06:00 hrs.  11 de Julio de 2005

 

 

Boletín UNAM-DGCS-529

Ciudad Universitaria

 

 

Pies de foto al final del boletín

 

 

LA PUBLICIDAD OTORGA A LA MUJER UN PAPEL DECORATIVO

 

·        En los comerciales ellas no realizan trabajos remunerados y están dedicadas al hogar, mientras que los varones adoptan tareas protagónicas, aseguró Cleotilde Hernández, de la Facultad de Contaduría y Administración de la UNAM   

·        Les produce actitudes que dificultan la solidaridad. Con este tipo de mensajes la mercadotecnia busca ponerlas en pugna, reveló

 

En la mayoría de los anuncios que se difunden en los medios de comunicación, la mujer juega un papel decorativo; en los comerciales ellas no realizan trabajos remunerados y están dedicadas al hogar, mientras que los varones adoptan tareas protagónicas, dijo Cleotilde Hernández Garnica, investigadora de la Facultad de Contaduría y Administración (FCyA) de la UNAM.

 

Una de las tipologías que más destaca en dichos contenidos publicitarios es la agresión, en donde el hombre representa una posición de poder, la cual impone a su contraparte, quien la acepta con docilidad, añadió.

 

Otra es la dependencia angustiosa, en donde la mujer no puede responder a las expectativas de su pareja, respecto de cierto comportamiento generado por el propio producto; es decir, indicó, si ella no usa determinado artículo, cree que no será aceptada. Esto les genera rechazo, falta de aceptación y competencia, más que de colaboración entre las propias congéneres.

 

Lo anterior, dijo Hernández Garnica, produce actitudes sociales que dificultan la solidaridad. Con este tipo de mensajes la publicidad busca ponerlas en pugna.

 

Explicó que el efecto de estos mensajes no es de exclusiva representación social de lo observado, sino la creación de una ilusión convincente acerca de la realidad. No copia, refleja; no reproduce las cosas como ocurren; quienes lo elaboran lo estructuran de tal forma, para que a los ojos de las personas parezca convincente de que así es.

 

Esto es peligroso, alertó, porque “no son tan inocentes como parecían, llevan implícitos los significados culturales que sostiene quienes las representa, y, de alguna manera, se espera que la sociedad comparta en la medida en que las asimile y las haga propias”.

 

En los anuncios se utiliza a la mujer para atraer o ser atraídas. Ahí enarbolan un papel de subordinación considerado natural, pero es construido día a día por los propios anunciantes, precisó. Ello refuerza valores adquiridos en los hogares, donde se reproduce la discriminación, la resta de valores y se confirman las creencias sobre la naturaleza de los sexos: uno de fortaleza, otra de apoyo incondicional.

 

Asimismo, la práctica económica en este campo es fundamental. Hay millones de pesos de por medio en la industria. A decir de la académica, en México el gasto en publicidad en el 2004 representó 70 por ciento de las erogaciones en televisión, y no es casual: “Cada vez es mayor el tiempo que la gente destina a ver este medio electrónico; las personas pasan alrededor de cuatro horas diarias frente a él. De esta manera, están expuestas a una gran cantidad de comerciales”.

 

La publicidad en donde aparecen mujeres es cada vez mayor. En 2002, por ejemplo, el número de inserciones publicitarias en revistas femeninas fue de 51 mil páginas, y en algunas publicaciones hasta las 115 mil, refirió.

 

 

 

Otro medio en donde también va en aumento es la Internet, en donde hay menos restricciones que regulen la práctica del anunciante. El número de personas que ven estos mensajes se incrementa, se duplica de un año a otro, advirtió.

 

Al hablar sobre el papel que debe jugar el público ante estos contenidos, Hernández Garnica destacó que “si nosotros mismos no aprendemos a apartarnos de ellos; es decir, si no nos ponemos desde una posición crítica, si nos dejamos atrapar por los anuncios sin cuestionamientos, sin mayor oposición, cómo podemos exigir que salgan de los medios, es decir, que no se difundan”.

 

La manera como se utiliza la publicidad no es la correcta, consideró. Se pueden dar a conocer muchos bienes y servicios que la sociedad requiere, a través de los anuncios, pero no con el fin de reproducir un esquema de dominación y género, sino de conseguir la equidad en este último sentido.

 

Apuntó que estas técnicas crean una ilusión acerca de la realidad, una que parezca creíble. La violencia implícita del medio llega al grado de que deja de verse racionalmente y llega al inconsciente; eso es peor, porque las personas desconocen que apelan a esa región de la personalidad.

 

De ahí que desde la academia se puedan emprender acciones: desde la primaria los profesores pueden capacitar a sus alumnos a analizar el mensaje, su contenido, la etiqueta, preguntar si alguien lo consume. Es decir, sugirió, que los maestros hicieran un análisis de los productos; una enseñanza más significativa. “Poner en el banquillo a los anuncios como parte de la propia práctica cotidiana, y enseñar lo que está detrás”.

 

Por su parte, los padres de familia requieren sentarse unos minutos con sus hijos para analizar los contenidos y conocer lo que los infantes entendieron. Así, cuestionar aquello que les llaman la atención, para que los consumidores cobren conciencia desde etapas tempranas, concluyó.

 

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FOTO 01

En la mayoría de los anuncios que se difunden en los medios de comunicación, el hombre juega un papel protagónico, y la mujer,  decorativo, señaló Cleotilde Hernández, de la Facultad de Contaduría y Administración de la UNAM.

 

FOTO 02.

El efecto de la publicidad no sólo es de representación social de lo que vemos, sino la creación de una ilusión convincente sobre la realidad, apuntó Cleotilde Hernández, de la FCyA de la UNAM.