06:00 hrs.  23 de Marzo  de 2005

 

Boletín UNAM-DGCS-221

Ciudad Universitaria

 

Pies de fotos al final del boletín

 

 

 

OCASIONA EL SER HUMANO LA PÉRDIDA DE HASTA EL 20 POR CIENTO DEL VALOR PRODUCTIVO DEL SUELO EN EL ORBE

 

·        Ello se debe, sobre todo, a la intervención humana sobre el medio ambiente: Julio Campo Alves, del Instituto de Ecología de la UNAM

·        En algunas regiones la alteración del valor de la superficie puede alcanzar hasta 60 por ciento de su potencialidad

·        Los bosques tropicales, de los que México es rico, representan 10 por ciento de la superficie de la biosfera terrestre

 

La intervención humana sobre el medio ambiente ha generado cambios globales en los ecosistemas y ha provocado la pérdida de más del 20 por ciento del valor productivo del suelo en todo el mundo, aseguró Julio Campo Alves, investigador del Instituto de Ecología de la UNAM.

 

Incluso, agregó, en algunas extensiones territoriales o regiones la afectación puede alcanzar hasta 60 por ciento de su potencialidad para ofrecer servicios ecológicos. “Los periodos de recuperación que necesitan las tierras para volver a ser productivas pueden volverse prolongados, hasta más de 60 años”.

 

El investigador universitario, quien desde hace varios años estudia los efectos del cambio global sobre los procesos de los ecosistemas del planeta, reconoció que una de las principales consecuencias a futuro de esas modificaciones es que el clima se haga más extremoso. Hay  tendencia de incremento en la temperatura que se asocia, sobre todo, a la emisión de gases invernadero, entre ellos el bióxido de carbono (CO2).

Apuntó que el CO2 tiene diversas causas, como la intervención humana, actividad de las fábricas o combustión de motores, pero también la quema de vegetación que se realiza con el fin de integrar sus nutrientes al suelo.

 

Sin embargo, advirtió, evidencias científicas muestran que con esa práctica se pierde más del 80 por ciento del bióxido de carbono asociado a la naturaleza, el cual pasa a la atmósfera durante la combustión. También se desaprovecha 60 por ciento del nitrógeno y la mitad del fósforo.

 

Esto no tiene precedentes en la historia del planeta. Si estos gases no estuvieran en la atmósfera quizá no tendríamos vida o sería diferente. En ausencia de ellos la temperatura estaría bajo cero, siendo que hoy es, en promedio, superior a los 10 grados. El problema es que se han incrementado las emisiones gaseosas, con lo cual estamos modificando el clima, agregó.

 

Desde el punto de vista del funcionamiento de los ecosistemas, se cree que las plantas se beneficiarán por el aumento del carbono y crecerían más rápido, pero no así otros elementos, por lo que la calidad nutricional de sus tejidos disminuirá. Ello significa que será necesario comer más tejido de planta para tener una misma calidad alimentaria, indicó.

 

Se ha encontrado, abundó, que debido a su tamaño, algunos herbívoros como las orugas no pueden comer más hierba, por lo que crecen menos de lo normal. Esto podría repetirse con los cultivos que consume el ser humano. Es decir, hay posibilidades de que el cambio afecte su bienestar y los componentes de su salud a futuro, sin pensar en el cáncer y otros problemas.

 

Parecería que una solución sería fijar más CO2 en las plantas, pero los cambios serían preocupantes. Además, expresó, depende de su ciclo de vida, si es de un año este regresará rápido a la atmósfera, pero si es de 60 años o más, como los árboles, estaría inmóvil ese tiempo.

 

En ese sentido, prosiguió el ecologista, el suelo es donde está el mayor reservorio de CO2 de la biosfera terrestre. Por ello, las estrategias de los especialistas en la materia se orientan a maximizar la acumulación de este elemento en el suelo, sobre todo en bosques tropicales, que tienen influencia en el ciclo global de ese elemento.

Campo Alves destacó que México es un país rico en extensiones de bosques, en particular, tropicales. Estos sólo representan 10 por ciento de la superficie de la biosfera terrestre, pero poseen más de la tercera parte del CO2 que se fija en ella, un tercio del que está inmovilizado en la vegetación, y más del 20 por ciento del acumulado en suelos.

 

Estos ecosistemas son una opción importante para el crecimiento de las plantas y para la actividad de los organismos en general durante un periodo prolongado o todo el año; además, recalcó, las abundantes precipitaciones hacen de ellos, sitios estratégicos para el manejo futuro de ese componente.

 

Aseguró que en el futuro mediato esto traerá consecuencias. Llegará el momento en que se pague por cantidad de carbono secuestrado por unidad de superficie. Hoy esto aparenta ser una opción de poco valor económico, pero podría llegar a ser una alternativa de gran valor para subsidiar la conservación de tierras del trópico.

 

No obstante, añadió, algunas proyecciones a escala mundial pueden resultar engañosas. Por ejemplo, cuando se habla de que aumenta el nivel de carbono en la atmósfera, de CO2 en particular, es posible encontrar que zonas frías del planeta, como Rusia, mejoran su productividad.

 

Por el contrario, regiones áridas, como algunas de Israel, han demostrado que tal posibilidad ha llevado a que también se incremente la actividad, porque al haber mayores niveles, las hierbas pueden fijarlo más por unidad de tiempo.

 

Otra característica del cambio global por la acción humana es la homogeneización de fauna y flora. Aunque en algún momento ello fue producto de la caza, hoy se debe a la transformación de los hábitat en ambientes para la labor agrícola o ganadera, así como por el uso de tierras para el desarrollo de ciudades.

 

Asimismo, el traslado del ser humano de una región a otra ha provocado la introducción de especies, como los eucaliptos, a veces de manera intencional; pero en otros ha sido accidental. Eso ha generado uniformidad.

 

En la actualidad 40 por ciento de la producción primaria neta mundial, es decir de la generación de alimento para los herbívoros en general, está directa (cuando extraemos una planta o cortamos un árbol para producir muebles) o indirectamente (ganado pastando) dominada por el hombre. Estamos en presencia de ecosistemas controlados.

 

Indicó que también se ha observado que con el tiempo la presión social en términos de demanda de recursos ha llevado a que cada vez se requieran más tierras. Antes se destinaban hasta 20 años para dejar descansar el campo, tiempo que se ha reducido de 5 a 8. Ello disminuye de forma considerable la capacidad de que la vegetación se recupere.

 

Julio Campo aseveró que los cambios ambientales llevan, por un lado, a la homogeneización de la diversidad biológica. Las especies que se beneficiaban por la baja disponibilidad de algún elemento tenían la capacidad de subsistir de esa manera, pero con el incremento de elementos como el nitrógeno en el suelo por la actividad humana, hoy están desapareciendo al no poder competir.

 

No obstante, cuando se toman medidas es necesario aplicarlas con cuidado, ya que, por ejemplo, el uso de fertilizantes provoca numerosas consecuencias ambientales. La utilización de fósforo es riesgosa porque puede deteriorar la calidad de los cuerpos de agua continentales; y la de nitrógeno acentúa el cambio en el clima, concluyó el investigador.

 

 

       o0o –

 

 

PIES DE FOTO

 

FOTO 01

 

Julio Campo Alves, investigador del Instituto de Ecología de la UNAM, señaló que una consecuencia a futuro del cambio climático es que el ambiente se haga más extremoso.

 

FOTO 02.

 

Debido a la intervención humana, los periodos de recuperación que necesitan las tierras para volver a ser productivas, pueden ser prolongados, reconoció el investigador de la UNAM Julio Campo.