Boletín UNAM-DGCS-310
Ciudad Universitaria
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Reconocieron en la UNAM
los participantes en el Foro de Competitividad de la Empresa. Desarrollo y
Competitividad, organizado por la Facultad de Economía
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Federico Patiño, de
Nafinsa, dijo que sólo uno por ciento de las empresas de nueva creación reciben
apoyo de la banca comercial en México
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Para Rafael Yhip
Ocaña, del banco HSBC, México requiere que la cultura empresarial se desarrolle
y tenga carácter profesional
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Sin los consorcios
una nación no puede desarrollarse: Arturo Ortiz Hidalgo, ex director de Nafinsa
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Intervinieron también,
José Carlos Ávila, de Banca Santander, y Lorenzo Soler Ibáñez, de BBVA Bancomer
En
México sólo uno por ciento de las empresas de nueva creación reciben apoyo de
la banca comercial, por lo que es urgente instrumentar una política de fomento
para la inversión de capital de riesgo, reconocieron los participantes en el
Foro de Competitividad de la Empresa. Desarrollo y Competitividad, organizado por
la Facultad de Economía (FE) de la UNAM.
En
este marco, Federico Patiño Márquez, director general de la Banca de Inversión
de Nacional Financiera (Nafinsa), advirtió que en nuestro país no hay
directrices que faciliten inyectar recursos, se cuenta con un marco jurídico
inadecuado y faltan estímulos fiscales para inversionistas de largo plazo.
En
la mesa Capital de riesgo y fondo de inversión, dijo que también hay un
reducido número de participantes institucionales, se carece de una cultura
empresarial en esta área, y los industriales no cuentan con un esquema de
salida. Por ello, “hay que cambiar la regulación y dotar de más flujos al
sector”.
Destacó
que el capital de riesgo es fundamental en el mundo ya que, por ejemplo, 90 por
ciento de las industrias que nacen “apalancadas” mueren a los tres años; es
decir, el capital es básico para impulsar la creación de nuevas firmas. Se
estima que dos terceras partes están concentrados en EU, América Latina sólo
tiene el 1 por ciento mundial, y de éste, México cuenta con el 10 por ciento,
una tercera parte de Brasil o de Argentina.
Para
Rafael Yhip Ocaña, director adjunto de Banca de Inversión HSBC, “México
requiere que la cultura empresarial, ahora basada en lo familiar, se desarrolle
y se vuelva en una de carácter profesional. Es preciso modificar aspectos
regulatorios (legales, fiscales y laborales), porque si no los solucionamos
seguiremos deteniendo el desarrollo económico e industrial”.
Esta
situación, abundó, nos da un riesgo-país, el cual se califica en el ámbito
mundial y tiene una tasa de interés, lo que a su vez incide en las empresas. En
ese sentido, se trata de círculos negativos que es preciso eliminar.
Es
necesario resolver nuestros problemas internos y ponernos a trabajar de forma
eficiente e inteligente; por ello, a las nuevas generaciones les toca llevar a
nuestro país a ser competitivo internacionalmente.
Por
su parte, Arturo Ortiz Hidalgo, ex director de Nafinsa, refirió que por lo
general el financiamiento al que recurren los consorcios es al de los bancos, y
estos han tenido una atención importante hacia los grandes, pero los pequeños y
medianos no han recibido recursos o han sido escasos.
Además,
“la mayoría de las instituciones crediticias siguen compitiendo por los mismos
corporativos, y se ha descuidado a las de menor tamaño”.
Indicó
que el tema empresarial es fundamental porque sin él una nación no puede
progresar. Por ello, tiene que contar con grandes, medianas y pequeñas firmas
para formar la base productiva del país.
Algunos
de los problemas a los que se enfrentan son: la falta de conocimiento de los
trámites bancarios y de los productos crediticios; no cuentan con garantías
suficientes que les permitan acceder a ellos; no reciben asesoría económica,
financiera y legal adecuada, y se enfrentan a costos altos de intermediación
para recibir apoyo de la banca.
En
tanto, José Carlos Ávila, director de Crédito de Banca Santander, sostuvo que
las industrias mexicanas hoy cuentan con similares oportunidades y
financiaciones que las del resto del mundo.
Las
fuentes que poseen estas organizaciones son las mismas que operan en el ámbito
internacional, es decir, montos propios y externos; así como los obtenidos vía
intergrupo y por proveedores, precisó.
Si
bien estas formas de obtener recursos no han cambiado, sí han evolucionado en
productos más competitivos y sofisticados que se van adecuando de mejor manera
a las necesidades de cada empresa o sector económico, destacó.
Por
último, Lorenzo Soler Ibáñez, director de Operaciones de proyectos
empresariales en México de BBVA Bancomer, consideró que el capital de riesgo
debería ser de confianza porque son recursos que se están invirtiendo en
proyectos de empresas, especiales, particulares, y están confiando su capital.
Se
otorga porque los bancos u otras instituciones pueden financiar las necesidades
de otros empresarios a unos retornos inferiores, pero cobran con algún tipo de
garantía. Los inversionistas de este tipo de operaciones sólo reciben a cambio
acciones y la esperanza de obtener una potencial plusvalía.
Comentó
que en la dirección a su cargo cuentan con 190 millones de dólares. El objetivo
es participar en el capital de empresas para obtener ganancias. “Participamos a
partir de cinco millones de dólares, y el tipo de actividades son ventas
privadas, asociaciones públicas o privadas, de capitalizaciones, y cualquier
tipo de trámite”, concluyó.
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PIES DE FOTO
Foto 01
José Carlos
Ávila, Lorenzo Soler Ibáñez y Rafael Yhip Ocaña en el Foro de Competitividad de
la Empresa. Desarrollo y Competitividad, organizado por la Facultad de Economía
de la UNAM.
Foto 02
En la UNAM,
Arturo Ortiz Hidalgo y Federico Patiño destacaron la necesidad de impulsar en
nuestro país una política de fomento para la inversión de capital de riesgo y
el apoyo a las pequeñas y medianas empresas.