistemas y por el entendimiento de
diferentes tipos de simbiosis.
Al abundar en la primera de
esas funciones señaló que al ser indicadores potenciales de la situación
ambiental, podría realizarse un estudio de los depósitos y efectos de los
tóxicos atmosféricos bioacumulables, mediante una evaluación liquenológica de
los bosques de la cuenca de México.
En el mundo se estima la
existencia de entre 13 mil y 20 mil especies de líquenes. Tan sólo en México la
cifra podría ser de cuatro mil. Sin embargo, en nuestro país, la mayor parte de
los estudios referentes a estos organismos han sido resultados colaterales de
otros proyectos de investigación, aseveró.
Entre los trabajos realizados
sobresale la colaboración con Ángel Zambrano, del Instituto Mexicano del
Petróleo, donde se compararon las comunidades de líquenes epífitos (fijados en
árboles) en los oyameles del Desierto de los Leones en el DF y del Parque
Nacional El Chico, en Hidalgo.
"Se encontraron
diferencias considerables en riqueza y diversidad. Es claro el alto deterioro
de las comunidades liquénicas en ese parque del DF, en donde muchas especies ya
han desaparecido", sostuvo.
Tal situación se atribuye a la
desordenada urbanización a la que se ha sometido la zona y, en particular,
consideró, al elevado índice de sustancias nocivas que afecta a este bosque.
"Restaurar líquenes en zonas perturbadas es prácticamente imposible".
El Desierto de los Leones es
un modelo para nuevos estudios, debido a que todos sus componentes están
dañados. Los líquenes del suelo se perdieron por completo y los epífitos están
deteriorados. Especies antes abundantes, sensibles a contaminantes, ya no
existen. Además, hay que considerar la tremenda extracción de agua y que el
arbolado está enfermo y talado. Para recuperar el área se requiere de un
programa integral.
Asimismo, añadió, los
proyectos de investigación del Laboratorio se abocan al estudio de la
biodiversidad liquénica de otras regiones del país y pueden enmarcarse en dos
grandes áreas: sistemática y ecología.
Los más importantes se
refieren a los líquenes foliícolas en bosques tropicales húmedos de México,
como modelo para estudios funcionales de la biodiversidad e indicadores de
perturbaciones antropogénicas, que se desarrolla en la Estación de Biología
Tropical de Los Tuxtlas, Veracruz, además del impacto del manejo forestal en
las comunidades de los bosques de pino-encino en la sierra Juárez de Oaxaca,
apuntó.
Antes de los estudios de María
de los Ángeles Herrera y su equipo se conocían únicamente 91 especies de
líquenes foliícolas en México; ahora se cuenta con un listado aproximado de
360. Para incrementar el conocimiento de la riqueza de la flora liquénica, en
la actualidad se realiza trabajo de campo en el DF, Hidalgo, Puebla, Oaxaca y
Veracruz.
En México no sólo no se cuenta
con un inventario de líquenes, sino que "estamos lejos de eso",
refirió. Sólo se tienen listas preliminares de macrolíquenes de Chiapas y
Oaxaca, y de la selva alta perenifolia de Los Tuxtlas, Veracruz, así como un
buen conocimiento del desierto sonorense, gracias a un proyecto de la
Universidad Estatal de Arizona, pero falta mucho por hacer.
Por ello, dijo, se requiere
con premura generar información básica sobre la flora liquénica nacional, ya
que nuestro territorio es una de las regiones en las cuales los esfuerzos por
dar cuenta de dicha diversidad han sido aislados.
La responsable del Laboratorio de Líquenes del
Departamento de Botánica de esa entidad, expuso que, además, su grupo de
investigación es el primero constituido a escala nacional, con formación y
metodología para trabajar con ese tipo de variedades.
La científica precisó que parte de la biodiversidad de
México son los hongos liquenizados o líquenes. Se trata de hongos en simbiosis
con cianobacterias o algas que forman un cuerpo diferente al de cada uno por
separado. Se considera una estrategia evolutiva fúngica que favorece a los
participantes en términos nutricionales y de colonización de un mayor número de
hábitat, entre otros.
Los líquenes exhiben una gran variedad de colores, tipos
morfológicos o formas de crecimiento. Así, por ejemplo, los hay microscópicos,
desde unos cuantos milímetros de diámetro, como algunos que para ser colectados
en ocasiones son buscados con lupa, hasta especies que pueden llegar a medir
siete u ocho metros de longitud y formar verdaderas cortinas en los bosques,
informó.
Estos organismos se desarrollan en todo tipo de
substrato: en rocas (saxícolas), en corteza (cortícolas), en hojas de plantas
(foliícolas), en suelo (edafícolas), etcétera, e inclusive en substratos
antropogénicos como plástico, cemento o asbesto, expresó la experta.
Por lo general, la forma de
vida liquénica se caracteriza por una alta longevidad, bajas tasas de
crecimiento, tolerancia a la desecación y a las temperaturas extremas, por lo
que son considerados como los extremistas más exitosos, porque se desarrollan
en ambientes adversos para otros organismos, como los helados desiertos polares
o las zonas más calientes de las zonas subtropicales.
Algunos crecen escasos
milímetros al año, y aún otros requieren de 300 años para que su cuerpo alcance
un peso de 300 miligramos. Sin embargo, cabe agregar que muchas especies son
sensibles a la sequía, el calor, el congelamiento y la contaminación
atmosférica, pues esos factores pueden desequilibrar la relación entre los
simbiontes.
La universitaria trabaja en el
ordenamiento y computarización de la Colección de Líquenes del Herbario
Nacional que ha incrementado su número de 3 mil 600 ejemplares a alrededor de
10 mil en los últimos años, y cuyo primer ejemplar fue recolectado en la década
de 1930.
El objetivo de ese proceso es
habilitar un acervo de investigación que pueda ser consultado por quien así lo
requiera y que posibilite el intercambio de ejemplares con otras instituciones,
concluyó.
--o0o--
FOTO 01
Se requiere
generar información básica sobre la flora liquénica nacional, pues los
esfuerzos por dar cuenta de dicha diversidad han sido aislados, aseguró María
de los Ángeles Herrera, del IB de la UNAM.
FOTO 02
María de los Ángeles Herrera, del IB de la UNAM, explicó que los líquenes son buenos indicadores de la contaminación atmosférica.