Boletín UNAM-DGCS-154
Ciudad Universitaria
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GRAVE ERROR, ANALIZAR HECHOS SOCIALES CON TEORÍAS BIOLÓGICAS
Es un grave error analizar e interpretar hechos sociales con teorías que han surgido para explicar fenómenos naturales, pues se olvida su carácter histórico, que son transitorios y susceptibles de ser transformados por la acción humana, afirmó Rosaura Ruiz Gutiérrez.
La secretaria de Desarrollo Institucional de la UNAM y académica de la Facultad de Ciencias expuso que así ocurrió durante el periodo previo a la Revolución Mexicana, cuando se pretendió buscar en la naturaleza la justificación de regímenes políticos producto de relaciones comunitarias y no de leyes adaptativas.
Al dictar la conferencia “El darwinismo como ideología científica en el Porfiriato”, la funcionaria explicó que los intelectuales de esa época, los “científicos”, argumentaron que la evolución humana es similar a la de los organismos biológicos. Discutían cuál de las interpretaciones, la de Jean Baptiste Lamarck o Charles Darwin, sería adecuada para entender el devenir de la humanidad.
A partir de dos concepciones distintas se
plantearon proyectos políticos diferentes, expresó en el marco del Coloquio
Internacional de Filosofía Política de la Ciencia y la Tecnología. Si el medio
determina el desarrollo de las características propiamente humanas, sobre todo
relacionadas con el intelecto, como sostiene Lamarck, se proponía una educación
generalizada, a todos los niveles sociales.
Si al contrario, nacen con diferencias
que los hacen más o menos aptos para la competencia social, como sostiene
Darwin, no tendría sentido –como retomaron Emilio Rabasa y Justo Sierra– dedicar
los escasos recursos del Estado a formar sujetos sin una previa selección.
Antes del Porfiriato los liberales
pretendieron consolidar su triunfo militar, es decir, destruir tanto el poder
económico como ideológico del clero. Sus demandas eran desarrollar la pequeña
propiedad, implantar el federalismo y el sistema representativo, acabar con el
centralismo e imponer el libre comercio: construir un Estado árbitro. Empero,
dijo, la realidad política impuso la necesidad de orden.
“Era fundamental que interviniese en
múltiples aspectos de la vida social, lo cual implicó un replanteamiento del
concepto de libertad. Era necesario limitarla y subordinarla a requerimientos
objetivos que el proceso de consolidación y progreso demandaban”, refirió.
Tales modificaciones requerían un corpus filosófico y encontraron su más
clara expresión en las concepciones positivistas del doctor Gabino Barreda, a
quien Benito Juárez había invitado a participar en los proyectos de
reconstrucción nacional. Esa postura era instrumento para establecer el orden
liberal, rememoró. Él mismo veía en este grupo la fuerza creadora del progreso.
La libre voluntad debía estar sometida a
las leyes, al interés de la comunidad, de la nación. En ese sentido, comentó,
el individuo podía pensar lo que quisiera, pero debía comportarse de acuerdo
con los objetivos sociales. Dado que el interés colectivo era el desarrollo, su
consecución exigía una base material, y la función estatal debía ser orientada
a tal efecto, pero racional, basado en
la ciencia.
Esas ideas dieron base a la Escuela
Nacional Preparatoria, recordó Ruiz Gutiérrez. “Sostuvieron que para llegar al
orden necesario era justo que hubiera una comunidad con creencias lo más
homogéneas posibles, mediante la generalización del conocimiento científico.
Por ello plantean que la educación debe ser enciclopédica”.
Los liberales coincidieron con las ideas
positivistas. En aras de la paz y el progreso estuvieron dispuestos a
sacrificar cualquiera de sus ideales que perturbara la tranquilidad. Esto los
llevaría a abdicar de sus principios, a facilitar la dictadura. El Porfiriato
es el resultado autonomásico de este proceso histórico concreto, puntualizó.
En este contexto, las ideas
social–darwinistas formaron parte del cuerpo argumentativo requerido para
legitimar la práctica del poder, es decir, todas las violaciones a los
principios básicos del discurso liberal, señaló. Una filosofía que justificara
tanto la concentración de riqueza y decisión, como la existencia de millones de
indígenas y campesinos desposeídos de sus tierras, sin trabajo y carentes de
educación.
Sus tesis pasaron a formar parte del
discurso gubernamental. Los intelectuales utilizaron “las teorías biológicas,
en especial de la evolución, para intentar explicar la naturalidad de las leyes
sociales y con ello asentar la estructura porfiriana”, reiteró Ruiz Gutiérrez.
Conceptos como selección natural y
supervivencia del más apto fueron esgrimidos porque parecen demostrar la
justeza de dicho conglomerado. Para Justo Sierra la colectividad es un
organismo sujeto a leyes invariables; un “ser vivo” cuya historia no depende de
la buena voluntad de los hombres.
Si como dice Darwin la naturaleza no da
saltos, la sociedad debe cambiar como lo hacen los seres vivos, lentamente y no
por exabruptos intemporales que sólo llevan a la violencia, desorden y jamás al
progreso, decía. Si un ser para lograr una mayor eficiencia en su trabajo
fisiológico lo reparte en órganos especializados, una comunidad debe llevar a
cabo una división del trabajo, la cual, al nacer de necesidades biológicas, es
justa. Si la parte más importante está a cargo del cerebro, en la sociedad debe
ser el Estado, dotado con el poder absoluto con que se ejerce una ley natural.
Así, los individuos más aptos obtienen
los mejores puestos y deben ser protegidos porque son los más capaces. La
educación sólo es para ellos, pues son los únicos que pueden aprovecharla. En
este sentido, Emilio Rabasa sostenía que no a todos los mexicanos les es
posible disfrutar de instrucción debido a que la población está dividida entre
capaces, los “blancos”, e incapaces,
los indígenas.
La ideología del Porfiriato tendió por
entero a justificar al régimen, no sólo como un proceso histórico deseado por
los hombres, sino dictado por las leyes de la naturaleza y legitimado por los
principios de la ciencia, concluyó Rosaura Ruiz.
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PIES DE FOTO
FOTO 01
Es un grave error analizar e interpretar hechos
sociales con teorías que han surgido para explicar fenómenos naturales, recordó
Rosaura Ruiz Gutiérrez, secretaria de Desarrollo Institucional de la UNAM y
académica de la Facultad de Ciencias.
FOTO 02
Rosaura Ruiz Gutiérrez, secretaria de Desarrollo
Institucional de la UNAM, dictó la conferencia “El darwinismo como ideología
científica en el Porfiriato”, en donde dijo que esta postura olvida el carácter
histórico de los hechos sociales.