Boletín UNAM-DGCS-265
Ciudad Universitaria
Pies de fotos al
final del boletín
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El ex secretario de Educación Pública
consideró analizar correctamente a que áreas debe destinarse cada nuevo peso
para el sector
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Señaló que es Indispensable un nuevo acuerdo
en el que concurran autoridades estatales y la SEP, apoyadas por el Gobierno
Federal con compromisos y metas concretas
El financiamiento educativo
es, en la actualidad, un tema crítico en el ámbito nacional, no sólo porque se
requieren más recursos, sino porque es necesario tomar las decisiones correctas
de a dónde deben destinarse los mismos, reconoció en la UNAM el ex secretario
de Educación Pública, Miguel Limón Rojas.
“Si analizamos la
desproporción entre el gasto destinado a la nómina y el que se dedica a la
inversión, al mejoramiento de planteles, equipamiento y al impulso de la
calidad, la relación entre uno y otro es realmente insatisfactorio”, subrayó.
Al participar en el ciclo “La
educación desde el poder (conversaciones con cuatro secretarios de Educación)”,
organizado por el Centro de Estudios sobre la Universidad (CESU), reconoció que
es bueno proponerse destinar 8 por ciento del Producto Interno Bruto, sin
embargo, “hay que analizar a qué programa se va a dirigir cada peso nuevo que
vaya a la educación. Esa tendría que ser la política de Estado que urge en esta
área”.
Acompañado por Axel
Didriksson, director del CESU, dijo que la educación debe ser una de las
prioridades de alta jerarquía en las políticas nacionales, la cual requiere
hoy, a partir de su descentralización, la concurrencia de las autoridades. Por
ello, “es indispensable un nuevo y gran acuerdo que incluya autoridades
estatales y de la SEP, apoyadas por el Gobierno Federal con compromisos y metas
concretas”.
En el auditorio de la Unidad
Bibliográfica, en ocasión de la aparición del libro de Pablo Latapí, La SEP por
dentro. Las políticas de la Secretaría de Educación comentadas por cuatro de
sus secretarios, Limón Rojas opinó que sería factible comenzar con el
mejoramiento de las cinco mil escuelas que ocupan los últimos lugares en las
evaluaciones que se tienen.
Se sabe qué instituciones
están muy bien, bien, regular, mal o muy mal; se podría comenzar por las que
están en una muy mala situación, tomar a las primeras mil e impulsarlas poco a
poco. El problema sería que la descentralización se topara con un gobernante al
que la educación sólo le interesa para sus informes.
Para ello, propuso el ex
titular de la SEP, sería indispensable un acuerdo y un compromiso, primero de
la autoridad, y después del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación
(SNTE).
Recordó que durante su gestión
gozó de mucho respeto, y para los planteamientos que hubo en el programa de
contenido humanista no tuvo ninguna palabra en contra para las modificaciones
en los temas de valores y sexualidad, recibió toda la comprensión y el apoyo en
el momento de enfrentar los conflictos que se generaron.
En aquella época se crearon
más de 100 instituciones de educación superior, la mayoría de carácter
tecnológico, porque había una gran demanda de instituciones de esta naturaleza,
y ésta fue una respuesta eficaz y concreta a muchos pueblos que con ellas
vieron posibilidades que antes no tenían.
Sin embargo, también nacieron
dos instituciones públicas nuevas, una en Quintana Roo y otra en Tabasco. En el
ámbito de las universidades públicas hay cifras que muestran que hubo mucho
apoyo para programas concretos, como el de impulso a la modernización de las
estatales y el mejoramiento del profesorado.
“Había restricciones, pero el
presupuesto para la educación creció 20 por ciento en términos reales de 1994
al 2000. No era el crecimiento necesario, pero se libró la crisis financiera de
94”, puntualizó.
Comentó que su vocación de
servidor público la obtuvo en la Universidad Nacional porque fue en ella donde
adquirió una noción del ser humano, de la sociedad, del Estado, del panorama
internacional. En la UNAM pudo formarse a través de las lecturas, las
enseñanzas y el ejemplo de sus grandes maestros, quienes le abrieron un
panorama nuevo, que le sembraron inquietudes que sólo podían ser atendidas
mediante la lectura, la discusión y el debate.
En tanto, Roberto Rodríguez,
investigador del CESU, destacó que durante el periodo de Limón Rojas la SEP fue
una secretaría sin etiqueta. “Veníamos
de la revolución educativa con Miguel de la Madrid, y de la modernización de la
misma con Carlos Salinas, y esta fue una gestión que no se planteó ninguna etiqueta
de esta naturaleza”.
Refirió que dos de los retos
fundamentales que enfrentó el secretario fue, por un lado, el financiamiento,
sobre todo el tema de los errores de diciembre de 1994 pesó mucho; y, por el
otro, la implantación del nuevo esquema de política educativa, aquel que
implicaba la federalización de la educación superior en los términos del
Acuerdo Nacional de Modernización.
A su vez, Aurora Loyo, del
Instituto de Investigaciones Sociales, resaltó que a través de los resultados
que en educación se han tenido en nuestro país, “estamos muy abajo, y sabemos,
siendo realistas, que no se espera que en el corto tiempo mejore mucho la
situación”.
Al comentar el libro, Pablo Latapí explicó que esta obra
se propone reconstruir las grandes directrices de la educación que “llamamos
políticas de estado, y para esto recurre a entrevistas de profundidad con los
cuatro secretarios, en orden cronológico: Fernando Solana, José Angel Pescador,
Miguel Limón Rojas y el actual Reyes Tamez Guerra”.
El libro se fija en el periodo de 1992 a 2004, y explora
las grandes políticas que quedaron explicitadas y fueron las estructuras del
Acuerdo Nacional para la Modernización de la Educación Básica y Normal, que se
firmó entre el gobierno federal, los estatales y el Sindicato Nacional de
Trabajadores de la Educación en mayo de 1992, concluyó.
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Foto 01
Miguel Limón
Rojas, ex secretario de Educación Pública, comentó que la educación debe ser
una de las prioridades en las políticas nacionales. A su lado Axel Didriksson y
Aurora Loyo.
Foto 02
En la Biblioteca Nacional, Aurora Loyo, Miguel Limón Rojas, Axel Didriksson, Pablo Latapí y Roberto Rodríguez, en el inicio del ciclo de conversaciones con cuatro secretarios de Educación en la UNAM.