Boletín UNAM-DGCS-533
Ciudad Universitaria
Pies de foto al
final del boletín
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La molécula base de este
desarrollo sería KIM–1, la cual fue recientemente descubierta
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Dijo Norma Bobadilla, de
la Unidad de Fisiología Molecular del Instituto de Investigaciones Biomédicas
de la UNAM
· Padecimientos como diabetes e hipertensión, o fármacos con altos niveles de toxicidad, pueden comprometer de manera importante la función del riñón, alertó
Científicos de la Unidad de
Fisiología Molecular del Instituto de Investigaciones Biomédicas (IIBm) de la
UNAM y del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán
desarrollan marcadores sensibles para detectar etapas tempranas de daño en el
riñón, el nivel de deterioro y con base en ello poder programar un tratamiento
estratégico.
Así lo señaló Norma Bobadilla
Sandoval, miembro del IIBm, quien añadió que padecimientos como diabetes e
hipertensión, o fármacos con altos niveles de toxicidad, pueden comprometer de
manera importante la función de ese órgano que, en casos extremos, puede llevar
a sufrir enfermedad renal terminal, cuya alternativa sería su transplante.
La especialista afirmó que
hacen falta marcadores para diagnosticar a pacientes que llegan a urgencias,
quienes presentan reducción de presión arterial de manera súbita, lo que
produce daño al tejido renal y, dependiendo de qué tan prolongada haya sido la
hipotensión y la susceptibilidad de cada individuo, será el grado de
afectación.
De este modo, esta herramienta
es importante tanto para los enfermos que presentan deterioro agudo como para
aquellos que tienen uno progresivo, “que podamos, de alguna manera, distinguir
qué tan dañado está el tejido renal sin necesidad de hacer maniobras invasivas,
como tomar una biopsia del tejido”.
Actualmente, explicó Bobadilla
Sandoval, se cuenta con marcadores basados en la depuración de creatinina o la
proteinuria; sin embargo, estos parámetros detectan cuando el daño ya está
avanzado. Por ello, se han buscado diferentes biomarcadores –esto es,
producidos dentro del ser humano–, los cuales puedan ser más efectivos.
En particular, la
investigadora trabaja con la recientemente descubierta molécula de daño renal
(KIM–1, por sus siglas en inglés), de la cual su expresión es mínima en el
tejido en condiciones normales. No se sabe con exactitud, agregó, cuál es el
papel de esta molécula de membrana, pero se ha sugerido que pudiera estar
relacionada con procesos de reparación celular. También se ha postulado que
pudiera funcionar como parte de la respuesta inmune.
En su laboratorio, precisó
Bobadilla Sandoval, experimentaron con diferentes grados de isquemia renal,
para lo cual obstruyeron la entrada de sangre a ambos riñones, mediante clips
que se colocaron en cada arteria con diferentes lapsos (10, 20, 30 y 40
minutos), y “como era de esperarse entre más tiempos se dejó el clip mayor daño
se indujo”.
Asimismo, analizaron la
efectividad de otro tipo de marcadores. En el caso de la proteinuria, dijo,
“vimos que sólo el grupo que tenía mayor daño la presentaba; con la depuración
de creatinina observamos que se reducía la función renal, como era de
esperarse, pero hasta los 20 minutos de isquemia. En cambio, cuando evaluamos
KIM–1 encontramos que se sobreexpresa en la etapa temprana de isquemia, en un
periodo de 10 minutos, a nivel de mensajero y de proteína, así como en la orina
de los animales”.
Lo anterior, comentó, “sugería
fuertemente que KIM–1 puede ser un
biomarcador sensible para estimar la cantidad de daño”. Algo significativo de
este estudio es que se observó un incremento paulatino: “entre más isquemia,
había más proteína; es decir, a mayor daño, mayor KIM–1; entonces, hay una
correlación directamente proporcional entre el deterioro y la expresión de la
proteína”.
Pero, se preguntó, qué pasa si
tenemos cierta protección por algún fármaco. “Lo que podemos esperar –señaló–
es menor producción o expresión de esta proteína”, dato que le da una
implicación importante a este trabajo, no solamente a nivel experimental, sino
creo que también a nivel clínico”.
De este modo, comentó, los
resultados obtenidos hasta el momento son interesantes, porque permiten
distinguir diferentes grados de afectación por isquemia y demuestran que KIM–1
puede ser un biomarcador útil. Adicionalmente, “si vemos que en la orina
podemos detectarlo desde una etapa temprana de isquemia renal, esto tendrá
implicación clínica, porque facilitará evaluar un daño renal incipiente de
forma no invasiva”.
Bobadilla Sandoval, quien
forma parte del primer grupo en México que analiza esta molécula, ha trabajado
en otros tipos de modelos experimentales y tiene resultados prometedores.
Por el momento, recalcó,
siguen estudiando –en colaboración con la Universidad de Harvard– de cerca el
KIM–1, “queremos, sobre todo, abundar en el conocimiento acerca de su papel
fisiológico, lo cual nos va a llevar unos años conocerlo”.
Ahora, concluyó, estamos
interesados en ver qué pasa en seres humanos. “Empezamos ya a recolectar las
primeras orinas y a almacenarlas, al tiempo que hacemos toda la parte técnica
en el laboratorio para poder extraer el RNA de ellas”, ya que la tengamos
perfectamente dominada, “veremos los resultados para después compararlos con la
historia clínica de los pacientes: cómo está su función renal, en qué momento
se está aumentado la expresión de esta proteína, en qué patología”, entre otra
información.
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Foto 01
Norma Bobadilla
Sandoval, de la Unidad de Fisiología Molecular del Instituto de Investigaciones
Biomédicas de la UNAM, trabaja en el desarrollo de un biomarcador para detectar
daño renal temprano.
Foto 02
Padecimientos
como diabetes e hipertensión, o fármacos con altos niveles de toxicidad, pueden
comprometer de una manera importante la función del riñón, afirmó Norma
Bobadilla Sandoval, investigadora de la UNAM.