15:00 hrs.  3 de Mayo de 2005

 

Boletín UNAM-DGCS-351

Ciudad Universitaria

 

Pies de foto al final del boletín

 

PARA QUE LA ADMINISTRACIÓN PÚBLICA SEA DEMOCRÁTICA REQUIERE TRANSPARENCIA

 

 

La transparencia, rendición de cuentas y servicio de carrera son las bases fundamentales para calificar a la administración pública como democrática, aseguró Ricardo Uvalle Berrones, académico de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (FCPyS) de la UNAM.

 

Explicó que esta organización estatal, criticada por insensible, a veces por tecnocrática, es objeto de una gran transformación institucional; es decir, se le está dando cauce a las tendencias participativas, en un mundo que cada vez exige mayor presencia y eficacia por parte de las autoridades y de los funcionarios del Estado.

 

Al dictar la conferencia “La democratización de la administración pública”, efectuada en la sala “Isabel y Ricardo Pozas” de la FCPyS, subrayó que la propia administración no puede quedar exenta de estas nuevas reglas que, sin duda, le favorecen, “para que no sea considerada como un botín de pocos o una casa de cínicos”.

 

Consideró que su variante moderna tiene tres grandes puntos que explican su operación: los valores, las reglas y las instituciones. “Si la calificamos de democrática, no se puede desligar de ellos, porque la acompañan permanentemente en su funcionamiento”.

 

La administración pública, siendo un poder social importante, tiene límites, atribuciones y un conjunto de normas que orientan, autorizan y regulan su comportamiento y desarrollo. Ésta, además, en sí misma produce valores, reglas y ella misma mantiene su responsabilidad, afirmó.

 

Dijo que al ubicar este concepto en la vida moderna, donde hay un conjunto de prerrogativas, libertades, derechos y logros, sobre todo de carácter público y comunitario, es necesario establecer que no se puede entender distante de la sociedad civil, del Estado de derecho ni de la democracia política.

 

Hay una relación puntual entre administración pública y democracia, necesaria porque ambas forman parte de un orden establecido, de un poder constituido y son elementos indispensables para caracterizar el modo como funciona la vida pública, en este caso en la etapa de modernidad o modernización, indicó.

 

Ese nexo también es independiente, “la democracia requiere de la administración pública, y ésta necesita ser orientada e influida por la vida democrática. Además, el vínculo entre ambas es un elemento funcional”.

 

Lo importante de las instituciones en este régimen –refirió el catedrático- “no sólo es crearlas, definir su diseño o rediseño, sino que funcionen, y la administración es el gran marco de referencia o de orientación para identificar la actividad y las operaciones de la administración pública”.

 

Por su parte, el orden gubernamental tiene a su cargo la obligación de traducir en hechos y en elementos reales aquello que se postula como valores, principios y proclamas que nacen de los planteamientos y alcances de carácter participativo, argumentó.

 

Quizá la labor de convivencia más complicada y más tensa entre ambas figuras, reconoció, son los tipos de instituciones que definen un modo de desarrollo, de intervención, de discusión y de interlocución en la sociedad civil.

 

Al hablar de transparencia, Uvalle Berrones explicó que ésta implica un ejercicio de consulta de información pública gubernamental, que se localiza, registra y guarda en el ámbito del Estado. Costa Rica la adoptó en 1949, España en 1978, Guatemala en 1985, Haití en 1987, todos ellos pioneros en esta práctica. En los 90, países como Bélgica, Bielorrusia, Eslovaquia y México la incorporaron.

 

El gobierno también es una institución que debe ser objeto de reglas. La rendición de cuentas permite situar cómo los Estados son gobernados; es decir, los ciudadanos tienen el derecho de exigir responsabilidad y resultados a las autoridades responsables, entre otras, de conducir las entidades administrativas.

 

Esta práctica significa diluir situaciones de impunidad, complicidad e ineficiencia. Cuando el poder no tiene vigilancia ni contrapesos, estas acciones, que son verdaderos males públicos, aumentan y se multiplican. Además, busca evitar la omisión, el tortuguismo y la lentitud en los trámites y en el funcionamiento de las políticas públicas, agregó.

 

Mencionó que el servicio de carrera es un conjunto de reglas, derechos, obligaciones, incentivos y restricciones que deben cumplirse para tener la opción de ingresar, permanecer y retirarse de modo satisfactorio, cuando así proceda, del ejercicio de la función pública.

 

Las administraciones públicas sin servicio de carrera funcionan con base en el amiguismo, los vínculos familiares y relaciones de tipo clientelar; con favoritismo, privilegios y donde no necesariamente el más competente ingresa a laborar. Por ello, busca definir reglas aplicables para todo interesado en iniciar una trayectoria como servidor público, concluyó.

 

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FOTO 01.

Ricardo Uvalle Berrones, académico de la FCPyS de la UNAM, aseveró que la transparencia, rendición de cuentas y servicio de carrera son bases para una administración pública democrática.

 

FOTO 02

Alumnos de la FCPyS de la UNAM atendieron la conferencia “La democratización de la administración pública”, dictada en la sala “Isabel y Ricardo Pozas” de esa entidad.