Boletín UNAM-DGCS-525
Ciudad Universitaria
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final del boletín
INSATISFACCIÓN PERMANENTE, RASGO DE LA PERSONA CON TRASTORNO OBSESIVO
·
Señaló José de Jesús González Núñez, académico de la Facultad de
Psicología de la UNAM
·
Preocupación por nimiedades, perfeccionismo y control excesivo son sus
características
·
Las consecuencias de su tipo de personalidad se ven reflejadas en
diversos ámbitos de su vida, de ahí la importancia de la atención psicológica
Preocupación por nimiedades,
perfeccionismo y control excesivo son los principales rasgos que caracterizan a
la persona que padece un trastorno obsesivo compulsivo de la personalidad, el
cual es cada vez más frecuente entre los individuos, señaló José de Jesús
González Núñez, académico de la Facultad de Psicología (FP) de la UNAM.
Abundó que si bien este tipo
de rasgos es parte del ser humano en general –de hecho, en determinadas
circunstancias se requiere actuar en forma obsesiva para planear metas,
respetar normas o ser exitosos– el afectado busca un perfeccionismo que nunca
logra alcanzar.
“El exceso de esta
característica le impide dar por concluida una tarea, ya que siempre detecta
nuevos fallos, o porque el proceso de elaboración es tan ordenado que se alarga
indefinidamente hasta el punto de no terminar con los trabajos”, reveló.
A decir del psicoanalista, la
vida de este tipo de personas gira en torno al control. Siempre estará
preocupado por decidir o porque siente que lo quieren dominar. Su
racionalización le dice: “a mi nadie me controla, no me someteré a los
designios de ninguna persona”; la relación se establece en esa vertiente. De
ahí que el desafío, sea otra de sus características.
Su fuerza son los rasgos de
carácter que adquiere, y su debilidad, su propia agresión, que se vuelve
incontrolable: se enoja con facilidad, es iracundo, inconforme, y siempre está
angustiado, porque no se puede zafar de su propia inestabilidad, que no
reconoce. Lo que sí acepta, es que los demás no valen tanto, “él es el rey, el
Dios”, explicó.
Otro elemento que lo caracteriza
es la duda; el obsesivo siempre piensa si lo que hace está bien o mal, si
determinadas situaciones le convienen o no. Cuando decide algo, se arrepiente,
nunca está satisfecho con lo asumido: “si hubiera hecho esto, y si hubiera
hecho lo otro”, indicó el investigador.
De esta manera, genera un
proceso de incertidumbre interminable, porque cualquier postura la someterá a
duda. Es una tortura permanente en su mente: siempre está insatisfecho. Todo se
convierte en una catástrofe, añadió.
Si bien es sumamente
responsable, limpio, pulcro, puntal, falla cuando en realidad se le necesita.
Es decir, en alguno de los aspectos de su vida no es tan perfecto como él
quisiera. Por ejemplo, alguna parte de su cuarto, ropa, documentos, etcétera,
están sucios o desordenados. “Su preocupación por las reglas, el orden y la
organización le llevan con frecuencia a olvidar lo prioritario”, refirió.
Al destacar cómo se forma la
psicopatología obsesiva, González Núñez apuntó que bajo la teoría de la
personalidad psicodinámica, este trastorno se gesta en el periodo donde
corporalmente el niño tiene que controlar esfínteres, es decir, entre los 18
meses y los tres años de edad. La madre exige al infante que haga del baño en
la nica, para que sea limpio; que sea responsable en esta conducta.
Si hace del baño en el lugar
correcto, la madre le aplaude, lo reconoce, “es perfecto”; de lo contrario, le
reprochará. El menor siente que es lo peor, se identifica con sus propias heces
fecales. “Soy sucio si no hago del baño como mi mamá me lo pide”, dijo. 8
Así, el obsesivo lleva esta
misma situación a la edad adulta pero de otra forma. Es decir, insistió,
inconscientemente piensa que si no es sumamente limpio (si no hace del baño en
el lugar correcto como cuando era niño); si no es extremadamente puntual (no
defeca en el momento justo en que la madre se lo pidió), no será aceptado,
ni querido por aquellas personas que le
representen a nivel inconsciente a ese primer objeto amoroso.
