Boletín UNAM-DGCS-159
Ciudad Universitaria
Pies de foto al final del boletín
REPRESENTA EL PROTOCOLO
DE KYOTO OPORTUNIDAD PARA EL MEDIO AMBIENTE DE MÉXICO
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Cecilia Conde, investigadora del CCA de la UNAM, señaló que se
debe aprovechar el financiamiento de los Estados industrializados para impulsar
estas acciones
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El calentamiento global proviene de la quema de combustibles
fósiles y de la destrucción de bosques y selvas
·
En el aumento de la temperatura del planeta
todos tienen cuota de responsabilidad. Cada uno, en su casa y lugar de trabajo,
produce entre 5.5 y 8 toneladas por año de bióxido de carbono
La entrada en vigor del
Protocolo de Kyoto le representa a México la oportunidad de aprovechar el
financiamiento de Estados industrializados para impulsar el uso de energías alternativas
y preservar, e incluso recuperar mediante la reforestación, sus bosques y
selvas a través de mecanismos de desarrollo limpio.
Así lo explicó Cecilia Conde, investigadora del
Centro de Ciencias de la Atmósfera de la UNAM e integrante del Panel Intergubernamental
para Cambio Climático, que reúne a especialistas de todo el mundo.
Señaló que para nuestro país y
el resto de naciones en crecimiento se abre la posibilidad de proponer
proyectos bien diseñados, aprobados por la ONU, para estabilizar las concentraciones
de gases de efecto invernadero en la atmósfera, a fin de prevenir una peligrosa
interferencia antropogénica en el sistema climático.
Ese nivel debe alcanzarse en un tiempo
que permita a los ecosistemas adaptarse de forma natural y asegurar la
producción de alimentos y el progreso comercial sustentable. Si la temperatura
global aumentase tan sólo dos grados centígrados, advirtió, el calentamiento
podría ser irreversible; para algunos autores, dicho fenómeno ocurriría en
2015.
En este sentido, reiteró, a
México le conviene mantener sus bosques, y si para ello cuenta con subsidios
para evitar la tala indiscriminada y encontrar alternativas productivas (como
ecoturismo o aprovechamiento de plantas medicinales, por ejemplo) no debe
desperdiciarse esta ayuda. La opción, conocida como ganar-ganar, es un buen
avance.
La científica recordó que el Protocolo es
resultado de años de negociaciones en el seno de la Convención Marco para el
Cambio Climático, perteneciente a la ONU. Desde 1995, en Bonn, Alemania, los
países determinaron los instrumentos para reducir las emisiones nocivas, como
bióxido de carbono (CO2) y metano, a la atmósfera. El 11 de
diciembre de 1997 en Kyoto, Japón, se acordó el documento. México lo firmó al
año siguiente y lo ratificó en el 2000.
El acuerdo, empero, no podía entrar en vigor
hasta que las naciones responsables de más de 50 por ciento de los gases
estuvieran comprometidas, como Estados Unidos o China, renuentes a participar.
En noviembre de 2004 Rusia, que contribuye con 17 por ciento del total, decidió
firmar, alcanzándose 61 por ciento, añadió.
Los Estados desarrollados se abocan a
conseguir entre 2008 y 2012 una baja de 5 por ciento con respecto a lo
producido en 1990. "Es una meta modesta y, por lo tanto, alcanzable",
consideró, pues al contemplar los costos, los gobiernos podrían cooperar con
otros –como México– para emprender acciones de conservación y restauración
ambiental o de mejora industrial, y disminuir así toneladas de tóxicos.
Cecilia Conde refirió que se sabe que el
calentamiento global registrado desde hace 100 años proviene de la quema de
combustibles fósiles en 75 u 80 por ciento. El resto es resultado de la
destrucción de bosques y selvas. Los países industrializados emiten gases y los
pobres acaban con sus bosques.
Tal ha sido el impacto de ese fenómeno,
que ya hay evidencias de una afectación en este sentido. En los últimos 20 años
han habido lluvias torrenciales, sequías, ondas de calor y de frío más severas.
El sistema climático oscila de manera peligrosa, precisó.
No sólo podría aumentar esta magnitud
entre 1.5 y hasta 6 grados, como indican las proyecciones para los próximos 50
o 100 años en el planeta, sino que podrían venir eventos extremos e
inundaciones, sin tiempo de adecuar la infraestructura productiva y de vida
ante cambios tan bruscos, resaltó.
De ser así, nuestro país sería
vulnerable; si se eleva el nivel del mar entre 50 y 90 centímetros a causa del
deshielo de los polos y la expansión térmica de los océanos por mayor calor,
las costas del Golfo de México, en particular las de Veracruz y Tabasco, se
verían inundadas. Regiones petroleras, campos de cultivo y asentamientos
humanos quedarían cubiertos por las aguas, aseveró.
