06:00 hrs.  10 de Julio de 2005

 

 

Boletín UNAM-DGCS-525

Ciudad Universitaria

 

 

 

Pies de foto al final del boletín

 

 

INSATISFACCIÓN PERMANENTE, RASGO DE LA PERSONA CON TRASTORNO OBSESIVO

 

·        Señaló José de Jesús González Núñez, académico de la Facultad de Psicología de la UNAM

·        Preocupación por nimiedades, perfeccionismo y control excesivo son sus características

·        Las consecuencias de su tipo de personalidad se ven reflejadas en diversos ámbitos de su vida, de ahí la importancia de la atención psicológica

 

Preocupación por nimiedades, perfeccionismo y control excesivo son los principales rasgos que caracterizan a la persona que padece un trastorno obsesivo compulsivo de la personalidad, el cual es cada vez más frecuente entre los individuos, señaló José de Jesús González Núñez, académico de la Facultad de Psicología (FP) de la UNAM.

 

Abundó que si bien este tipo de rasgos es parte del ser humano en general –de hecho, en determinadas circunstancias se requiere actuar en forma obsesiva para planear metas, respetar normas o ser exitosos– el afectado busca un perfeccionismo que nunca logra alcanzar.

 

“El exceso de esta característica le impide dar por concluida una tarea, ya que siempre detecta nuevos fallos, o porque el proceso de elaboración es tan ordenado que se alarga indefinidamente hasta el punto de no terminar con los trabajos”, reveló.

 

 

A decir del psicoanalista, la vida de este tipo de personas gira en torno al control. Siempre estará preocupado por decidir o porque siente que lo quieren dominar. Su racionalización le dice: “a mi nadie me controla, no me someteré a los designios de ninguna persona”; la relación se establece en esa vertiente. De ahí que el desafío, sea otra de sus características.

 

Su fuerza son los rasgos de carácter que adquiere, y su debilidad, su propia agresión, que se vuelve incontrolable: se enoja con facilidad, es iracundo, inconforme, y siempre está angustiado, porque no se puede zafar de su propia inestabilidad, que no reconoce. Lo que sí acepta, es que los demás no valen tanto, “él es el rey, el Dios”, explicó.

 

Otro elemento que lo caracteriza es la duda; el obsesivo siempre piensa si lo que hace está bien o mal, si determinadas situaciones le convienen o no. Cuando decide algo, se arrepiente, nunca está satisfecho con lo asumido: “si hubiera hecho esto, y si hubiera hecho lo otro”, indicó el investigador.

 

De esta manera, genera un proceso de incertidumbre interminable, porque cualquier postura la someterá a duda. Es una tortura permanente en su mente: siempre está insatisfecho. Todo se convierte en una catástrofe, añadió.

 

Si bien es sumamente responsable, limpio, pulcro, puntal, falla cuando en realidad se le necesita. Es decir, en alguno de los aspectos de su vida no es tan perfecto como él quisiera. Por ejemplo, alguna parte de su cuarto, ropa, documentos, etcétera, están sucios o desordenados. “Su preocupación por las reglas, el orden y la organización le llevan con frecuencia a olvidar lo prioritario”, refirió.

 

Al destacar cómo se forma la psicopatología obsesiva, González Núñez apuntó que bajo la teoría de la personalidad psicodinámica, este trastorno se gesta en el periodo donde corporalmente el niño tiene que controlar esfínteres, es decir, entre los 18 meses y los tres años de edad. La madre exige al infante que haga del baño en la nica, para que sea limpio; que sea responsable en esta conducta.

 

 

 

Si hace del baño en el lugar correcto, la madre le aplaude, lo reconoce, “es perfecto”; de lo contrario, le reprochará. El menor siente que es lo peor, se identifica con sus propias heces fecales. “Soy sucio si no hago del baño como mi mamá me lo pide”, dijo. 8

 

Así, el obsesivo lleva esta misma situación a la edad adulta pero de otra forma. Es decir, insistió, inconscientemente piensa que si no es sumamente limpio (si no hace del baño en el lugar correcto como cuando era niño); si no es extremadamente puntual (no defeca en el momento justo en que la madre se lo pidió), no será aceptado, ni  querido por aquellas personas que le representen a nivel inconsciente a ese primer objeto amoroso.

