06:00 hrs.  16 de Julio de 2005

 

 

Boletín UNAM-DGCS-541

Ciudad Universitaria

 

Pies de foto al final del boletín

 

MÁS DEL 70 POR CIENTO DE LOS CASOS DE DISCAPACIDAD SON NO CONGÉNITOS

 

·        En México, alrededor de 10 millones de personas tienen esta condición, señaló Esther Zúñiga, académica de la Escuela Nacional de Trabajo Social de la UNAM

·        Si bien existe un programa de prevención, debe ser más persuasivo, consideró

·        Es preciso hacer entender a la gente que podría verse inmersa en esta problemática en algún momento de su vida, indicó

 

Poco más del 70 por ciento de los casos de discapacidad en el país son no congénitos, con lo que se confirma que padecer alguna disfunción no es exclusivo de ninguna clase social y puede presentarse en cualquier momento de la vida, señaló Esther Zúñiga Macías, profesora de la Escuela Nacional de Trabajo Social (ENTS) de la UNAM.

 

El resto son congénitos. Se estima que en la actualidad entre 10 y 12 por ciento de la población en México tiene algún tipo de afectación, es decir, alrededor de 10 millones de personas.

 

Este es un problema grave y no se le ha dado la importancia debida. Por ejemplo, está comprobado que en nuestra sociedad cada vez hay más ancianos y este grupo de población tiene mayores riesgos de adquirir alguna merma en sus capacidades, refirió.

 

 

En términos generales, abundó, estas personas necesitan un espacio, y en estos momentos la colectividad no está dispuesta a dárselo, ni a tenerles consideraciones. Si bien en el país existe un programa de prevención, debe ser más persuasivo. Es preciso darle mayor difusión para hacer entender a la gente, que podría verse inmersa en esta problemática en algún momento de su vida.

 

El entorno hará que el sujeto tenga respuestas y reacciones diferentes, por ello no es posible hacer programas generales. En su elaboración se debe tomar en cuenta la familia, situación económica, nivel de educación de los padres, accesibilidad a escuelas e instituciones de rehabilitación, así como el grupo social y prácticas culturales de cada individuo, consideró.

 

No obstante, precisó, es posible hablar de intervención en sus hogares, porque todas viven la misma situación de angustia y duelo al saber que uno de sus miembros nació con alguna discapacidad o la adquirió. En un principio, buscan a los posibles culpables y esto puede empezar desde los progenitores hasta llegar a sus ascendientes extensos.

 

Estas personas, dijo, tampoco saben cómo ayudar a su paciente y darse tiempo para otros asuntos. De hecho, los afectados por lo general son demandantes de atención y muchas veces debe cuidárseles casi las 24 horas del día. Además, el entorno suele presentar un sentimiento de culpa y tratan de aminorarlo con sobreprotección.

 

En realidad, aseveró, el duelo no se acepta ni termina nunca, sólo se reconoce la situación individual, incluso hay padres que ante la posibilidad de morir se preocupan por sus hijos, al dejarlos en una sociedad donde no van a encontrar quién los apoye o acompañe el resto de sus días.

 

Ante esta problemática, consideró necesario capacitar a los profesionistas involucrados en esta problemática para dar terapia de contención, es decir, oír a las personas y ayudarles a aliviar su situación de angustia y estrés ante noticias de este tipo.

 

 

Además, recordó, es importante que sepan orientar a los familiares sobre dónde, cuándo y con quién se puede llevar al afectado para obtener una atención correcta.

 

Sucede que muchas veces, dentro del proceso de duelo, la gente busca curas milagrosas y pierde hasta ocho años en ello; entonces,  se retrasa la rehabilitación en el caso de un adulto; porque cuando es un menor se le deben crear hábitos. Por ello, es importante que este proceso sea rápido y oportuno, subrayó.

 

Aquí se debe partir de un principio fundamental: la discapacidad no es una enfermedad, a pesar de que se ubica en el campo de la medicina; pero cuando ya está establecida y por completo diagnosticada, debe pasar a lo social. Entonces, señaló, los facultativos sólo intervendrían cuando se presente un cuadro clínico, como en cualquier otro caso.

 

Sin duda, concluyó, en el trabajo con estas personas deben intervenir psicólogos, pedagogos, terapeutas, profesores, gente de educación especial y trabajadores sociales, quienes tratarán de integrarlos a la colectividad como individuos, es decir, hacerlos lo más independientes que se pueda.

 

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FOTO 01

En México alrededor de 10 millones de personas son discapacitadas, destacó Esther Zúñiga Macías, profesora de la Escuela Nacional de Trabajo Social de la UNAM.

 

 

FOTO 02.

Es preciso hacer entender a la gente que podría verse inmersa en alguna problemática de discapacidad en algún momento de su vida, indicó la académica universitaria Esther Zúñiga Macías.