06:00 hrs.  15 de Mayo de 2005

 

 

Boletín UNAM-DGCS-379

Ciudad Universitaria

 

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CIENTÍFICOS DE LA UNAM BUSCAN NUEVOS MATERIALES PARA AHORRAR ENERGÍA 

 

·        Con superconductores que funcionen a temperatura ambiente para múltiples usos

·        Informó Manuel de Llano, del Instituto de Investigaciones en Materiales, en el marco de las celebraciones del Año Internacional de la Física 2005

·        Podrían diseñarse escáneres de imagenología médica portátiles y baratos; supercomputadoras, coches eléctricos, cohetes y extractores de impurezas del agua, adelantó

 

Científicos de la UNAM buscan materiales superconductores que funcionen a temperatura ambiente para obtener energía limpia, barata y abundante a partir de la fusión nuclear; potencia eléctrica hasta duplicar la actual, producida por generadores convencionales; nuevos tipos de baterías recargables de alto almacenamiento; o electrodomésticos con bajo consumo.

 

Así lo informó Manuel de Llano, miembro del Instituto de Investigaciones en Materiales (IIM), en el marco de las celebraciones del Año Internacional de la Física 2005 en el Teatro del Museo de las Ciencias, Universum.

 

Explicó que otros posibles usos son el diseño de escáneres de imagenología médica (por ejemplo, de resonancia magnética nuclear) portátiles y baratos; o bien, supercomputadoras ultra-rápidas del tamaño de una caja de zapatos; coches eléctricos baratos y no contaminantes; cohetes con menor combustible o sistemas para extraer impurezas del agua, entre otros adelantos.

 

Todo ello sería posible con superconductores que funcionasen a una temperatura mayor a la de los convencionales, que pierden toda resistencia eléctrica por debajo de cierta gradación que, hasta ahora, es demasiado baja, de 109 grados centígrados bajo cero, indicó.

 

Con ello se podría utilizar el agua como refrigerante, en vez de nitrógeno o helio líquidos, que resultan caros y aparatosos en su manejo. Ello permitiría revolucionar las industrias eléctrica, médica, de computación y transportes, adelantó.

 

Señaló que su aplicación más común y familiar son los gigantescos aparatos para hacer tomografías en los hospitales, con los cuales se obtienen imágenes del interior del cuerpo humano. Son electroimanes con bobinas de corriente eléctrica que deben ser sumergidos en un medio líquido (hasta ahora helio). Otro ejemplo son los trenes bala, que funcionan por levitación magnética.

 

Recordó que la escala centígrada de temperaturas establece que a la presión de una atmósfera, el punto de congelación del agua corresponde a cero grados, y el de ebullición a cien. Debido a que se trata de una escala arbitraria, en ella existen temperaturas inferiores, “bajo cero”.

 

En física y en ciencia en general se buscó disponer de una tasa absoluta de temperaturas, en donde los cero grados correspondieran al registro más bajo posible desde el punto de vista termodinámico, agregó. Por esta razón se estableció la escala kelvin, que tiene su inicio en el cero absoluto (es decir, 273 grados centígrados bajo cero). En esta tasación no hay índices negativos.

 

Así, la temperatura crítica es aquella en donde un metal adquiere la propiedad de ser superconductor. En el niobio, por ejemplo, corresponde a 9 grados kelvin, pero en combinación con otros metales, como estaño o aluminio, se encontraron magnitudes más altas, reveló.

 

Manuel de Llano refirió que este fenómeno se descubrió en 1911, cuando la resistencia eléctrica del mercurio se destruyó por debajo de 4.15 grados kelvin. Con el paso del tiempo se mezclaron elementos en aleaciones binarias y ternarias para estudiar si se podía llegar a una gradación ambiente.

 

De los elementos de la tabla periódica, 85 son metales, es decir,  precisó, conductores eléctricos, y de éstos, más de 43 son superconductores, algunos sólo cuando están bajo altas presiones, como el azufre.

 

El niobio tiene la temperatura crítica más alta, de 9.3 kelvin, y la más baja es de 0.0003, la cual corresponde al rodio. El científico señaló que se han encontrado alrededor de seis mil aleaciones binarias y ternarias que no habían llegado más allá de los 23 grados. Sin embargo, para un uso comercial se requiere de 300 grados kelvin (correspondientes a 27 grados centígrados), que es la temperatura ambiente.

 

Se logró llegar a los 164 grados. Sin embargo, reconoció, desde hace 12 años no ha habido ningún otro avance. “Es difícil averiguar exactamente qué pasa a nivel electrónico, atómico y molecular en los superconductores, de ahí el interés por estudiarlos”.

 

Por ejemplo, indicó, no se ha puesto la suficiente dedicación a fenómenos relacionados con la superconductividad, como el quinto estado de la materia (después del gas, sólido, líquido y plasma) conocido como condensado de Bose-Einstein.

 

Cuando un objeto se siente caliente, los átomos en su interior se mueven rápidamente en direcciones aleatorias, y cuando frío, lo hacen lento. Así, la temperatura describe el intervalo de velocidades de un grupo atómico, explicó.

 

En esta nueva conformación material se agrupan a un nivel de baja energía y se quedan quietos. Dicho fenómeno, concluyó, podría resultar de interés para entender y alcanzar un día la superconductividad a altas temperaturas.

 

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FOTO 01.

Manuel de Llano, miembro del Instituto de Investigaciones en Materiales de la UNAM, aseveró que se buscan superconductores que funcionen a temperatura ambiente para usos energéticos.

 

FOTO 02

Escáneres de imagenología médica portátiles y baratos; supercomputadoras ultra-rápidas, y coches eléctricos son algunas de las aplicaciones de los superconductores, informó el investigador de la UNAM Manuel de Llano.