Además, alertó, bajaría la productividad
agrícola para sembradíos como el maíz, fundamental para México, y se perdería
gran cantidad de bosques templados. El agua escaseará más, sobre todo en el
centro y norte del territorio.
Hasta febrero pasado, 141 gobiernos y
organizaciones habían depositado instrumentos de aceptación del Protocolo.
Empero, EU, considerando el mayor productor de gases de efecto invernadero –con
alrededor de 25 por ciento del total–, no lo ha ratificado.
Ello, reconoció la universitaria, se debe
al cambio de administración y a que consideran al acuerdo como un peligro para
su desarrollo financiero. Apuestan al crecimiento basado en el desperdicio
energético; de hecho, han regresado al uso intensivo de carbón.
Los estadounidenses fundamentan su
decisión en las incertidumbres asociadas. En efecto, expuso, nadie sabe cómo
será el clima en 2050 o 2100, pues sólo se pueden construir escenarios y toda
actividad científica implica fluctuación. Pero no existe un solo modelo de
simulación atmosférica que niegue transformaciones en ese sentido.
"De lo que no estamos seguros es
cuándo nos alcanzará, si en 2020 o 2050. Si se sigue como hasta ahora el cambio
vendrá mucho antes y será severo", sentenció. Por ello, se requieren
medidas precautorias desde ahora, y países emisores como China e India, que no
aceptan ser clasificados, deberán entrar a la dinámica internacional.
En este sentido, dijo, las naciones deben
mejorar el uso, eficiencia y distribución de agua y energía, impulsar cultivos
alternativos, reforestar y, en general, reeducar a sus poblaciones, de modo que
nos preparemos para un cambio eminente. La nuestra, en específico, tiene
posibilidades de aprovechar la fuerza eólica y solar, por ejemplo.
México ocupa el lugar 14 entre los
grandes contaminantes; contribuye con 1 o 2 por ciento del total. "Somos
quemadores de combustibles fósiles"; en América Latina ocupa el segundo
lugar, después de Brasil, donde la selva del Amazonas es destruida con rapidez,
expresó.
Desde que ratificó el Protocolo, nuestro
país ha cumplido con el compromiso de entregar inventarios de tóxicos, impulsar
estudios de conservación de bosques y de vulnerabilidad, además de que se
analizarán medidas de adaptación relacionadas con agricultura, agua y bosques,
adelantó.
La puesta en práctica de acciones
tendientes a prevenir los graves efectos del cambio climático depende de los
gobiernos; sería ideal que los programas respectivos se desprendieran de tintes
partidistas. Sólo de esa forma se construirán, afirmó la experta.
Es necesario, entonces, adujo, resaltar
que el incremento de la temperatura del planeta no es sólo culpa de las
naciones industrializadas. Todos tienen cuota de responsabilidad. Cada uno, en
su casa y lugar de trabajo produce su cuota personal de CO2.
En este sentido, científicos de la
universidad inglesa de East Anglia inventaron un sistema para medir la cantidad
de ese gas que una persona expele en su vida cotidiana. Sólo por usar
calefacción central y fuego en la cocina se aportan cada día 14 kilos de
bióxido de carbono a la atmósfera. La luz de seis focos de 100 watts libera un
kilo más. Con la computadora, radio, refrigerador, plancha y auto, la cuota
anual puede alcanzar de 5.5 a 8 toneladas, reveló.
Por ello, cada uno puede contribuir a
reducir las emisiones mediante el uso de focos de bajo consumo, que ahorran
hasta 75 por ciento de energía; apagar la luz al salir de una habitación o
cuando la iluminación diurna sea suficiente; usar la lavadora llena, ollas a
presión o tapar las que no lo son; limpiar los quemadores de la estufa con
regularidad; descongelar el refrigerador; producir menos basura mediante el
reciclaje y reutilizar el papel, por ejemplo; tomar duchas rápidas; caminar y
utilizar el transporte público, y apagar la computadora cuando no se usa,
recomendó.
Después de 2012, el Protocolo de Kyoto finalizará,
por lo que se deberán buscar nuevos mecanismos para garantizar la disminución
de emisiones a niveles no peligrosos después de esa fecha. Las acciones
dependerán en mucho, de las proyecciones de desarrollo socioeconómico que se
tengan. La vida en el planeta está de por medio, concluyó Cecilia Conde.
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PIES DE FOTO
FOTO 01
Cecilia Conde,
investigadora del Centro de Ciencias de la Atmósfera de la UNAM, explicó que la
entrada en vigor del Protocolo de Kyoto le representa a México la oportunidad
de recuperar sus bosques y selvas.
FOTO 02
Cecilia Conde,
integrante del Panel Intergubernamental para Cambio Climático e investigadora
de la UNAM, reveló que en el incremento de la temperatura del planeta todos
tienen cuota de responsabilidad.