06:00 hrs.  21 de Marzo  de 2005

 

Boletín UNAM-DGCS-218

Ciudad Universitaria

 

 

Pies de fotos al final del boletín

 

 

EN LA UNAM, BUSCAN APOYO PARA ENFERMOS DE ANSIEDAD

 

 

El 10 por ciento de los mexicanos sufre afectaciones por ansiedad, incluidas las fobias, razón que propició que un grupo de especialistas de la Universidad Nacional analice los procesos químicos que la propician.

 

Un equipo de científicos del Instituto de Fisiología Celular de la UNAM, encabezados por el doctor Miguel Pérez de la Mora, busca identificar las sustancias que participan en el trastorno de la ansiedad, y cómo interactúan entre ellas.

 

Pérez de la Mora explicó que las distintas variantes de la enfermedad,  incluidas las fobias, afectan a cerca de 10 por ciento de la población mexicana, aunque las cifras de incidencia se elevan a 20 entre las personas que acuden a hospitales generales, a 30 entre pacientes con problemas del corazón y hasta 50 por ciento en nosocomios orientados a la psiquiatría.

 

Definió a la ansiedad como una respuesta adaptativa que prepara al individuo para contender contra un peligro real o potencial. De esa forma, resulta natural su presencia. Gracias a ese mecanismo se está en alerta ante riesgos, como accidentes o agresiones, por ejemplo.

Además, dijo, existe miedo o estrés, difícilmente diferenciado del anterior, pues todas se expresan en forma similar. Es posible, entonces, que las tres sean solo modalidades del mismo sistema de alarma. Sin embargo, en ocasiones la tensión se eleva sin razón aparente, por estímulos inocuos o que recuerdan algún acontecimiento. Entonces se habla de un estado patológico.

 

También se presenta a la baja, expuso el especialista. En monos se descubrió, de forma experimental, que esta disminución se propicia después que se ha dañado, en ambos lados del cerebro, la estructura  llamada amígdala –porque a diferencia de las que tenemos en la garganta tienen  forma de almendra–.

 

En humanos, abundó el científico, la ansiedad patológica puede llegar a causar problemas, que pueden incluso, invalidar por completo a quien la padece. Ese estado surge cuando hay desarreglos en los mecanismos que modulan la respuesta ansiosa.

 

En forma continua o repetitiva hay una tendencia a desarrollar enfermedades psicosomáticas, precisó, como hipertensión arterial, estreñimiento e incluso, impotencia en el hombre y  frigidez en la mujer, porque se paralizan las funciones digestivas y sexuales.

 

La ansiedad, refirió Miguel Pérez de la Mora, es un fenómeno complejo que constituye la base de nuestra conducta emocional. Ahí participan muchas regiones del cerebro, como la corteza, hipocampo y amígdala. Esta última parece ser definitiva: "Cuando se estimula se provoca tensión, y cuando se lesiona, se reduce".

 

Libera una serie de neurotransmisores, sustancias que comunican entre sí a las células del cerebro. Normalmente un individuo presenta este estado luego de percibir, mediante sus sentidos, señales de peligro potencial o inminente de su entorno o cuerpo. Esta información es enviada a la región del complejo baso-lateral, donde se decide si en efecto es dañino y debe prepararse para la lucha o huída, dilucidó.

 

Pasa entonces al núcleo central de la amígdala, el cual se comunica con las estructuras cerebrales que regulan la presión arterial, pulso o respiración, y da forma a la "modalidad" de la respuesta ansiosa que experimentará el sujeto, prosiguió.

Así, el grupo del doctor Pérez de la Mora, centra su trabajo en conocer la interacción entre las sustancias neurotransmisoras liberadas en ratas –su modelo experimental–.

 

En sus análisis con modelos de conducta para medir la ansiedad en el roedor, determinan si durante los momentos que el animal experimenta o disminuye tensión hay cambios en la cantidad de esos compuestos. También observan si el grado se puede correlacionar con un aumento o reducción de su eficacia. Tal es el caso del ácido gama-amino-butírico (GABA, por sus siglas en inglés).

 

Parece ser el encargado de mantener esta conducta a la baja. Así, si se facilita, mediante el uso de benzodiazepinas  (como Valium o Tafil), su unión a  receptores localizados en las células a las cuales transmite información, los animales disminuyen su nivel de angustia en forma notable. Es posible, entonces, “que dentro de nuestro cerebro existan sustancias propias que actuando como un factor endógeno faciliten la unión de nuestro GABA a sus receptores”, adelantó.

 

Otro, el ácido glutámico, por el contrario, parece ser el encargado de mantenerla a la alta. A este respecto, el investigador universitario y su grupo de colaboradores han podido demostrar que dentro de la región de las islas paracapsulares de la amígdala, cierto tipo de receptores denominados metabotrópicos (mGluR5) también están involucrados.  

 

Pérez de la Mora aseguró que es importante identificar qué elementos intervienen en el proceso y qué tipo de interacciones mantienen entre ellos, para diseñar fármacos que actúen aumentando o dificultando la acción de los neurotransmisores indicados.

 

El grupo del experto también estudia el papel de la diabetes como productora de ansiedad patológica, pues es conocido que entre esos pacientes es más frecuente este último estado que en la población en general. Esto es importante por su incidencia en México y  el mundo.

 

Por último, el científico concluyó que en tanto continúen las investigaciones respecto a la ansiedad será posible curar, o al menos controlar, ese trastorno. "Cada día conocemos más acerca del fenómeno y eso abre la posibilidad de generar fármacos más específicos y con menos problemas colaterales, que corrijan el problema”.

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PIES DE FOTO

 

 

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Un equipo de científicos del Instituto de Fisiología Celular de la UNAM, encabezados por Miguel Pérez de la Mora, trabaja en la identificación de las sustancias que participan en el trastorno de la ansiedad.

 

 

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En ocasiones, la ansiedad en las personas se eleva sin razón aparente. Entonces se habla de una ansiedad patológica, explicó Miguel Pérez de la Mora, del IFC de la UNAM.