06:00 hrs.  20 de Marzo  de 2005

 

Boletín UNAM-DGCS-215

Ciudad Universitaria

 

 

Pies de fotos al final del boletín

 

 

EL DEPORTE PUEDE GENERAR TRASTORNOS ALIMENTICIOS

 

·        Advierte Gilda Gómez Pérez-Mitre, de Posgrado de la Facultad de Psicología

·        Las gimnastas y nadadoras, entre otras disciplinas,  son más vulnerables a padecer conductas nocivas, al practicar disciplinas donde exhiben su cuerpo, convertido en instrumento de trabajo

 

El deporte puede convertirse en factor de riesgo si genera trastornos alimenticios como ansiedad, perfeccionismo o alta dependencia al ejercicio, que en casos extremos llevarían a la anorexia o bulimia en los ejercitantes, señaló Gilda Gómez Pérez-Mitré, de la Facultad de Psicología (FP) de la UNAM.

 

De ahí que científicos de esta casa de estudios realicen investigaciones para identificar posibles conductas nocivas en la ingesta de los atletas de alto rendimiento en nuestro país, lo que podría dañar su salud, al hacer vulnerable al individuo de contraer alguna enfermedad.

 

Resaltó que las gimnastas y nadadoras tienen mayor peligro, porque practican disciplinas donde exhiben su cuerpo, el cual se convierte en instrumento de trabajo. Hay mayor probabilidad de una preocupación excesiva por su imagen externa y de que los transfiera a sus hábitos alimenticios. “El riesgo depende de qué tanto exponga su figura a las miradas”.

 

Explicó que en las sociedades occidentales se le da mucho valor a la complexión delgada, estereotipo aprendido desde la familia, escuela y medios de comunicación, los cuales enseñan –muchas de las veces de manera inconsciente– “el ideal de belleza”. Es en el proceso de socialización donde se introyecta ese objetivo.

 

Refirió que un deportista puede llegar a sufrir ansiedad por presiones internas o externas. Existen jóvenes que no admiten errores, alcanzar la meta en primer lugar es lo fundamental; se obsesionan por ganar, y para ello se tensan a sí mismos.

 

Pero subrayó que la parte genética también puede influir, pues intervienen diferentes niveles de registro, como los de carácter bioquímico. En este caso llegan a sentirse coaccionados por el medio y, en muchos casos, por los entrenadores y las propias familias; se plantean altas metas, sobre todo en competencias de alto rendimiento.

 

Por su parte, Alfredo Hernández Alcántara y José Salinas, estudiantes del doctorado de la FP, destacaron la importancia del trabajo realizado bajo la supervisión de Gómez Pérez-Mitré.

 

Resaltaron que en el ámbito internacional, el análisis sobre trastornos alimentarios en atletas está documentada ampliamente; sin embargo, en México es escaso o nulo. Por ello, esta línea de trabajo le confiere un carácter especial, pues pone atención en factores asociados con conducta nutricional en deportistas profesionales y en variables características de población ejercitante.

 

Al explicar sus avances, Hernández Alcántara informó que tomó una muestra de más de mil sujetos mexicanos (nadadores y gimnastas), para detectar los elementos dañinos en los hábitos de ingesta, que pueden dividirse en cuatro grandes grupos: los asociados con la imagen corporal; con conducta alimentaria; con el cuerpo real o biológico; y con prácticas compensatorias.

 

Los resultados preliminares muestran que el deporte se relaciona con factores de riesgo, como la preocupación por el peso y la alteración de la imagen corporal, que puede interpretarse como la percepción subjetiva del grado de desviación o diferencia entre el peso real y el imaginario que un sujeto experimenta en relación con su talla.

 

A su vez, José Salinas resaltó que cuando una gimnasta cree estar gorda, a pesar de ser delgada, tendrá un factor de riesgo claro, porque si ellas consideran tener más peso del que tienen, podría ser que incurran en alguna ingesta inadecuada (como dietas restrictivas, consumo excesivo de menús “light”, uso de laxantes o ayunos, entre otras prácticas).

 

Informó que el Índice de Masa Corporal (IMC) de estas deportistas es bajo; “hablamos de un índice de 18 o menos, por ello es un factor de riesgo, ya que el IMC de 17.5 ya es considerado como indicador de  anorexia”. Por ello, señaló, las deportistas de élite sí se hayan en peligro, no se sabe si desarrollarán o no un trastorno, pero sí es dañino.

 

Al retomar su exposición sobre prevención, Gómez Pérez-Mitré destacó que la información que generan estas investigaciones servirá para saber qué estrategias pueden desarrollarse.

 

Uno de los abordajes adecuados para este propósito sería el de reestructuración cognitivo conductual, consistente en enseñar a los sujetos a interpretar y responder al medio ambiente de una manera más saludable. Desde cómo desarrollar competencias o habilidades sociales, por ejemplo, hasta ser asertivos. “Uno de los problemas más graves para que los chicos sean más vulnerables a los factores de riesgo en trastornos de la conducta alimentaria, es que no saben decir no y aceptan la información sin crítica“; por ello, sería importante que el niño formara parte de audiencias de recepción informada.

 

Otra cuestión es el manejo de su autoestima, cómo enseñarles a las adolescentes a quererse, respetarse, aceptar su cuerpo, cómo valorarse, y cómo mejorar su autoconcepto, entre otros aspectos, concluyó.

 

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PIES DE FOTO

 

FOTO 01

 

Alfredo Hernández y José Salinas, estudiantes del doctorado de la FP de la UNAM, señalaron que según estudios, las gimnastas creen estar gordas, a pesar de estar delgadas; es un factor de riesgo claro, por el que podría incurrir en alguna conducta alimentaria inadecuada.

 

 

FOTO 02.

 

En la Facultad de Psicología de la UNAM se analizan los factores de riesgo asociados con conducta alimentaria, en especial de deportistas. A cargo de esta investigación se encuentra Gilda Gómez Pérez-Mitré.