06:00 hrs.  20 de Mayo de 2005

 

 

Boletín UNAM-DGCS-399

Ciudad Universitaria

Pies de fotos al final del boletín

 

REQUIERE CONSERVACIÓN DE ESPECIES DE MAYOR INVESTIGACIÓN

 

·        Jorge Vega Rivera, del Instituto de Biología de la UNAM, aseguró que sólo un enfoque regional tendrá oportunidades de prosperar

·        Participó en el Seminario “Aves, hábitat y movimiento: aporte de la radiotelemetría”

·        Sólo 27 por ciento de la cobertura de bosque tropical caducifolio permanece sin alterar, es decir, dos tercios han sido modificados o ya no existen

 

Una estrategia de conservación que no considere las diferentes necesidades de las especies durante su ciclo anual tiene pocas probabilidades de tener éxito, explicó Jorge Vega Rivera, investigador del Instituto de Biología de la UNAM.

 

Durante el Seminario “Aves, hábitat y movimiento: aporte de la radiotelemetría”, realizado en el auditorio del Jardín Botánico de esta entidad, agregó que sólo un enfoque regional tendrá oportunidades de prosperar. “Si sólo nos concentramos en las reservas, que de por sí ya son pocas, no se resolverá el problema de la viabilidad de las poblaciones voladoras y de todos los organismos en el bosque tropical caducifolio”.

 

Reveló que hay degradación ambiental en diversas partes de la república que afectan a muchas especies. Por ejemplo, la deforestación para la costa de Jalisco es grave y su avance ha continuado; en la costa del Pacífico hay pocas áreas protegidas, como el Cajón del Diablo, Chamela, la Sepultura y la Encrucijada; empero, entidades completas no tienen ni una sola zona para garantizar la reproducción de vegetación propia de la selva baja.

 

El ornitólogo, quien ha trabajado en los últimos años en la reserva de Chamela con aves propias de ese hábitat, expuso que sólo 27 por ciento de la cobertura de bosque tropical caducifolio permanece sin alterar, es decir, dos tercios han sido modificados o ya no existen. Además, de ello sólo 10 por ciento tiene algún tipo de salvaguarda. Esos datos son preocupantes, calificó el científico universitario e investigador nacional.

 

Explicó que este tipo de follaje se caracteriza por su estacionalidad extrema, determinada por el régimen de lluvias que provoca dos situaciones contrastantes: una época de precipitaciones pluviales donde los campos reverdecen, los arroyos llevan agua y la producción primaria del ecosistema tiene valores máximos, y una de secas, durante ocho meses, donde la mayoría de plantas pierde hojas y desaparece el líquido superficial, excepto en los cauces de ríos grandes.

 

En esa zona, Jorge Vega y sus colaboradores trabajaron con la especie de ave insectívora Xiphorhynchus flavigaster, que toma su alimento de la corteza de los árboles (como el carpintero). Se tenía la hipótesis de que la extrema estacionalidad del bosque genera cambios en sus patrones de movimiento. “Los resultados de radiotelemetría y 18 meses de estudio sugieren que es una residente común en Chamela. Su ámbito hogareño varió de 6 a 36 hectáreas, aunque la mayoría de los ejemplares estudiados ocuparon 15 o menos”.

 

En un estudio similar en la misma reserva con Trogon Cilreolus, se esperaba que formaran conglomerados que visitaran los diferentes árboles con frutos. Se pensaba que realizaban migraciones altitudinales durante mayo, el mes más caluroso, y regresaban a las tierras bajas al inicio del periodo de apareamiento.

 

Se encontró que los individuos marcados –a los cuales se les colocó un transmisor– desaparecieron de la reserva durante 30 o 40 días, los más secos. Luego retornaron a reproducirse.

 

Jorge Vega precisó que la investigación se enfocó al momento de abandono del nido y escogieron 19 aves pertenecientes a 10 nidos. Siete murieron antes de cumplir 28 días y 12 fueron monitoreadas hasta que dejó de funcionar el aparato o se movieron fuera del área de estudio.

 

Gracias a ello se sabe que los pequeños son cuidados por los padres, macho y hembra, una vez que dejan ese espacio de 38 a 43 días. En ese tiempo permanecen cerca del hogar, a no más de 120 metros, y ocupan un ámbito hogareño de 7.5 hectáreas.

 

Los resultados muestran que especies como Xiphorhynchus flavigaster tienen alta fidelidad al sitio, no se mueven tanto en comparación con otras especies como los Trogones, que durante la reproducción se restringen a un solo lugar, pero luego se trasladan kilómetros fuera de la reserva.

 

La primera representa a especies insectívoras, limitadas en cuanto al movimiento. Para ellas, los cambios fuertes dentro de su hábitat, como la pérdida del bosque o alteración, suponen una seria amenaza. Si la tendencia de destrucción de la selva baja continúa, las reservas actuales, como Chamela, se volverán “islas”. Por ello, el panorama para los ejemplares que se mueven fuera de la reserva, como el Trogon, no es mejor.

 

En estos análisis la radiotelemetría permite obtener información complementaria, más allá de situaciones donde se pueden usar otros métodos, como redes u observación directa, y que de otro modo sería difícil o imposible obtener. El uso de transmisores y antenas se ha vuelto más accesible por su costo y mejora de su tecnología, lo que permite colocarlos en pájaros pequeños, lo cual antes no era posible, finalizó.

 

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FOTO 01.

Algunas de las especies de aves estudiadas por científicos del Instituto de Biología de la UNAM, presentadas durante el Seminario “Aves, hábitat y movimiento: aporte de la radiotelemetría”.

 

FOTO 02

Jorge Vega Rivera, investigador del Instituto de Biología de la UNAM, advirtió que una estrategia de conservación que no considere las diferentes necesidades de las especies tiene pocas probabilidades de éxito.