Boletín UNAM-DGCS-399
Ciudad Universitaria
Pies de fotos al
final del boletín
REQUIERE CONSERVACIÓN DE ESPECIES DE MAYOR INVESTIGACIÓN
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Jorge Vega Rivera, del Instituto de Biología
de la UNAM, aseguró que sólo un enfoque regional tendrá oportunidades de
prosperar
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Participó en el Seminario “Aves, hábitat y
movimiento: aporte de la radiotelemetría”
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Sólo 27 por ciento de la cobertura de bosque
tropical caducifolio permanece sin alterar, es decir, dos tercios han sido
modificados o ya no existen
Una estrategia de conservación que no considere las
diferentes necesidades de las especies durante su ciclo anual tiene pocas
probabilidades de tener éxito, explicó Jorge Vega Rivera, investigador
del Instituto de Biología de la UNAM.
Durante el Seminario “Aves, hábitat
y movimiento: aporte de la radiotelemetría”, realizado en el auditorio del
Jardín Botánico de esta entidad, agregó que sólo un enfoque regional tendrá
oportunidades de prosperar. “Si sólo nos concentramos en las reservas, que de
por sí ya son pocas, no se resolverá el problema de la viabilidad de las
poblaciones voladoras y de todos los organismos en el bosque tropical
caducifolio”.
Reveló que hay degradación
ambiental en diversas partes de la república que afectan a muchas especies. Por
ejemplo, la deforestación para la costa de Jalisco es grave y su avance ha
continuado; en la costa del Pacífico hay pocas áreas protegidas, como el Cajón
del Diablo, Chamela, la Sepultura y la Encrucijada; empero, entidades completas
no tienen ni una sola zona para garantizar la reproducción de vegetación propia
de la selva baja.
El ornitólogo, quien ha trabajado
en los últimos años en la reserva de Chamela con aves propias de ese hábitat,
expuso que sólo 27 por ciento de la cobertura de bosque tropical caducifolio
permanece sin alterar, es decir, dos tercios han sido modificados o ya no
existen. Además, de ello sólo 10 por ciento tiene algún tipo de salvaguarda.
Esos datos son preocupantes, calificó el científico universitario e
investigador nacional.
Explicó que este tipo de follaje se
caracteriza por su estacionalidad extrema, determinada por el régimen de
lluvias que provoca dos situaciones contrastantes: una época de precipitaciones
pluviales donde los campos reverdecen, los arroyos llevan agua y la producción
primaria del ecosistema tiene valores máximos, y una de secas, durante ocho
meses, donde la mayoría de plantas pierde hojas y desaparece el líquido
superficial, excepto en los cauces de ríos grandes.
En esa zona, Jorge
Vega y sus colaboradores trabajaron con la especie de ave insectívora Xiphorhynchus
flavigaster, que toma su alimento de la corteza de los árboles (como el
carpintero). Se tenía la hipótesis de que la extrema estacionalidad del bosque
genera cambios en sus patrones de movimiento. “Los resultados de
radiotelemetría y 18 meses de estudio sugieren que es una residente común en
Chamela. Su ámbito hogareño varió de 6 a 36 hectáreas, aunque la mayoría de los
ejemplares estudiados ocuparon 15 o menos”.
En un estudio
similar en la misma reserva con Trogon Cilreolus, se esperaba que formaran
conglomerados que visitaran los diferentes árboles con frutos. Se pensaba que
realizaban migraciones altitudinales durante mayo, el mes más caluroso, y
regresaban a las tierras bajas al inicio del periodo de apareamiento.
Se encontró que los
individuos marcados –a los cuales se les colocó un transmisor– desaparecieron
de la reserva durante 30 o 40 días, los más secos. Luego retornaron a
reproducirse.
Jorge Vega precisó que la
investigación se enfocó al momento de abandono del nido y escogieron 19 aves
pertenecientes a 10 nidos. Siete murieron antes de cumplir 28 días y 12 fueron
monitoreadas hasta que dejó de funcionar el aparato o se movieron fuera del
área de estudio.
Gracias a ello se sabe que los
pequeños son cuidados por los padres, macho y hembra, una vez que dejan ese
espacio de 38 a 43 días. En ese tiempo permanecen cerca del hogar, a no más de
120 metros, y ocupan un ámbito hogareño de 7.5 hectáreas.
Los resultados muestran que
especies como Xiphorhynchus flavigaster tienen alta fidelidad al sitio, no se
mueven tanto en comparación con otras especies como los Trogones, que durante
la reproducción se restringen a un solo lugar, pero luego se trasladan
kilómetros fuera de la reserva.
La primera representa a especies
insectívoras, limitadas en cuanto al movimiento. Para ellas, los cambios
fuertes dentro de su hábitat, como la pérdida del bosque o alteración, suponen
una seria amenaza. Si la tendencia de destrucción de la selva baja continúa,
las reservas actuales, como Chamela, se volverán “islas”. Por ello, el panorama
para los ejemplares que se mueven fuera de la reserva, como el Trogon, no es
mejor.
En estos análisis la
radiotelemetría permite obtener información complementaria, más allá de
situaciones donde se pueden usar otros métodos, como redes u observación
directa, y que de otro modo sería difícil o imposible obtener. El uso de
transmisores y antenas se ha vuelto más accesible por su costo y mejora de su
tecnología, lo que permite colocarlos en pájaros pequeños, lo cual antes no era
posible, finalizó.
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FOTO 01.
Algunas de las especies de aves estudiadas por
científicos del Instituto de Biología de la UNAM, presentadas durante el
Seminario “Aves, hábitat y movimiento: aporte de la radiotelemetría”.
FOTO 02
Jorge Vega Rivera, investigador del Instituto de Biología de la UNAM, advirtió que una estrategia de conservación que no considere las diferentes necesidades de las especies tiene pocas probabilidades de éxito.