06:00 hrs.  20 de Abril  de 2005

 

Boletín UNAM-DGCS-311

Ciudad Universitaria

 

 

Pies de foto al final del boletín

 

 

REMITE CONCEPCIÓN DE PLACER A UN MODELO DE SUBORDINACIÓN

 

·        En el caso de los hombres, el de ser siempre activos en el ámbito coital y, en el de ellas, en ser invariablemente pasivas, indicó Patricia Bedolla Miranda, de la Facultad de Psicología

·        Hay tantas expresiones eróticas como seres humanos, por eso no se trata de un comportamiento mecánico, aseveró Selma González Serratos

 

Bajo los enfoques de género, la concepción de placer remite a un modelo de subordinación que ha cosificado su ejercicio en ambos sexos: en el caso de los hombres, el de ser siempre activos en el ámbito coital y, en el de ellas, en ser invariablemente pasivas, afirmó Patricia Bedolla Miranda, profesora de la Facultad de Psicología de la UNAM.

 

Para transformar este paradigma, considerado violento, añadió, es necesario develar las estructuras sociales de poder que constituyen el fundamento de una moral represora, la cual intenta privar a la mitad de la humanidad de la libre elección y de ser más que un objeto, sino sujeto del mismo.

 

Al dictar la conferencia De la violencia al placer, efectuada en el Palacio de Minería, la psicóloga indicó que se trata entonces, de desligar la sexualidad de la sola actividad procreativa de la especie o sólo delimitarla al coito, al orgasmo de genitales, mecanizado y desprovisto de erotización.

 

Es, dijo, un modelo limitado, un afán de poder en donde se manifiesta sin cortapisas la agresión de género; en donde, por ejemplo, puede condensarse a un cuerpo femenino el asesinato en serie, sin que las sociedades democráticas y con aspiraciones de liberalismo moral se conmuevan.

 

Así es como las colectividades–modelo fabrican las ideas de lo que deben ser hombres y mujeres, y cómo han de elaborarse psíquica y tradicionalmente los intercambios culturales y exclusiones colectivas que le dan forma y direccionalidad a la sexualidad, subrayó.

 

De este modo, aseguró, la lógica de dominación vulnera a las personas con hechos brutales, muchos incluso ocultos; es el caso del hostigamiento sexual, el cual, en ciertos contextos, todavía es avalado como formas naturales de relación. De hecho, en esta práctica se evidencia mejor el vínculo entre poder, goce y rudeza.

 

Esta tendencia de concebir a la mujer como objeto de deseo y no como ser sexuado, en el estereotipo, llega a subrayar los caracteres externos y la seducción de su contraparte, la cual, en su forma tradicional, aprende a desarrollar una práctica desmedida y a tener la posesión de un cuerpo femenino, consideró.

 

Ante este mandato social, expresó, ellas se convierten en blanco predilecto de agresiones, como violación y acoso, en donde hay grandes dosis de abuso de autoridad.

 

En realidad, todavía existe en el mundo un gran número de mujeres que dependen de la aprobación masculina para aceptarse, llevando una vida sexual donde complacer al otro es más importante que a sí misma. Por ello, destacó, muchas veces el halago del varón les es tan necesario para valorarse; sin embargo, aceptar una agresión verbal constituye una violencia.

 

Es necesario deconstruir estos conceptos y elaborar un nuevo significado.  Se requiere “trabajar social e individualmente en una ética feminista que pretenda alcanzar una moralidad centrada en la sensibilidad, dirigida hacia los intereses personales, sin olvidar los contextos sociales e históricos”, refirió.

 

Además, buscar medios que faciliten a ambos eliminar prácticas inequitativas, violentas y sexistas, para cimentar sociedades que permitan la  reapropiación de nuestros cuerpos, precisó.

 

Al dictar la conferencia Erotismo femenino y masculino desde la sociocultura, Selma González Serratos, profesora de la FP, sentenció: “El erotismo es el elemento que nos remite a las experiencias más comúnmente identificadas como sexuales. Es una cuestión aprendida, matizada por lo social y, por lo tanto, no es un instinto”.

 

Hay tantas expresiones como seres humanos, por eso no se trata de un comportamiento mecánico. Las señales de este tipo están dirigidas específicamente a alguien que nos interesa y, por lo mismo, los demás no lo notan, comentó.

 

En el acto erótico intervienen siempre dos o más, pero nunca uno, por lo tanto es, ante todo y sobre todo, ser de otredad. La conciencia humana del sí mismo se asienta en la imagen del cuerpo, la cual es una construcción tanto libidinal como comunitaria, porque se comparte, puntualizó.

 

Existe un sentido corporal profundo cuando se considera parte de lo humano, es decir, conformación de sí mismo que nos constituye y nos permite expresarnos mediante todos sus significados y sus más profundas intencionalidades, reveló.

 

Estas capacidades, abundó, constituyen y construyen la imagen que crea la conciencia de la mismidad, la cual se elabora dentro de un contexto de afectos, tactos, olores, sabores, miradas, sonidos y emociones; es decir, se integra tanto por la libido como por lo social, abundó.

 

Así, las partes erógenas del cuerpo son percibidas por las personas, como más cercanas a ellas mismas en cuanto a las sensaciones que producen, pues éstas son íntimas, concluyó.

 

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FOTO 1.

Patricia Bedolla Miranda, profesora de la Facultad de Psicología de la UNAM, afirmó que la concepción de placer remite a un modelo de subordinación que ha cosificado su ejercicio en ambos sexos.

 

FOTO 2

Selma González Serratos, profesora de la FP de la UNAM, sentenció que el erotismo es el elemento que remite a las experiencias sexuales. Es una cuestión aprendida; no un instinto.