 

Desde pequeño, hace lo contrario a lo que se le pide, es un reto, un desafió constante a la progenitora en cuanto a la obediencia. Cuando esta agresión es despertada por quien siente que lo controla, él trata de manejar la situación. En este caso, reconoció, el niño pretende mantener a la madre en expectativa de a qué hora hace del baño. La traslada simbólicamente en etapas posteriores, es decir, siempre quiere controlar cualquier acción que realice y mantener a los demás en incertidumbre.

 

Algunos estudios señalan que la mayoría de los obsesivos tuvieron y tienen una madre iracunda y un padre controlador, aunque no necesariamente. Hay teorías que si bien no soslayan que los padres pudieron ser impositivos, hacen énfasis en que la obsesión está relacionada con la intensidad de la violencia del sujeto.

 

Mientras más agresivo es el sujeto, más obsesivo es, porque para contener su propia agresión necesita tener defensas más fuertes, por ello incrementa estos rasgos, expuso.

 

El universitario apuntó que otras investigaciones señalan que el catastrofismo que experimenta, se debe a que fue testigo de constantes peleas de los padres. Es una característica que repercute directamente sobre la dinámica del sujeto. A nivel psicoanalítico, cuando el niño está en la etapa del control de esfínteres, fantasea que sus padres discuten porque no hizo del baño en el lugar correcto, por ello él se responsabiliza de las peleas. Así, cree que todo lo que hace nunca está bien.

En torno al amor y la sexualidad, la persona con trastorno obsesivo usa a ésta como una forma de control. “Se vuelve celotípico, es decir, siente celos de su pareja a un nivel extremo. Quiere meterse en la cabeza de su amada, descubrir el mínimo pensamiento, él quiere ser exclusivo, y que toda su atención vaya hacia él”, abundó.

 

A decir de González Núñez, al obsesivo también le resulta difícil desprenderse de objetos del pasado por inútiles que sean; este conservadurismo en el terreno económico se traduce con frecuencia en tacañería.

 

Las consecuencias de su tipo de personalidad se ven reflejadas en diversos ámbitos de su vida. Por ejemplo, en el trabajo es desafiante, retador con el jefe, los compañeros no lo toleran. En el hogar son hombres a quienes su familia teme, de hecho la admiración que se le tenía se convierte en odio y hostilidad, afirmó.

 

Agregó que en la terapia psicodinámica lo primero que se hace es interactuar con el paciente, después hay que llevarlo a confrontar su hostilidad, que reconozca cómo la expresa. En el obsesivo está bloqueado el afecto. Hay miedo a manifestar la agresión, por ello el primer movimiento terapéutico es lograr la conexión en el campo de los afectos.

 

Durante el tratamiento el obsesivo cambiará sus rituales. Poco a poco logrará un autocontrol, será consciente de sus técnicas agresivas. Sin embargo, cuando el caso es acentuado, los fármacos forman parte de la cura; por ejemplo, los ansiolíticos le ayudan a bajar la angustia, le disuelven las obsesiones y permiten que logre un mejor trabajo psicoterapéutico, concluyó el psicólogo clínico.

 

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Foto 01.

Jesús González Nuñez, académico de la Facultad de Psicología de la UNAM, señaló que la preocupación por nimiedades, perfeccionismo y control excesivo son los principales rasgos de la persona con trastorno obsesivo compulsivo.

 

Foto 02

La vida de las personas con trastorno obsesivo gira en torno al control. Siempre va a estar preocupando ya sea porque ella tome el mando o porque siente que la quieren manipular, apuntó Jesús González Nuñez, académico de la Facultad de Psicología.