Boletín UNAM-DGCS-523
Ciudad Universitaria
Pies de foto al
final del boletín
INDISPENSABLE,
REALIZAR ESTUDIOS SOBRE LA SEQUÍA EN EL TERRITORIO NACIONAL
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María Engracia Hernández, del Instituto de Geografía
de la UNAM, señaló que México sufre cada año graves pérdidas económicas y hasta
humanas por este fenómeno
·
Sus primeras consecuencias son la baja en las
cosechas, déficit de agua y problemas de salud en personas y animales
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En el último evento de “El Niño” en México
(1997-1998), los daños a la agricultura por esta causa, incendios forestales y
demás, ascendieron a dos mil millones de dólares, indicó
Cada año nuestro país sufre
graves pérdidas económicas y hasta humanas por la sequía; sin embargo, es
indispensable hacer un estudio más a fondo sobre este problema y tomar las medidas
necesarias, porque es un fenómeno que afecta a todas las regiones, señaló María
Engracia Hernández Cerda, investigadora del Instituto de Geografía (IGg) de la
UNAM.
Advirtió que el primer efecto
es la baja en la producción del sector de la agricultura, y cuando se prolonga,
el siguiente paso es el déficit de agua, sobre todo en las zonas urbanas,
posteriormente se pueden generar enfermedades.
Es una realidad que en México
tenemos el problema de la sequía pero es un mito, no hay una cultura para su identificación
y suele confundirse con la falta de lluvias, consideró.
Se estima, que tan sólo en el
último evento meteorológico ocasionado por el “El Niño”, registrado en México
entre 1997 y 1998, los daños causados a las cosechas por esta causa, incendios
forestales y cambios en la pesca, ascendieron a más de dos mil millones de
dólares.
En ese sentido, Hernández
Cerda subrayó que este fenómeno natural fue el que más impacto ha tenido para
nuestro país en años recientes, con el cual se rompieron algunos indicadores
históricos de temperaturas máximas en la ciudad de México, hubo falta de agua,
vinculada con la gran presencia de siniestros en los bosques.
Explicó que la sequía en
México ha afectado mucho y generado múltiples pérdidas económicas, tanto en el
sector agrícola como en la ganadería, ya que se mueren las cabezas de ganado
por la falta del vital líquido.
Al respecto, Hernández Cerda
comentó que la mayor proporción de pérdidas por fuego forestal que se registran
cada año en nuestro territorio, son de origen antropogénico (provocados por el
ser humano), no por causa natural.
Además, como en México se da una agricultura de “tumba, roza, y quema”,
cuando hay elevadas temperaturas, hay mayores probabilidades de que se genere
un incendio, y es más difícil controlarlo.
La geógrafa universitaria
insistió que falta hacer un estudio más a fondo de la vulnerabilidad por
sequía. En el caso de los ciclones, por ejemplo, como tienen efectos inmediatos
se conocen perfectamente las zonas de alta peligrosidad por la frecuencia.
Se han realizado trabajos
sobre este fenómeno en la región norte de la República Mexicana. Pero si se
llevara a cabo un registro general y se pudiera obtener su moda hasta el año
2000 o 2004, de acuerdo con la información meteorológica disponible, se podría
ver cómo ha sido este proceso y establecer las probabilidades anuales de que
ello ocurra. Eso permitiría tomar diversas medidas de prevención.
Explicó que para mitigar sus
efectos es indispensable tomar en cuenta la actuación de los diferentes niveles
de las autoridades, desde las locales hasta los encargados de las decisiones,
junto con la parte académica, investigadores y sociedad. Ello facilitaría
acuerdos para realizar planes de protección; el problema es que no se les da
seguimiento por los cambios administrativos.
La integrante del IGg aseguró
que la sequía es uno de los fenómenos atmosféricos de mayor afectación para la
población. Sin embargo, no es tan evidente como cuando ocurre un ciclón, que es
devastador.
Por el contrario, su inicio es
sutil, porque no se advierte su presencia hasta que se perciben sus efectos, y
tampoco se aprecia cuando concluye, ya que termina de golpe, a veces con una
inundación o una lluvia torrencial. Por eso estas manifestaciones
meteorológicas no se cuantifican como tales, a pesar de ocasionar mayor
afectación para la sociedad en su conjunto.
Por lo general, mencionó, sólo
se toman disposiciones para aminorar los efectos en el momento en que ocurren,
pero no se llevan a cabo medidas de mitigación, a largo plazo, porque después
se olvida lo ocurrido.
En Australia, por ejemplo, la
sequía está considerada como parte del clima; es decir, un hecho recurrente,
aunque no se puede especificar con qué periodicidad. Por ello, en ese país los
planes de contingencia para este fenómeno son cotidianos, no de emergencia,
“eso es lo que no tenemos en nuestro país”, señaló.
La especialista estableció que
en alrededor del 50 a 80 por ciento de la República Mexicana hay áreas con
climas áridos, donde la precipitación pluvial es baja; el problema es que la
gente quiere utilizar esas zonas para sembrar, sin las condiciones
pluviométricas adecuadas para ello.
Cuando un municipio o región
se declara en estado de emergencia por la escasez pluvial se hace un análisis
estadístico de las condiciones de precipitación o de otros fenómenos, como
heladas, nevadas, granizadas, etcétera; y se determina si de verdad existieron
esas condiciones y les dan apoyo económico, expresó.
Agosto y septiembre son los
meses más lluviosos en nuestro país. Por ello, “es importante definir la época
del año en que esto ocurre, con ello se puede hacer una planificación más
adecuada en cuanto al uso del agua, la cantidad que cae, no el líquido que se
tiene”, concluyó la académica universitaria.
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María Engracia Hernández, del Instituto de Geografía,
subrayó que el fenómeno natural que más impacto ha tenido en México fue el niño
de 1997-1998, cuando se establecieron temperaturas récord en la capital.
FOTO 02.
Es una realidad que en México tenemos el problema de la sequía pero es un mito, no hay una cultura para su identificación y suele confundirse con la falta de lluvias, consideró la geógrafa universitaria María Engracia Hernández.