Boletín UNAM-DGCS-538
Ciudad Universitaria
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final del boletín
UN ERROR SOCIAL, CONSIDERAR LA VIOLENCIA HACIA LA MUJER “COMO UNA FORMA DE VIDA”
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Esta problemática se
manifiesta en primera instancia en el seno familiar, destacó Julia Chávez,
académica de la ENTS de la UNAM
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La brutalidad, precisó,
es el conjunto de acciones que lastiman y logran dominar a una persona, pero
también son aquellas que forman parte de la vida privada
· Una forma común de agresión no identificada es la económica y se presenta cuando el hombre no da gasto o pide cuentas del dinero que aporta para el hogar, mencionó
Por lo regular, la violencia
hacia la mujer se genera en el seno familiar y se manifiesta en una serie de
conductas y actitudes que en el mundo de lo público ya son consideradas como
“formas de vida”, afirmó Julia Chávez Carapia, profesora de la Escuela Nacional
de Trabajo Social (ENTS) de la UNAM.
Es preciso observar esta
problemática de interrelación con el contexto sociocultural y como un asunto
que se va a reflejar en primera instancia en el núcleo doméstico, consideró.
La brutalidad, puntualizó, es el conjunto de acciones que
lastiman y logran dominar a una persona, pero también son aquellas que forman
parte de la vida privada. “Si la mujer está acostumbrada a estas manifestaciones
en el ámbito familiar puede llegar a verlas como una costumbre y al aparecer en
otros escenarios sociales no se le hacen
extrañas estas conductas”.
La violencia no sólo consiste
en demostrar fuerza a través de los golpes, pues existe de manera estructural,
desde el momento en que tanto a hombres como mujeres se les exige un papel en
la comunidad, y ésta no les brinda la oportunidad de desempeñarlo.
Así, ejemplificó, si al varón
se le exige que tenga un trabajo seguro porque es el proveedor de la familia,
qué pasa cuando no tiene un empleo. Muchas veces se vuelve agresivo con los
miembros de su familia, generalmente con la esposa.
Cuando la sociedad le pide a
la mujer que sea la madre abnegada, cónyuge sumisa y ama de casa entregada, y
no le permite siquiera tener un ingreso para satisfacer sus necesidades
básicas, también se genera una forma de sojuzgamiento, abundó.
Otra es cuando se incorpora a
la vida profesional y no puede cubrir los roles sociales que le corresponden.
Entonces va a tener la necesidad de mayor proyección y buscará distribuir las
24 horas del día en atender ambos papeles, indicó.
Pero hay más formas de
violencia y éstas pueden ser los estereotipos femeninos creados por los medios
de comunicación y los piropos, sean buenos o malos, puntualizó.
También se puede generar a
través de las costumbres o frases como “a las mujeres les gusta que les peguen”
o “si se quedan solas es porque no fueron buenas esposas”; otro forma común y
no identificada es la económica y se presenta cuando el hombre no da gasto o
pide cuentas a su pareja de lo que hace con el dinero, añadió.
Entonces, reiteró, si la
sociedad no le permite a los seres humanos cubrir los roles que
tradicionalmente han sido establecidos, se generan estas conductas anómalas.
Cuando se habla de violencia, acotó, también se hace
referencia a una relación de poder, es decir, la persona que agrede es porque
de alguna manera somete a la víctima y la otra persona acepta esa situación de
autoridad, ya sea por tradición, costumbre u otro factor.
Así, aseveró, en la familia la
primera persona agresora es el padre y después la madre, porque ellas a su vez
vulneran a sus hijos. “Bajo este contexto, debe entenderse esta situación como
una cadena que también puede darse entre hermanos y llegar a ser considerada
una forma de vida”.
En la actualidad, algunas
mujeres, cuando llegan a involucrarse con alguien, ven como normal que los
novios les peguen o sean iracundos con ellas. Antes esta situación era más
común después de casados y hoy cada vez se presenta en cualquier momento de la
relación, enfatizó.
De acuerdo con la Encuesta
Nacional sobre Violencia, del total de mujeres entrevistadas de entre 15 y 50
años, el 50 por ciento son violentadas, y esta situación disminuye en las
adultas mayores, refirió.
Hay estados, agregó, con mayor índice de agresiones, tal
es el caso de Baja California y Sonora; sin embargo, en algunos como Chiapas es
menor, pero esto puede ponerse en duda, porque se ha demostrado que en los
grupos indígenas de esa entidad se presenta tanto en forma física como
psicológica hacia la mujer. “Por ejemplo, se habla de que a muchas de ellas
antes de nacer las dan en matrimonio, y aunque esta es una forma de violencia
no es considerada como tal”.
Esta encuesta también revela
que el índice de escolaridad no está relacionado con estos hechos, porque para
que una mujer sea agredida da lo mismo si sólo cursó la primaria o tiene
estudios profesionales. Tampoco es determinante en este tipo de conducta si la
mujer es ama de casa o está incorporada al mercado laboral, subrayó.
La académica explicó que en el
Centro de Estudios de la Mujer, del cual es coordinadora, realizan una
investigación cuyos resultados contribuirán a que las mujeres sepan identificar
todas las formas de violencia existentes.
Si hacemos un análisis de los
primeros datos, es posible decir que se han encontrado situaciones de mucha
vulnerabilidad hacia al interior de la familia, y las mujeres presentan
inseguridad e inestabilidad emocional,
provocadas por la brutalidad.
En ese sentido, afirmó, el
miedo, la sumisión y el escape de las situaciones reales se dan como procesos
de aprendizaje y de adaptación entre los miembros de los hogares.
Se trata de cuestiones
ideológicas inmersas en las conductas y actitudes de los hombres y mujeres
mexicanos, las cuales han ocasionado que la agresión se vuelva invisible.
Por ello, deben establecerse
mecanismos para entender qué es este fenómeno y poder denunciar cualquier tipo
de ataque, y así la mujer tendrá la certeza de que está respaldada por la ley,
concluyó.
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Foto 01
La violencia
generalmente se manifiesta en primera instancia en el seno familiar, destacó
Julia Chávez, académica de la ENTS de la UNAM.
Foto 02.
Se habla de violencia estructural desde el momento en que tanto a hombres como mujeres se les exige desempeñar un papel y no se les brindan las oportunidades para hacerlo, indicó la académica de la UNAM, Julia Chávez.