06:00 hrs.  13 de Julio de 2005

 

 

Boletín UNAM-DGCS-533

Ciudad Universitaria

 

 

Pies de foto al final del boletín

 

 

TRABAJAN UNIVERSITARIOS EN BIOMARCADOR DE DAÑO RENAL

 

·        La molécula base de este desarrollo sería KIM–1, la cual fue recientemente descubierta

·        Dijo Norma Bobadilla, de la Unidad de Fisiología Molecular del Instituto de Investigaciones Biomédicas de la UNAM

·        Padecimientos como diabetes e hipertensión, o fármacos con altos niveles de toxicidad, pueden comprometer de manera importante la función del riñón, alertó

 

Científicos de la Unidad de Fisiología Molecular del Instituto de Investigaciones Biomédicas (IIBm) de la UNAM y del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán desarrollan marcadores sensibles para detectar etapas tempranas de daño en el riñón, el nivel de deterioro y con base en ello poder programar un tratamiento estratégico.

 

Así lo señaló Norma Bobadilla Sandoval, miembro del IIBm, quien añadió que padecimientos como diabetes e hipertensión, o fármacos con altos niveles de toxicidad, pueden comprometer de manera importante la función de ese órgano que, en casos extremos, puede llevar a sufrir enfermedad renal terminal, cuya alternativa sería su transplante.

 

La especialista afirmó que hacen falta marcadores para diagnosticar a pacientes que llegan a urgencias, quienes presentan reducción de presión arterial de manera súbita, lo que produce daño al tejido renal y, dependiendo de qué tan prolongada haya sido la hipotensión y la susceptibilidad de cada individuo, será el grado de afectación.

De este modo, esta herramienta es importante tanto para los enfermos que presentan deterioro agudo como para aquellos que tienen uno progresivo, “que podamos, de alguna manera, distinguir qué tan dañado está el tejido renal sin necesidad de hacer maniobras invasivas, como tomar una biopsia del tejido”.

 

Actualmente, explicó Bobadilla Sandoval, se cuenta con marcadores basados en la depuración de creatinina o la proteinuria; sin embargo, estos parámetros detectan cuando el daño ya está avanzado. Por ello, se han buscado diferentes biomarcadores –esto es, producidos dentro del ser humano–, los cuales puedan ser más efectivos.

 

En particular, la investigadora trabaja con la recientemente descubierta molécula de daño renal (KIM–1, por sus siglas en inglés), de la cual su expresión es mínima en el tejido en condiciones normales. No se sabe con exactitud, agregó, cuál es el papel de esta molécula de membrana, pero se ha sugerido que pudiera estar relacionada con procesos de reparación celular. También se ha postulado que pudiera funcionar como parte de la respuesta inmune.

 

En su laboratorio, precisó Bobadilla Sandoval, experimentaron con diferentes grados de isquemia renal, para lo cual obstruyeron la entrada de sangre a ambos riñones, mediante clips que se colocaron en cada arteria con diferentes lapsos (10, 20, 30 y 40 minutos), y “como era de esperarse entre más tiempos se dejó el clip mayor daño se indujo”.

 

Asimismo, analizaron la efectividad de otro tipo de marcadores. En el caso de la proteinuria, dijo, “vimos que sólo el grupo que tenía mayor daño la presentaba; con la depuración de creatinina observamos que se reducía la función renal, como era de esperarse, pero hasta los 20 minutos de isquemia. En cambio, cuando evaluamos KIM–1 encontramos que se sobreexpresa en la etapa temprana de isquemia, en un periodo de 10 minutos, a nivel de mensajero y de proteína, así como en la orina de los animales”.

 

 

Lo anterior, comentó, “sugería fuertemente que KIM–1  puede ser un biomarcador sensible para estimar la cantidad de daño”. Algo significativo de este estudio es que se observó un incremento paulatino: “entre más isquemia, había más proteína; es decir, a mayor daño, mayor KIM–1; entonces, hay una correlación directamente proporcional entre el deterioro y la expresión de la proteína”.

 

Pero, se preguntó, qué pasa si tenemos cierta protección por algún fármaco. “Lo que podemos esperar –señaló– es menor producción o expresión de esta proteína”, dato que le da una implicación importante a este trabajo, no solamente a nivel experimental, sino creo que también a nivel clínico”.

 

De este modo, comentó, los resultados obtenidos hasta el momento son interesantes, porque permiten distinguir diferentes grados de afectación por isquemia y demuestran que KIM–1 puede ser un biomarcador útil. Adicionalmente, “si vemos que en la orina podemos detectarlo desde una etapa temprana de isquemia renal, esto tendrá implicación clínica, porque facilitará evaluar un daño renal incipiente de forma no invasiva”.

 

Bobadilla Sandoval, quien forma parte del primer grupo en México que analiza esta molécula, ha trabajado en otros tipos de modelos experimentales y tiene resultados prometedores.

 

Por el momento, recalcó, siguen estudiando –en colaboración con la Universidad de Harvard– de cerca el KIM–1, “queremos, sobre todo, abundar en el conocimiento acerca de su papel fisiológico, lo cual nos va a llevar unos años conocerlo”.

 

Ahora, concluyó, estamos interesados en ver qué pasa en seres humanos. “Empezamos ya a recolectar las primeras orinas y a almacenarlas, al tiempo que hacemos toda la parte técnica en el laboratorio para poder extraer el RNA de ellas”, ya que la tengamos perfectamente dominada, “veremos los resultados para después compararlos con la historia clínica de los pacientes: cómo está su función renal, en qué momento se está aumentado la expresión de esta proteína, en qué patología”, entre otra información.    

 

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Foto 01

Norma Bobadilla Sandoval, de la Unidad de Fisiología Molecular del Instituto de Investigaciones Biomédicas de la UNAM, trabaja en el desarrollo de un biomarcador para detectar daño renal temprano.

 

Foto 02

Padecimientos como diabetes e hipertensión, o fármacos con altos niveles de toxicidad, pueden comprometer de una manera importante la función del riñón, afirmó Norma Bobadilla Sandoval, investigadora de la UNAM.