Boletín UNAM-DGCS-393
Ciudad Universitaria
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final del boletín
DEBEN SOMETERSE LAS ACCIONES ECONÓMICAS A OBJETIVOS SOCIALES: ROLANDO CORDERA
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El académico de la FE de la UNAM agregó que
debe procurarse la incrustación de lo social en lo económico, pero también en lo
político y en el Estado
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La salud no se refiere sólo a la ausencia de
enfermedad, sino a la capacidad para desarrollar el potencial a lo largo de la
vida: Nora Lustig, rectora de la Universidad de las Américas
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Fausto Hernández Trillo, investigador del CIDE,
señaló que en los últimos 20 años se han registrado bajas tasas de crecimiento
económico
Al participar en el ciclo “México y sus
horizontes”, organizado por el Instituto de Investigaciones Sociales con motivo
de su 75 aniversario, el también integrante de la Junta de Gobierno de la UNAM
expuso que la estabilidad macroeconómica es una condición necesaria para el
crecimiento sostenido. No obstante, hay que discutir si ese logro, instrumento
para el progreso, termina por negar a éste último.
Desarrollo significa crecimiento más
redistribución y creación de capacidades y oportunidades, opinó. Eso se logra
al definir estrategias que respondan a objetivos determinados social y
políticamente de manera satisfactoria, así como a criterios de racionalidad
instrumental.
México no sólo no sabe repartir los
ingresos, sino que dejó de invertir. Antes, recordó, “fuimos buenos
inversionistas, se dieron cooperaciones y tuvimos crecimiento”, pero de nueva
cuenta fue inequitativo. Ahora también se ha dejado de inyectar recursos por
parte de los sectores público y privado.
El problema, abundó el economista, no es
la falta de producción o de capacidad de la misma; la desnutrición no se
explica por la carencia de alimentos, ni las deficiencias educativas en
principio, por la falta de elementos, sino por una mala planeación.
Por su parte, Nora Lustig, rectora de la
Universidad de las Américas, Puebla, y presidenta de la Comisión Mexicana de
Macroeconomía y Salud, expuso que la salud no se refiere sólo a la ausencia de
enfermedad, sino a la capacidad de las personas para desarrollar su potencial a
lo largo de toda la vida.
Para el crecimiento
de largo plazo existe una relación estrecha entre la buena nutrición y la
productividad, por ejemplo. De hecho, explicó, en el caso de México, la salud
fue responsable de un tercio del avance financiero de largo plazo, para el
periodo de 1970 a 1995.
Al presentar datos del Informe preparado
por la Comisión que preside, la académica mencionó que en la medida que un niño
tiene más salud, mejor alimentación y educación se convierte en un adulto más
productivo. Por ello, el desarrollo infantil temprano debe verse como un
elemento clave del proceso de desarrollo, pero en el país esto no ha alcanzado
los niveles necesarios para romper con la pobreza.
Al hablar de los Objetivos de Desarrollo
del Milenio, usados a escala internacional para determinar la situación y el
avance de los países en esos rubros, señaló que se han planteado una serie de
metas para el periodo 1990-2015, como reducir a la mitad la pobreza extrema, en
dos tercios la mortalidad infantil y en tres cuartos la materna.
México presenta una fuerte contradicción
en términos de nivel de desarrollo, referido a producción y satisfactores de la
población. “Hay una enorme inequidad en los indicadores de bienestar. En los
sitios más pobres tenemos niveles de mortalidad infantil similares a los de
Sudán y Nepal, mientras que en la delegación Benito Juárez de la ciudad de
México se alcanzan otros, comparables con Europa Occidental o Israel”.
Nuestro país ocupa
el lugar 13 en una muestra de 111 naciones, donde el 10 por ciento más pobre
recibe el uno por ciento del ingreso; el 10 más rico el 40, y el uno por ciento
más rico el 10, informó.
Esa desigualdad se observa también en las
oportunidades educativas y de salud. La probabilidad de que un joven entre 16 y
18 años asista a la escuela es de apenas 23 por ciento entre los más pobres, y
de 90 entre los más pudientes, precisó.
Cuenta con una de las brechas de
escolaridad más altas de América Latina. Entre el 20 por ciento más pobre y el
más rico de la población, hay ocho años de escolaridad de diferencia, en
contraste con naciones como El Salvador o Nicaragua, donde esa diferencia es de
cinco, abundó.
La política fiscal y el gasto social en
particular son importantes en la redistribución del ingreso, por un lado, y la
reducción de la pobreza por el otro. Se trata de instrumentos importantes si se
aplican bien, finalizó Fausto Hernández Trillo.
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FOTO 01.
Rolando Cordera, Nora Lustig, Jorge
Basave y Fausto Hernández participaron en el ciclo “México y sus horizontes”,
organizado por el Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM con motivo
de su 75 aniversario.
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Las acciones económicas deben ser sometidas a objetivos sociales mayores. Debe incrustarse lo social en lo económico, político y en el Estado, afirmó Rolando Cordera, académico de la Facultad de Economía de la UNAM.