06:00 hrs.  25 de Febrero  de 2005

 

Boletín UNAM-DGCS-154

Ciudad Universitaria

 

Pies de foto al final del boletín

 

 

GRAVE ERROR, ANALIZAR HECHOS SOCIALES CON TEORÍAS BIOLÓGICAS

 

 

Es un grave error analizar e interpretar hechos sociales con teorías que han surgido para explicar fenómenos naturales, pues se olvida su carácter histórico, que son transitorios y susceptibles de ser transformados por la acción humana, afirmó Rosaura Ruiz Gutiérrez.

 

La secretaria de Desarrollo Institucional de la UNAM y académica de la Facultad de Ciencias expuso que así ocurrió durante el periodo previo a la Revolución Mexicana, cuando se pretendió buscar en la naturaleza la justificación de regímenes políticos producto de relaciones comunitarias y no de leyes adaptativas.

 

Al dictar la conferencia “El darwinismo como ideología científica en el Porfiriato”, la funcionaria explicó que los intelectuales de esa época, los “científicos”, argumentaron que la evolución humana es similar a la de los organismos biológicos. Discutían cuál de las interpretaciones, la de Jean Baptiste Lamarck o Charles Darwin, sería adecuada para entender el devenir de la humanidad.

A partir de dos concepciones distintas se plantearon proyectos políticos diferentes, expresó en el marco del Coloquio Internacional de Filosofía Política de la Ciencia y la Tecnología. Si el medio determina el desarrollo de las características propiamente humanas, sobre todo relacionadas con el intelecto, como sostiene Lamarck, se proponía una educación generalizada, a todos los niveles sociales.

 

Si al contrario, nacen con diferencias que los hacen más o menos aptos para la competencia social, como sostiene Darwin, no tendría sentido –como retomaron Emilio Rabasa y Justo Sierra– dedicar los escasos recursos del Estado a formar sujetos sin una previa selección.

 

Antes del Porfiriato los liberales pretendieron consolidar su triunfo militar, es decir, destruir tanto el poder económico como ideológico del clero. Sus demandas eran desarrollar la pequeña propiedad, implantar el federalismo y el sistema representativo, acabar con el centralismo e imponer el libre comercio: construir un Estado árbitro. Empero, dijo, la realidad política impuso la necesidad de orden.

 

“Era fundamental que interviniese en múltiples aspectos de la vida social, lo cual implicó un replanteamiento del concepto de libertad. Era necesario limitarla y subordinarla a requerimientos objetivos que el proceso de consolidación y progreso demandaban”, refirió.

 

Tales modificaciones requerían un corpus filosófico y encontraron su más clara expresión en las concepciones positivistas del doctor Gabino Barreda, a quien Benito Juárez había invitado a participar en los proyectos de reconstrucción nacional. Esa postura era instrumento para establecer el orden liberal, rememoró. Él mismo veía en este grupo la fuerza creadora del progreso.

 

La libre voluntad debía estar sometida a las leyes, al interés de la comunidad, de la nación. En ese sentido, comentó, el individuo podía pensar lo que quisiera, pero debía comportarse de acuerdo con los objetivos sociales. Dado que el interés colectivo era el desarrollo, su consecución exigía una base material, y la función estatal debía ser orientada a  tal efecto, pero racional, basado en la ciencia.

 

 

 

Esas ideas dieron base a la Escuela Nacional Preparatoria, recordó Ruiz Gutiérrez. “Sostuvieron que para llegar al orden necesario era justo que hubiera una comunidad con creencias lo más homogéneas posibles, mediante la generalización del conocimiento científico. Por ello plantean que la educación debe ser enciclopédica”.

 

Los liberales coincidieron con las ideas positivistas. En aras de la paz y el progreso estuvieron dispuestos a sacrificar cualquiera de sus ideales que perturbara la tranquilidad. Esto los llevaría a abdicar de sus principios, a facilitar la dictadura. El Porfiriato es el resultado autonomásico de este proceso histórico concreto, puntualizó.

 

En este contexto, las ideas social–darwinistas formaron parte del cuerpo argumentativo requerido para legitimar la práctica del poder, es decir, todas las violaciones a los principios básicos del discurso liberal, señaló. Una filosofía que justificara tanto la concentración de riqueza y decisión, como la existencia de millones de indígenas y campesinos desposeídos de sus tierras, sin trabajo y carentes de educación.

 

Sus tesis pasaron a formar parte del discurso gubernamental. Los intelectuales utilizaron “las teorías biológicas, en especial de la evolución, para intentar explicar la naturalidad de las leyes sociales y con ello asentar la estructura porfiriana”, reiteró Ruiz Gutiérrez.

 

Conceptos como selección natural y supervivencia del más apto fueron esgrimidos porque parecen demostrar la justeza de dicho conglomerado. Para Justo Sierra la colectividad es un organismo sujeto a leyes invariables; un “ser vivo” cuya historia no depende de la buena voluntad de los hombres.

 

Si como dice Darwin la naturaleza no da saltos, la sociedad debe cambiar como lo hacen los seres vivos, lentamente y no por exabruptos intemporales que sólo llevan a la violencia, desorden y jamás al progreso, decía. Si un ser para lograr una mayor eficiencia en su trabajo fisiológico lo reparte en órganos especializados, una comunidad debe llevar a cabo una división del trabajo, la cual, al nacer de necesidades biológicas, es justa. Si la parte más importante está a cargo del cerebro, en la sociedad debe ser el Estado, dotado con el poder absoluto con que se ejerce una ley natural.

 

Así, los individuos más aptos obtienen los mejores puestos y deben ser protegidos porque son los más capaces. La educación sólo es para ellos, pues son los únicos que pueden aprovecharla. En este sentido, Emilio Rabasa sostenía que no a todos los mexicanos les es posible disfrutar de instrucción debido a que la población está dividida entre capaces, los “blancos”,  e incapaces, los indígenas.

 

La ideología del Porfiriato tendió por entero a justificar al régimen, no sólo como un proceso histórico deseado por los hombres, sino dictado por las leyes de la naturaleza y legitimado por los principios de la ciencia, concluyó Rosaura Ruiz.

 

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PIES DE FOTO

 

FOTO 01

 

Es un grave error analizar e interpretar hechos sociales con teorías que han surgido para explicar fenómenos naturales, recordó Rosaura Ruiz Gutiérrez, secretaria de Desarrollo Institucional de la UNAM y académica de la Facultad de Ciencias.

 

 

FOTO 02

 

Rosaura Ruiz Gutiérrez, secretaria de Desarrollo Institucional de la UNAM, dictó la conferencia “El darwinismo como ideología científica en el Porfiriato”, en donde dijo que esta postura olvida el carácter histórico de los hechos sociales.