Boletín UNAM-DGCS-192
Ciudad Universitaria
Pies de fotos al
final del boletín
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Señaló Leonardo
Curzio, del CISAN, en una videoconferencia desde Madrid, España
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Indicó que los partidos políticos se enfrentan a una ciudadanía
voluble, que no tiene puntos de vista firmes sobre determinadas situaciones
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Porfirio Muñoz Ledo,
presidente del Centro Latinoamericano de la Globalidad, dijo que el propósito
de toda transición es hacer un nuevo andamiaje institucional
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Participaron en la
conferencia “La transición democrática y construcción de ciudadanía en España y
México”, organizada por la Casa de las Humanidades de la UNAM y la Casa de
América
En
México tenemos una sociedad débil, susceptible de ser manipulada, coptada o
comprada con prebendas, y aún con una elevada tolerancia a la corrupción. Las prácticas
corporativas y clientelares siguen dominando y tenemos caciquismos vitalicios.
Así
lo afirmó en videoconferencia desde Madrid, España, el especialista del Centro
de Investigaciones sobre América del Norte (CISAN) de la UNAM, Leonardo Curzio.
Señaló que los partidos políticos
se enfrentan a una ciudadanía voluble, que no tiene puntos de vista firmes
sobre determinadas situaciones y que coincide con prácticas deleznables, como
la compra del voto.
En
la videoconferencia “La transición democrática y construcción de ciudadanía en
España y México”, organizada por la Casa de las Humanidades de la UNAM y la
Casa de América, en Madrid, España, el universitario expuso que nuestro país
debe atender ciertas reformas que de no prosperar condenarían a un mayor
desprestigio a la naciente democracia y podría abrir caminos a gobiernos
autoritarios o populismos.
Refirió
que nuestro entusiasmo democrático ha sido breve. El actual gobierno no ha
conseguido movilizar la energía de la sociedad para obtener mayores apoyos, de
forma que el régimen democrático sea más vigoroso.
Además,
no se ha dado relieve a una auténtica reforma del Estado que reemplace a las
instituciones del viejo presidencialismo autoritario. También ha habido nula
cooperación de partidos en las iniciativas generadas por el gobierno federal.
En
México tenemos una política social y asistencial con tintes “electoreros”. Los
gobiernos federal y estatales pagan enormes cantidades por tiempos comerciales
en televisión para difundir su actuación con un claro sesgo personal: a pesar
de que el dinero público y toda actividad pública deberían ser impersonales.
En nuestro territorio se hace
videopolítica y los gobiernos se publicitan todos los días en todos los
espacios, agregó Leonardo Curzio. Pero no sólo eso: la ciudadanía no logra
transformar su malestar por una vía constructiva.
Así se señala en las encuestas,
donde se refleja un enorme malestar con la clase política: 81 por ciento no se
siente representado por ningún partido, y 52 por ciento cree que un ciudadano y
no un político gobernaría mejor. Al mismo tiempo, las encuestas indican que 84
por ciento piensa votar en 2006 por un candidato de las tres principales
fuerzas. Es decir, hay un alto nivel de personalización en la intención del
voto, agregó.
México
tiene una conciencia clara de su debilidad y eso, consideró, es un avance. “El
debate sobre la musculatura de la democracia pasa por dos tareas fundamentales:
la insoslayable redistribución del ingreso para darle viabilidad, lo cual puede
llevar 20 años o más, y la reforma del Estado, que con voluntad política podría
materializarse en un plazo mucho más corto”, finalizó.
En
su oportunidad, Porfirio Muñoz Ledo, presidente del Centro Latinoamericano de
la Globalidad, señaló que la situación de México es una transición, es decir,
de cambio de un régimen autoritario a otro democrático que se resuelve por la
negociación y en las urnas.
Pero
resulta ser singular; en primer lugar, porque es lenta. A diferencia de España
donde la caída de un régimen fue claro, en nuestra nación no hubo colapso del
sistema. Los iberos venían de una dictadura de derecha, el nuestro de un
sistema de izquierda.
Recordó
que su crisis fue gradual, a partir de 1968, cuando perdió la capacidad de negociación.
Luego, pasó de un sistema electoral fraudulento a otro que hoy es de los
mejores del mundo. Tal transformación condujo al pluralismo; se fue
reconociendo el triunfo de los partidos de oposición.
El propósito
de toda transición, opinó Muñoz Ledo, es hacer un nuevo andamiaje
institucional, resolver los problemas, cancelar el pasado e iniciar una nueva
vida democrática.
Sin embargo, puntualizó, lo que ha ocurrido es
una gran “dispersión”, porque se polarizó la política y en vez de crearse ese
momento y espacio de neutralidad que han tenido todas las transiciones para
construir el futuro, “se vino una disputa por lo que viene, pero sin nuevas
normas”.
Muñoz
Ledo señaló que se necesita funcionalizar al Estado ya que el sistema
presidencial no funciona en un régimen multipartidista; además, se requiere
instaurar el Estado de derecho y construir la ciudadanía. “La calidad de la
democracia es fundamental para su consolidación”.
El
embajador reconoció que existen áreas que no se han tocado, relacionadas con la
radio y la televisión, la reforma de la educación y con los modos de la
participación de la población (referéndum y plebiscito) en relación con formas
de gestión de los servicios públicos, por ejemplo.
En
México, finalizó, necesitamos tener un momento que nos lleve a una nueva
constitucionalidad y a un plan nacional. “Nosotros no hemos decidido a dónde
vamos. Se necesita que las fuerzas productivas, que los hombres públicos, la
conciencia nacional se dé el tiempo y el espacio para concebir cuál es nuestro
proyecto de nación y ubicación en el mundo. Ojalá demos los primeros pasos
antes de la sucesión presidencial y se abra ese espacio dedicado a pactar el
futuro del país”.
A su
vez, Antonio Torres del Moral, catedrático de la Universidad Nacional de
Educación a Distancia, de España, mencionó que el tema de la transición
política a la democracia es de constante actualidad en el mundo.
En
la península ibérica, dijo, se vivió esa experiencia hace alrededor de 26 años
y “no ha salido mal del todo, fue constructiva, aunque también tuvo puntos
menos claros”.
Expuso
que ha habido una tentación de catedráticos y políticos de aquel país de ir por
el mundo predicando este modelo de transición a la democracia para que otros
países “lo hagan como lo hicimos nosotros”.
Tal situación es discutible. No
creo que sea paradigma en el sentido de que cada nación tiene su historia,
condiciones y circunstancias, y seguramente la receta que le va bien a uno no
le va bien a otro, concluyó.
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FOTO 01
En la UNAM, Porfirio Muñoz Ledo dijo
que la transición mexicana polarizó el ambiente político en lugar de crear la
neutralidad necesaria para construir el futuro.
FOTO 02
Leonardo Curzio, investigador del CISAN de la UNAM, participó desde Madrid en la videoconferencia “La transición democrática y construcción de ciudadanía en España y México”.