06:00 hrs.  23 de Abril  de 2005

 

Boletín UNAM-DGCS-323

Ciudad Universitaria

 

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LA TECNOLOGÍA CONVIRTIÓ A EU EN LA MAYOR FUERZA MILITAR DEL MUNDO

 

 

 

 

La tecnología de Estados Unidos ha convertido a esa nación en una gran fuerza militar, que no se entiende sino para vigilar los intereses económicos de las empresas norteamericanas situadas en todo el orbe; el caso más evidente es la reconstrucción de Bagdad, capital del ocupado Irak.

 

Así lo afirmó Roberto Rives Sánchez, académico de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, quien explicó que al ver el mapa de recursos petroleros en aquella región se comprenden los motivos de la guerra.

 

En el Seminario Permanente de América Latina de esa entidad universitaria, se preguntó cuál será el destino de México y su economía cuando caiga el emporio estadounidense. Para enfrentar tal situación se requeriría de un nuevo proyecto de nación, lejos de posturas como las del Banco Mundial para combatir la pobreza.

 

Recordó que la inteligencia militar siempre pasa del vencido al vencedor, de pueblo en pueblo: de los fenicios a los griegos, de ellos a los romanos y luego a los principados y monarquías europeas, de los españoles a los británicos y de ellos a la Unión Americana.

 

El norteamericano es el imperio con más dominio de cuantos han existido, porque concentra poderío terrestre. De hecho, tiene grupos de desplazamiento efectivos en todas partes del globo terráqueo, con un total de 725 bases militares alrededor del planeta, informó.

 

También posee la mayor solidez marítima con la flota naval más grande y poderosa de cuantas hayan habido, lo mismo que la fuerza aérea y sideral, constituida por sofisticados satélites, añadió.

 

A diferencia de esa nación, en México y el resto de América Latina se tiende a hacer estudios sobre la formación del Estado nacional, pero casi siempre atendiendo a variables internas, a factores de población, gobierno o soberanía, descuidando territorio y geopolítica.

 

Hasta ahora, abundó, en nuestro país hay múltiples análisis al respecto, pero orientados a un periodo histórico concreto o a alguna región en específico. Por ello, es necesario considerar otros factores, como la relación de México con EU.

 

Debe revisarse cómo se ha repartido el mundo en términos territoriales. En este sentido, resaltó Roberto Rives Sánchez, la geografía es un arma poderosa para los gobiernos, aparatos de poder y grandes empresas transnacionales.

 

Se trata, dijo, de realizar investigaciones geopolíticas para saber en qué áreas se localizan los recursos naturales, como hidrocarburos, las extensiones estratégicas de economía, industriales, etcétera.

 

Su importancia para los sistemas estatales resalta en ejemplos claros como lo fue la información que el alemán Alexander von Humboldt puso en manos del gobierno de EU, quien recopiló una serie de datos interesantes sobre riquezas, vetas, yacimientos y linderos de México, refirió.

 

Como conocimiento geográfico no tenía valor, pero en manos de un gobierno en auge como la Unión Americana en 1803, en una época de plena expansión, fue una herramienta fundamental para desarrollar una estrategia de crecimiento, rememoró.

 

En la delimitación del espacio mundial, desde la antigüedad, fenicios, griegos, romanos y egipcios tuvieron el objetivo de anexión de nuevas superficies, precisó.

 

Tal ha sido el botín principal de las naciones que luchaban contra otras y eso llevó a la conformación de imperios. El territorio, hasta ahora, representa recursos, como es el caso de Irak y su petróleo, aunque ahora el dominio ya no se da en términos de fronteras, sino de comercio, finalizó Roberto Rives Sánchez.

 

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La tecnología de Estados Unidos ha convertido a esa nación en una gran fuerza militar; el caso más evidente es la reconstrucción de Bagdad, afirmó Roberto Rives Sánchez, académico de la FCPyS de la UNAM

 

 

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En México y América Latina se hacen estudios sobre la formación del Estado nacional, pero descuidando variables como territorio y geopolítica, consideró el profesor universitario Roberto Rives Sánchez.