06:00 hrs.  19 de Mayo de 2005

 

 

Boletín UNAM-DGCS-393

Ciudad Universitaria

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DEBEN SOMETERSE LAS ACCIONES ECONÓMICAS A OBJETIVOS SOCIALES: ROLANDO CORDERA

 

·        El académico de la FE de la UNAM agregó que debe procurarse la incrustación de lo social en lo económico, pero también en lo político y en el Estado

·        La salud no se refiere sólo a la ausencia de enfermedad, sino a la capacidad para desarrollar el potencial a lo largo de la vida: Nora Lustig, rectora de la Universidad de las Américas

·        Fausto Hernández Trillo, investigador del CIDE, señaló que en los últimos 20 años se han registrado bajas tasas de crecimiento económico

 

Las acciones que buscan conducir la economía o corregir excesos o insuficiencias del mercado deben ser sometidas a objetivos sociales mayores, aseguró Rolando Cordera, académico de la Facultad de Economía de la UNAM, quien agregó que debe procurarse la incrustación de lo social en lo económico, pero también en lo político y en el Estado.

 

Al participar en el ciclo “México y sus horizontes”, organizado por el Instituto de Investigaciones Sociales con motivo de su 75 aniversario, el también integrante de la Junta de Gobierno de la UNAM expuso que la estabilidad macroeconómica es una condición necesaria para el crecimiento sostenido. No obstante, hay que discutir si ese logro, instrumento para el progreso, termina por negar a éste último.

 

Desarrollo significa crecimiento más redistribución y creación de capacidades y oportunidades, opinó. Eso se logra al definir estrategias que respondan a objetivos determinados social y políticamente de manera satisfactoria, así como a criterios de racionalidad instrumental.

 

México no sólo no sabe repartir los ingresos, sino que dejó de invertir. Antes, recordó, “fuimos buenos inversionistas, se dieron cooperaciones y tuvimos crecimiento”, pero de nueva cuenta fue inequitativo. Ahora también se ha dejado de inyectar recursos por parte de los sectores público y privado.

 

El problema, abundó el economista, no es la falta de producción o de capacidad de la misma; la desnutrición no se explica por la carencia de alimentos, ni las deficiencias educativas en principio, por la falta de elementos, sino por una mala planeación.

 

Por su parte, Nora Lustig, rectora de la Universidad de las Américas, Puebla, y presidenta de la Comisión Mexicana de Macroeconomía y Salud, expuso que la salud no se refiere sólo a la ausencia de enfermedad, sino a la capacidad de las personas para desarrollar su potencial a lo largo de toda la vida.

 

Para el crecimiento de largo plazo existe una relación estrecha entre la buena nutrición y la productividad, por ejemplo. De hecho, explicó, en el caso de México, la salud fue responsable de un tercio del avance financiero de largo plazo, para el periodo de 1970 a 1995.

 

Al presentar datos del Informe preparado por la Comisión que preside, la académica mencionó que en la medida que un niño tiene más salud, mejor alimentación y educación se convierte en un adulto más productivo. Por ello, el desarrollo infantil temprano debe verse como un elemento clave del proceso de desarrollo, pero en el país esto no ha alcanzado los niveles necesarios para romper con la pobreza.

 

Al hablar de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, usados a escala internacional para determinar la situación y el avance de los países en esos rubros, señaló que se han planteado una serie de metas para el periodo 1990-2015, como reducir a la mitad la pobreza extrema, en dos tercios la mortalidad infantil y en tres cuartos la materna.

 

México presenta una fuerte contradicción en términos de nivel de desarrollo, referido a producción y satisfactores de la población. “Hay una enorme inequidad en los indicadores de bienestar. En los sitios más pobres tenemos niveles de mortalidad infantil similares a los de Sudán y Nepal, mientras que en la delegación Benito Juárez de la ciudad de México se alcanzan otros, comparables con Europa Occidental o Israel”.

 

A su vez, Fausto Hernández, miembro del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), refirió que en México, en los últimos 20 años se han registrado bajas tasas de crecimiento económico, así como altos niveles de desigualdad en la distribución del ingreso.

 

Nuestro país ocupa el lugar 13 en una muestra de 111 naciones, donde el 10 por ciento más pobre recibe el uno por ciento del ingreso; el 10 más rico el 40, y el uno por ciento más rico el 10, informó.

 

Esa desigualdad se observa también en las oportunidades educativas y de salud. La probabilidad de que un joven entre 16 y 18 años asista a la escuela es de apenas 23 por ciento entre los más pobres, y de 90 entre los más pudientes, precisó.

 

Cuenta con una de las brechas de escolaridad más altas de América Latina. Entre el 20 por ciento más pobre y el más rico de la población, hay ocho años de escolaridad de diferencia, en contraste con naciones como El Salvador o Nicaragua, donde esa diferencia es de cinco, abundó.

 

La política fiscal y el gasto social en particular son importantes en la redistribución del ingreso, por un lado, y la reducción de la pobreza por el otro. Se trata de instrumentos importantes si se aplican bien, finalizó Fausto Hernández Trillo.

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Rolando Cordera, Nora Lustig, Jorge Basave y Fausto Hernández participaron en el ciclo “México y sus horizontes”, organizado por el Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM con motivo de su 75 aniversario.

 

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Las acciones económicas deben ser sometidas a objetivos sociales mayores. Debe incrustarse lo social en lo económico, político y en el Estado, afirmó Rolando Cordera, académico de la Facultad de Economía de la UNAM.