Desde pequeño, hace lo
contrario a lo que se le pide, es un reto, un desafió constante a la
progenitora en cuanto a la obediencia. Cuando esta agresión es despertada por
quien siente que lo controla, él trata de manejar la situación. En este caso,
reconoció, el niño pretende mantener a la madre en expectativa de a qué hora
hace del baño. La traslada simbólicamente en etapas posteriores, es decir,
siempre quiere controlar cualquier acción que realice y mantener a los demás en
incertidumbre.
Algunos estudios señalan que
la mayoría de los obsesivos tuvieron y tienen una madre iracunda y un padre
controlador, aunque no necesariamente. Hay teorías que si bien no soslayan que
los padres pudieron ser impositivos, hacen énfasis en que la obsesión está
relacionada con la intensidad de la violencia del sujeto.
Mientras más agresivo es el
sujeto, más obsesivo es, porque para contener su propia agresión necesita tener
defensas más fuertes, por ello incrementa estos rasgos, expuso.
El universitario apuntó que
otras investigaciones señalan que el catastrofismo que experimenta, se debe a
que fue testigo de constantes peleas de los padres. Es una característica que
repercute directamente sobre la dinámica del sujeto. A nivel psicoanalítico,
cuando el niño está en la etapa del control de esfínteres, fantasea que sus padres
discuten porque no hizo del baño en el lugar correcto, por ello él se
responsabiliza de las peleas. Así, cree que todo lo que hace nunca está bien.
En torno al amor y la
sexualidad, la persona con trastorno obsesivo usa a ésta como una forma de control.
“Se vuelve celotípico, es decir, siente celos de su pareja a un nivel extremo.
Quiere meterse en la cabeza de su amada, descubrir el mínimo pensamiento, él
quiere ser exclusivo, y que toda su atención vaya hacia él”, abundó.
A decir de González Núñez, al
obsesivo también le resulta difícil desprenderse de objetos del pasado por
inútiles que sean; este conservadurismo en el terreno económico se traduce con
frecuencia en tacañería.
Las consecuencias de su tipo
de personalidad se ven reflejadas en diversos ámbitos de su vida. Por ejemplo,
en el trabajo es desafiante, retador con el jefe, los compañeros no lo toleran.
En el hogar son hombres a quienes su familia teme, de hecho la admiración que
se le tenía se convierte en odio y hostilidad, afirmó.
Agregó que en la terapia
psicodinámica lo primero que se hace es interactuar con el paciente, después
hay que llevarlo a confrontar su hostilidad, que reconozca cómo la expresa. En
el obsesivo está bloqueado el afecto. Hay miedo a manifestar la agresión, por
ello el primer movimiento terapéutico es lograr la conexión en el campo de los
afectos.
Durante el tratamiento el
obsesivo cambiará sus rituales. Poco a poco logrará un autocontrol, será
consciente de sus técnicas agresivas. Sin embargo, cuando el caso es acentuado,
los fármacos forman parte de la cura; por ejemplo, los ansiolíticos le ayudan a
bajar la angustia, le disuelven las obsesiones y permiten que logre un mejor
trabajo psicoterapéutico, concluyó el psicólogo clínico.
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Foto 01.
Jesús González Nuñez, académico de la Facultad
de Psicología de la UNAM, señaló que la preocupación por nimiedades,
perfeccionismo y control excesivo son los principales rasgos de la persona con
trastorno obsesivo compulsivo.
Foto 02
La vida de las personas con
trastorno obsesivo gira en torno al control. Siempre va a estar preocupando ya
sea porque ella tome el mando o porque siente que la quieren manipular, apuntó
Jesús González Nuñez, académico de la Facultad de Psicología.